Chile crea comité nacional para la prevención y reducción de pérdidas y desperdicios de alimentos

Marraqueta
Foto: AgenciaUno.

Este grupo interdisciplinario trabajará en áreas de investigación para cuantificar alimentos desperdiciados y en la generación de marcos normativos que prohíban y regulen el desecho de alimentos.




La organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) junto con el Ministerio de Agricultura, la corporación Red de Alimentos, la Universidad de Santiago de Chile y la organización Cadenas de Valor Sustentables, oficializaron hoy el primer comité nacional para la prevención y reducción de pérdidas y desperdicios de alimentos en el país.

Entre los principales objetivos del grupo de trabajo, se encuentra el facilitar y coordinar estrategias con los distintos sectores responsables de producir desperdicios de alimentos, proporcionar un marco eficaz para la elaboración de leyes, políticas públicas y acciones con el sector privado.

Asimismo, el comité trabajará en líneas de investigación para avanzar en mediciones de las pérdidas y desperdicios de alimentos en Chile y apoyar campañas de difusión enfocadas en los consumidores.

Según la representante de la FAO en Chile, Eve Crowley, "esta es una iniciativa que responde al llamado de FAO para que los países se coordinen y formen instancias de participación para terminar con los desperdicios de alimentos. Hoy día distintos actores asumieron un importante compromiso con el país y esperamos que más actores puedan participar y sumarse a esta instancia".

Estimación de pérdidas en productos de la canasta básica en Chile

A partir de un trabajo exploratorio en terreno, con información en las distintas fases de las cadenas productivas, se realizó un estudio preliminar y cualitativo respecto a las pérdidas en arroz, lechuga y papa, además de una estimación del desperdicio de pan a nivel de hogares en la Región Metropolitana de Santiago.

Los datos, recopilados en el segundo Boletín de Pérdidas y Desperdicios de Alimentos de la FAO (2015), estiman que en Chile se desperdician 63,3 kg de pan al año por familia, lo que corresponde al 16,7% del consumo promedio en la población nacional.

 El informe destaca que al menos 140 toneladas de arroz se pierden en molinos industriales, equivalentes a 9.000 porciones de arroz a la semana. La principal causa de esto, es el manejo inadecuado que genera daños en el producto y caída al suelo en la etapa de almacenaje y envasado.

En el caso de la cosecha de lechugas, el estudio indica que a partir del seguimiento a diez agricultores de la región Metropolitana, se estimó la pérdida de más de 16 mil cultivos por hectárea. Dentro de las principales causas se encuentran los aspectos climáticos, daños mecánicos y calibración para el mercado.

Por otra parte, una estimación cuantitativa de las pérdidas de alimento en la cadena de valor en tres pesquerías artesanales de la región de Valparaíso, reveló que para el caso de la merluza se pierde al año más de la mitad de la masa total capturada (53%), con lo cual se podría alimentar a casi mil personas. En el caso de la jibia, se estiman más de 24 mil toneladas perdidas por año (44%), con lo cual se podrían alimentar a más de veinte mil personas.

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Un problema global

A nivel mundial, se estima que 1.300 millones de toneladas de alimentos se pierden o desperdician anualmente, lo cual representa un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano. Esto causa pérdidas de alrededor de 680 mil millones de dólares en los países industrializados y de 310 mil millones en los países en desarrollo (FAO, 2017).

Estas estimaciones no sólo dan cuenta de una ineficiencia en el uso de los recursos, sino también de un problema ético, considerando que 795 millones de personas padecen de hambre en el mundo (FAO, 2015).

Solamente en América Latina, el 34% de la masa comestible disponible se pierde o desperdicia, lo cual equivale a 127 mil millones de toneladas, respecto a una producción anual total de 378 mil millones. 36 millones de personas podrían cubrir sus necesidades calóricas sólo con los alimentos desaprovechados a nivel de puntos de venta directa a consumidores en la región (FAO, 2016).

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