Bitácora de viajeros: vivir 14 días bajo sospecha
Quienes llegan a Chile desde otro país están obligados a cumplir una cuarentena estricta. El confinamiento se puede hacer en hoteles sanitarios o en los domicilios particulares. Aquí, dos testimonios retratan esta realidad y la manera cómo el Ministerio de Salud los fiscaliza.
Ana María Merino llegó a Chile en la madrugada del 26 de marzo, desde Brasil: “Fuimos a ver a una tía que tiene una enfermedad degenerativa que se llama ELA”. Merino, residente de Concepción, dice que al llegar al aeropuerto le dijeron que estaba obligada a pasar una cuarentena de 14 días en un hotel sanitario. Pese a sus reparos, llegó al Hotel Imperial junto con otras 30 personas. El recinto se ubica en Santiago. “Yo venía con mi hermana que tiene una enfermedad mental, ella tiene esquizofrenia y necesita medicación. Expliqué que solo tenía los remedios para cierta cantidad de días, pero eso se nos acaba”, dice.
“Arribé al hotel con la mascarilla puesta y el recepcionista no tenía guantes, ni mascarilla, ni alcohol gel. Nada. A mí me dicen ‘hotel sanitario’ y yo me imagino que está todo implementado para aquello. La realidad es que llegan pasajeros de todas partes del mundo y a los que vienen solos los ponen con otro pasajero en la misma pieza”.
Ana María Merino
Merino cuenta que le informaron el jueves que la iba a visitar alguien del Minsal al menos dos veces al día para tomarles la temperatura, pero asegura eso nunca ha sucedido. “Solo me pasaron un jabón de hotel y con eso tengo que lavarme las manos, ducharme, lavar mi ropa y el pelo. No me dejan salir de la habitación”, relata. Recién el viernes una funcionaria del Minsal le dio una buena noticia y la autorizaron para devolverse a Concepción y terminar allá su cuarentena junto con su hermana.
Las cuarentenas obligatorias son por dos motivos: venir de otro país o haber estado en contacto con un contagiado. Por ambos casos, el aislamiento de dos semanas ya se ha hecho costumbre para cientos de chilenos.
Pablo Paredes llegó desde Madrid el martes pasado con gripe y congestión nasal, y también se tuvo que confinar. Al salir del aeropuerto asegura que nadie vigiló la forma cómo se transportaba a su domicilio. Al llegar a su casa comenzó la cuarentena preventiva obligatoria de inmediato.
“No recibí llamados del Minsal hasta el día 10 de mi cuarentena. Fui superresponsable y cuidé mucho de aislarme. En ese llamado me derivaron con una enfermera a quien le conté que tenía gripe, pero no fiebre, y ella me dijo que no era necesario que me hiciera el examen”, recuerda Paredes, quien se encuentra pronto a terminar su confinamiento.
Control remoto
Desde el Minsal explican que la fiscalización de quienes deben cumplir sus cuarentenas se realiza con dos protocolos. Uno de ellos es el de “seguimiento de viajero”. Y el otro es el de “contacto estrecho de un caso confirmado”. En ambos casos, “se les indica que deben guardar cuarentena, mantener el aislamiento social y las medidas de higiene, además del monitoreo de signos, síntomas y control de temperatura dos veces al día”. La fiscalización se hace de manera telefónica. Según el último reporte sanitario, son cerca de 2.800 las personas en “seguimiento activo”.
En esta labor colabora la PDI junto con las seremis de Salud. La policía “pide aleatoriamente los datos de la persona y se constata si está cumpliendo la medida a través de sus dispositivos móviles, los cuales están conectados a la base de datos confeccionada con los datos del Minsal”, se informa. Los datos se actualizan diariamente y se saca de la lista a quienes cumplen los 14 días.
¿Y si no se respeta el confinamiento? En esos casos, la PDI se contacta con la Seremi para que se realice un “sumario sanitario”. Esas personas arriesgan sanciones penales y multas que pueden llegar a $ 50 millones.
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