Johnson revela que médicos se prepararon para su posible muerte

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Johnson muestra tarjetas enviadas por niños mientras estaba enfermo. Foto: AFP

El primer ministro británico contó al diario sensacionalista The Sun su experiencia en la UCI a raíz del coronavirus.


Boris Johnson (55 años) no puede evitar la búsqueda de un titular ni cuando relata su experiencia al borde de la muerte. “Fue un momento duro, no lo negaré. Llegaron a preparar una estrategia para hacer frente a un posible escenario del tipo ‘la muerte de Stalin’”, explicó este domingo el primer ministro británico en una entrevista al diario sensacionalista The Sun.

Jugaba en territorio amigo, y la conversación con el periodista David Wooding tuvo el toque humano necesario para ayudar a un político que tiene por delante duros meses y arrastra la penitencia de haber actuado tarde ante el estallido de la pandemia.

“Resultaba duro creer que en unos pocos días mi salud se había deteriorado a tal extremo. Recuerdo que me sentía muy frustrado. No podía entender por qué no mejoraba”, cuenta Johnson, quien nada más dar positivo en el test se encerró en su departamento privado de Downing Street e intentó seguir dirigiendo desde allí la respuesta del gobierno. Los videos en los que se grababa a sí mismo para transmitir mensajes de ánimo a la población iban mostrando el deterioro paulatino de su estado.

“Negaba la realidad y seguía trabajando y realizando videoconferencias. Pero me sentía bastante atontado, para ser honesto. Muy agotado, exhausto, aunque no tuviera la sensación de estar intoxicado”, dice Johnson. Por consejo médico, acabó ingresando en el hospital público londinense de St. Thomas una noche de domingo. Dos días después, era trasladado a la unidad de cuidados intensivos. “El momento malo llegó cuando las posibilidades de que me acabaran intubando un respirador fueron del 50/50”, cuenta.

Desde que salió del hospital, Johnson se deshace en elogios hacia el personal del Servicio Nacional de Salud (NHS), y en concreto hacia la enfermera neozelandesa y el enfermero portugués que lo atendieron. Wilfred Lawrie Nicholas, el hijo que tuvo la semana pasada junto a su prometida, Carrie Symonds (32 años), lleva como tercer nombre el de los dos médicos que asistieron al primer ministro. “Resultaba asombroso e inspirador ver cómo me cuidaban todas esas personas. Tuve mucha suerte”, agradece Johnson.

Su situación se agravó aceleradamente. “Hubo un punto en el que me comenzaron a suministrar enormes cantidades de oxígeno. Me pusieron una máscara y recibí litros y litros durante un largo período”, relata.

La entrevista se esfuerza en transmitir la idea de que el político fue consciente por primera vez de su propia mortalidad, y que respondió con su pretendido tesón y optimismo. “Me he roto la nariz, algún dedo, la muñeca, alguna costilla. Me he roto prácticamente todo, pero nunca había pasado por algo tan serio como esto. Todo lo que recuerdo es una gran frustración, porque no entendía por qué no mejoraba. Todos los malditos indicadores seguían apuntando en la mala dirección. No hay medicamentos para esto ni tampoco hay cura”, se sincera Johnson. “Pero no sería cierto afirmar que en algún momento pensé que había llegado el final”, concluye.

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