Cuando Juan Domingo Perón fue espía en Chile
Con documentos inéditos, algunos de ellos encontrados en Chile, un nuevo libro aborda la operación de inteligencia que montó el militar argentino.
Argentina en Chile cuando, el 2 de abril de 1938, el mayor Eduardo Lonardi fue detenido, junto a otras personas, en un departamento del centro de Santiago bajo una grave acusación: espionaje. Pese a tener inmunidad diplomática, declaró ante el fiscal militar y desde su primera frase incriminó a su antecesor. "Por órdenes del señor Juan Domingo Perón realicé esta operación". Ese es el argumento del libro recién aparecido en Argentina El espía Juan Domingo Perón, del periodista Adrián Pignatelli, que con documentos nunca antes publicados, algunos de ellos encontrados en Chile, entrega detalles de lo que fue la fallida operación de inteligencia que tramó quien llegaría a ser jefe de Estado transandino (1946-1955 y 1973-1974), un episodio que siempre ha querido ser minimizado u ocultado por sus más fervientes seguidores.
El mayor Perón llegó a Chile en 1936, como agregado militar, y mientras destacaba como un personaje simpático y sociable en los círculos diplomáticos y oficiales de la época, al punto de ser invitado a las ceremonias del Presidente Arturo Alessandri Palma, recibió el encargo de una arriesgada misión de espionaje: debía conseguir el documento militar chileno más secreto y anhelado por las Fuerzas Armadas argentinas, como era el plan de ataque contra el vecino país en caso de una hipotética guerra.
Con ese objetivo, Perón contactó a un ex militar chileno que, a cambio de una cuantiosa suma, debía buscar a alguien en el Ejército chileno que le consiguiera el documento para fotografiarlo y devolverlo. Así tomó contacto con un teniente activo que simula colaborar en la operación, aunque en forma paralela informa de esos movimientos a la jefatura del Ejército. Dejan que el plan de Perón prospere y que se negocie dinero, mientras se preparan unos documentos falsos sobre el supuesto operativo de ataque.
Sin embargo, en enero de 1938, desde Buenos Aires mandan a llamar a Perón. Llegó entonces a Chile Eduardo Lonardi, y en los meses que coincidieron en Santiago le explica cómo va la operación de espionaje. Perón le asegura que, llegado el momento, sólo tendrá que abrir sus manos y recibir los documentos. Incluso, cuando su antecesor ya ha dejado la capital chilena, Lonardi -quien poco sabía de inteligencia- se comunica con Argentina y recibe la orden de proseguir el plan. De esta manera, el 2 de abril, en el momento que los conspiradores caen en la trampa que les había tendido el Ejército chileno y son detenidos cuando se disponían a fotografiar los falsos documentos en una oficina del pasaje Matte, el cerebro de esa operación, Juan Domingo Perón, estaba a salvo en Buenos Aires.
Humillado, Lonardi fue deportado y desde entonces responsabilizó de ese episodio a Perón. Quizás con algo de "sangre en el ojo", en 1951 el entonces general Lonardi participó en un fallido intento de golpe contra Perón, por lo que fue pasado a retiro, y en 1955, cuando el gobernante sí fue depuesto, Lonardi fue designado al frente del régimen militar.
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