A dos años de su elección, solo el 26% de los franceses confía en Emmanuel Macron

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Manifestantes de los "chalecos amarillos" con una pancarta con la foto del Presidente francés en París, el sábado.

Que está aislado y que gobierna solo son algunas de las etiquetas respecto del Presidente francés, quien aún no logra atajar el descontento de los "chalecos amarillos".


A dos años de su triunfo en los comicios presidenciales del 7 de mayo de 2017, Emmanuel Macron aún intenta encontrar la fórmula que pueda combinar tres factores fundamentales: su carácter reformador, la aprobación ciudadana -en especial de los "chalecos amarillos"-, y buenos resultados económicos. Son precisamente estas tres variables las que han generado un profundo dolor de cabeza para el mandatario francés durante los últimos seis meses.

En la campaña presidencial, su estilo reformista provocó el apoyo de los franceses y a eso se dedicó Macron en sus primeros meses en el Elíseo. Entre sus principales proyectos, el mandatario reformó el Código del Trabajo -redujo el coste de los despidos y flexibilizó el mercado laboral-, promulgó una nueva legislación antiterrorista, reformó el sistema ferroviario y llevó a cabo una reforma tributaria, entre otras medidas. Sin embargo, esta agenda reformista hizo que se ganara la etiqueta de "Presidente de los ricos". Esto, principalmente porque la reforma tributaria eliminó el Impuesto sobre la Fortuna, que fue reemplazado por el Impuesto sobre la Fortuna Inmobiliaria, medida que se convirtió en una de las principales críticas de los "chalecos amarillos".

Pero lo que detonó este movimiento social en noviembre del año pasado -que aún tiene a Macron descifrando una solución-, fue el aumento al impuesto de los combustibles. Ante el masivo descontento en las calles los reclamos hacia la gestión del Presidente se intensificaron y Macron se vio en la necesidad de suspender su agenda reformadora.

El 10 de diciembre, el mandatario anunció una primera batería de medidas para paliar la crisis social, que incluía un incremento en el salario mínimo y la reducción de algunos impuestos. Sin embargo, la respuesta ciudadana no fue positiva y el Presidente tuvo que formular nuevas medidas, las que anunció recién el pasado 25 de abril.

Este largo proceso ha provocado críticas de inacción respecto de la gestión del mandatario. "Hecho inédito, el Presidente es ahora criticado por su inacción: los franceses tienen el sentimiento de que desde los chalecos amarillos, el gran debate y la espera de sus anuncios, el quinquenio ha estado totalmente detenido", señaló a CNews el director general adjunto de Ifop, Frédéric Dabi.

Según la última encuesta del barómetro Kantar, sólo el 26% de los franceses aún confía en Macron, mientras que el 71% no cree en su gestión. Otra encuesta de Ifop sitúa su aprobación en un 30%.

De acuerdo con los analistas, Macron también es percibido como un "Presidente solitario". Y el perfil de su gabinete no lo ayuda precisamente: un primer ministro de bajo perfil, un ministro del Interior protagonista de varias críticas, la salida de algunos ministros para postularse a la alcaldía de París y ausencia de pesos pesados en su círculo. Así, Macron ha sido calificado por los medios como un mandatario que gobierna solo.

Le Fígaro dijo en marzo pasado que esta soledad se observa casi físicamente en las paredes del Elíseo, donde el cuarto piso ahora está vacío, puesto que casi la mayoría de sus asesores más cercanos se han ido.

La evaluación a su liderazgo se pondrá a prueba en las elecciones europeas del 26 de mayo, que ya son vistas como un referendo a su gestión.

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