Los cuatro aprendizajes tras la segunda PAES regular
Luego de las experiencias de las dos generaciones que rindieron la PAES, distintos expertos exponen las enseñanzas que se pueden concluir en cuanto a brechas entre tipos de colegios, la alineación con la base curricular, la cantidad de postulantes y el hecho que sea una prueba perfectible.
Fue a fines de 2022 y de cara al proceso de Admisión 2023, que debutó la nueva Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES), instrumento que permite a los estudiantes acceder a las universidades adscritas al sistema centralizado, el que reemplazó definitivamente a la Prueba de Selección Universitaria (PSU). Así las cosas, en el proceso del año pasado la PAES no tenía realmente un punto de comparación, al ser la primera vez de un examen que cambió forma, fondo e incluso su escala de puntajes.
Y si la PSU -rendida por 17 años- se enfocaba en medir los contenidos aprendidos, el gran foco de la nueva prueba es evaluar competencias y habilidades para así aplicarlos en diversos contextos. A su vez, en el proceso se redujo el número de preguntas (de 80 a 65 en algunos casos), se dividió la prueba de matemáticas en dos -M1 y M2-, cambiaron porcentajes de ponderación, así como aumentaron los cupos para la admisión especial. Las diferencias son notorias.
Por eso resulta relevante que ahora, tras la segunda versión regular de la PAES (en 2023 también hubo una de Invierno, aunque con muchas menos personas rindiéndolas, las que a su vez no eran primerizos en el examen), se puedan generan las conclusiones que suponen comparar una y otra rendición de las admisiones 2023 y 2024.
Dejando atrás la breve historia de la Prueba de Transición (PDT), los resultados de las dos primeras PAES han mostrado un alza en los puntajes obtenidos: si para la admisión 2023 fueron 523 los puntajes máximos, este año cuenta con 1.423 estudiantes que llegaron a los 1.000 puntos, así como que en casi todas las pruebas -excepto Competencia Lectora- aumentaron los resultados perfectos. Por otro lado, aumentaron ligeramente los estudiantes habilitados para postular a una carrera en 0,7%, respecto a la admisión 2023, que ya había visto un crecimiento importante respecto de la PDT, así como los efectivamente seleccionados, que de 2022 a 2023 subieron en 12,56%.
Considerando estos y otros datos, distintos expertos en educación analizan los aprendizajes que deja esta segunda PAES, con foco en las brechas entre los tipos de colegios de donde provienen los postulantes, cambios en el foco de las preguntas, la cantidad de estudiantes habilitados para postular, el hecho que la prueba aún es vista como perfectible, o, incluso, qué tantas observaciones se pueden hacer con dos grandes rendiciones a cuestas.
Las brechas se mantienen
Sólo dos establecimientos municipales y un subvencionado figuraba en la lista de los 100 mejores colegios a nivel nacional tras la última PAES. Esto, sumado a la vista general de los resultados, inevitablemente generó un debate público -además de la creación del ranking en sí- respecto de las brechas existentes entre los distintos tipos de colegios, que, según la directora del Demre, Leonor Varas, son las más significativas si se comparan con las brechas de género o las brechas entre establecimientos científico-humanista y técnico.
Varas plantea la duda de “si se le puede exigir” a este tipo de pruebas que corrijan las brechas que se arrastran desde mucho antes. A propósito de esto, la académica de la Facultad de Educación de la Universidad Católica (UC), Verónica Santelices, es tajante: “Ningún tipo de prueba va a corregir las brechas. Lo que muestra es una foto entre estudiantes con distintas características (...) Necesitamos trabajar aprendizajes desde antes”.
Varas también asevera que, si bien a la prueba no le corresponde reparar estas brechas, sí pueden cuidar que las diferencias no se expandan. Algo que, por ejemplo, hacen a través de las preguntas de pilotaje. “Controlamos las diferencias a nivel territorial, de género, de dependencia administrativa y a nivel de ramas. Si un ítem tiene un comportamiento diferencial en estas poblaciones, no entra”.
Un foco distinto
Una de las principales diferencias que separan a la PSU de la PAES es el foco que las pruebas le dan a las preguntas y los tipos de contenidos que se incluyen en el temario. Por un lado, la PSU se enfocaba fuertemente en el conocimiento de los contenidos. La PAES, en cambio, pone su atención principal en las competencias y habilidades del estudiante.
Acerca de las bases curriculares utilizadas para la prueba, Miguel Caro, coordinador del Centro de Experimentación Pedagógica de Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (Umce), afirma que las bases curriculares están más acorde que la prueba anterior. “Hubo momentos en que estos instrumentos estaban bastante desalineados. Todavía queda algo de esa distorsión, pero en general ha habido un esfuerzo por producir un mayor alineamiento”.
En otra línea, Ruth Arce, directora de Pedagogía Media de la Universidad Diego Portales (UDP), plantea que las interrogantes se acercan más al modelo educativo: “La PAES pregunta por habilidades de pensamiento crítico, esa es la gran diferencia con la PSU. En ese sentido, está más alineada”.
Más habilitados para postular
Uno de los datos importantes que se han conocido después de la publicación de los resultados de la última PAES, es el aumento de la cantidad de estudiantes habilitados para postular a su carrera de interés. Para la primera PAES ese aumento fue significativo, subiendo en un 35% respecto al año anterior en esa prueba. Este año, si bien el aumento fue menos significativo (0,7%), sí demuestra que el fenómeno se sostiene.
Poniendo atención en estas cifras, la académica de la UDP expone que esto significa que los habilitados se reparten entre colegios más diversos. “Hay más colegios que han tenido estudiantes con mejores resultados y que nunca habían tenido puntajes altos como los que tienen ahora”, dice.
Desde la UC, Santelices concuerda que “hay un mayor número de personas que cumplen con los mínimos porque hay más información. En cambio, el año pasado mucha gente hizo la prueba para poder conocerla”, explica, añadiendo que el número pudo haber cambiado por el nivel de conocimiento acerca de la prueba en general.
Una prueba en perfeccionamiento
Hace unas semanas, Leonor Varas decía, en entrevista con La Tercera, que a la PSU la “blindaron”, refiriéndose a los pocos cambios que se le hicieron en comparación con su sucesora.
Arce evalúa de forma positiva que la PAES tenga la característica de estar aún en perfeccionamiento porque “las preguntas se elaboran por equipos que discuten, que miran cuál es la mejor posibilidad y que son puestos para que alguien lo responda”. También que “estamos viviendo un momento donde podemos mirar las posibilidades de avance que pueda tener este instrumento”.
Asimismo, el académico de la UMCE afirma que “para que se puedan corregir las diferencias socioculturales de un sistema altamente segregado, no sacamos nada con corregir la prueba si el sistema educativo sigue siendo el mismo ”.
Santelices plantea que este perfeccionamiento “sólo hace parte de lo que se esperaría de un proceso como este, no para este año, sino para todos los años que vienen”.
Y es que, cuando comenzó el proyecto de la PAES, se afirmaba que se trataba de un proceso con una “admisión más justa y diversa”.
A propósito del cumplimiento de este lema hasta aquí, Ruth Arce afirma que todavía es muy poco tiempo “para decir cuánto de eso ha sido exitoso. Si se hacen los ajustes que se han planteado, se puede transformar en un buen instrumento”.
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