La Guerra Fría 2.0: los detalles de la influencia rusa en África

(Foto: AP) El Presidente ruso, Vladimir Putin, es atendido por el chef Yevgeny Prigozhin.

Moscú está buscando impulsar la presencia rusa en 13 países africanos al construir relaciones con los gobernantes, a cambio de proyectos de infraestructura. La mayoría de las empresas que participan están ligadas a un oligarca ruso conocido por ser el chef de Putin.


Tras la caída del muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética la influencia de Moscú en África cayó dramáticamente, pero ahora el Presidente ruso, Vladimir Putin, quiere revertir esta situación. Para ello está buscando impulsar la presencia rusa en 13 países de ese continente al construir relaciones con los gobernantes, llevando adelante acuerdos militares y creando una nueva generación de "líderes" y "agentes" encubiertos. Así lo dieron a conocer documentos obtenidos por el instituto de investigación londinense Centro Dossier, que fueron publicados por el diario The Guardian.

Los documentos, dice el periódico británico, dan cuenta de la ambición de Moscú de convertir a la región en un centro estratégico. Así, un mapa del diciembre de 2018 muestra el nivel de cooperación entre las empresas ligadas al oligarca ruso Yevgeny Prigozhin y los gobiernos africanos. Los lazos abarcan desde lo militar, hasta lo político y lo económico. También entrenamiento a las fuerzas policiales, vínculos con los medios de comunicación y proyectos humanitarios.

La relación más cercana es con República Centroafricana, Sudán y Madagascar. Mientras que con Libia, Zimbabwe y Sudáfrica es un poco menor el vínculo. Le sigue Sudán del Sur y la República Democrática del Congo, Chad, Zambia.

Otros documentos, señala The Guardian, citan a Uganda, Guinea Ecuatorial y Mali como "países donde se planea trabajar". Mientras que Libia y Etiopía son catalogados como naciones "donde la cooperación es posible".

El diario británico señala que, por lo general, Moscú ofrece un "paquete" a los gobernantes africanos. Este podría incluir asesores políticos y de medios de comunicación que ayudan con las elecciones, además de asistencia militar de largo plazo. A cambio, Rusia busca concesiones en minería para oro y otros minerales preciosos, además de contratos en petróleo y gas, líneas ferroviarias y construcción de carreteras.

En un artículo de enero, el diario Financial Times cita a Christian Malanga, un político opositor de la República Democrática del Congo, donde Moscú proclamó a Felix Tshisekedi como el ganador de las elecciones presidenciales, pese a la evidencia de fraude. Malanga señala que los nuevos lazos de Rusia con África representan "la Guerra Fría 2.0" y añade que el Kremlin complementa a China en lo que califica como una estrategia para desafiar a la influencia occidental. "China tiene el dinero y Rusia el músculo", indicó al periódico.

El Kremlin ha aumentado recientemente sus operaciones en terreno en Libia. En noviembre, el comandante libio Khalifa Haftar viajó a Moscú y se reunió con el ministro de Defensa, Sergei Shoigu. The Guardian asegura que Prigozhin se encontraba presente en las conversaciones.

Otro ejemplo de esta influencia ocurre en Madagascar, ya que de acuerdo a los documentos del Centro Dossier, el nuevo Presidente de ese país, Andry Rajoelina, ganó las elecciones con el respaldo de las empresas ligadas a Prigozhin. Además, Moscú "produjo y distribuyó al mayor diario de la isla con dos millones de copias al mes". En todo caso, Rajoelina ha negado recibir ayuda.

La influencia rusa también llegó a Sudán, donde el Presidente Omar al-Bashir se vio obligado a renunciar luego de protestas y se instauró una junta militar. Los documentos dicen que el año pasado los especialistas rusos delinearon un programa de reforma política y económica en el país, diseñado para mantener al mandatario en el poder. La propuesta incluía un plan para desprestigiar las manifestaciones contra el gobierno, aparentemente copiando las mismas tácticas que se usan en Rusia contra la oposición a Putin. Un memo incluso confunde Sudán con Rusia.

En una carta, apunta The Guardian, Prigozhin le reprocha a Bashir no haber seguido su consejo. Además, el oligarca señala que el gobierno sudanés tenía una "carencia de actividad" y "una posición extremadamente precavida".

Los asesores rusos instaron a la junta militar a que sofocara las protestas que estallaron la semana pasada con una cantidad "mínima, pero aceptable de pérdidas de vidas", dijo una fuente a la cadena CNN.

El chef de Putin

El oligarca Yevgeny Prigozhin es conocido como el cocinero de Putin. Su nombre comenzó a sonar durante la investigación sobre la interferencia de Moscú en las elecciones de Estados Unidos de 2016, ya que es el fundador de la Agencia de Investigación de Internet, proveedora de un ejército de trolls que buscó influir en dichos comicios.

En su libro The Apprentice, el periodista del diario The Washington Post, Greg Miller, relata la peculiar historia de Prigozhin, oriundo de San Petersburgo, al igual que Putin. Prigozhin pasó cerca de 10 años en la cárcel por una serie de crímenes, entre los que se incluyen robo. Después de su liberación, en medio del colapso de la Unión Soviética en 1991, abrió un puesto de hot dogs. Sin embargo, su situación económica cambió siete años después, gracias a la compra de una escuálida embarcación que convirtió en un local de comida flotante, al que llamó Restaurante Nueva Isla.

El local atrajo a una clientela diversa, principalmente a los residentes de San Petersburgo. Prigozhin se ganó entonces el cariño del futuro Presidente con una atención personalizada, con disposición para realizar acciones que iban más allá de las usuales para un propietario de un restaurante.

"Putin vio cómo construí mi negocio comenzando desde un quiosco", dijo Prigozhin en una entrevista con una revista de San Petersburgo.

La conexión finalmente sirvió para que Prigozhin consiguiera una serie de lucrativos contratos de catering, como la entrega de comida a escuelas de San Petersburgo y para el Ejército ruso. Sus lazos con políticos cada vez más poderosos tuvieron sus frutos. En 2002 Putin llevó a los líderes mundiales, entre los que se incluía George W. Bush, a que cenaran en el Restaurante Nueva Isla mientras recorrían los canales de la ciudad.

Estos contactos le permitieron al chef acceder a contactos de alto nivel, que le proporcionaron dividendos millonarios. Al mismo tiempo, habría ofrecido el suministro de mercenarios para vigilar los pozos petroleros en Siria. Gracias a esto, ha llevado una vida de lujo que a veces exhibe en las redes sociales.

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