El desafío de Putin a Occidente y su deseo de restablecer el poder de la ex URSS
Para el Presidente ruso, la caída de la URSS fue la catástrofe geopolítica "más grande del siglo XX".
La caída del Muro de Berlín no fue una gran noticia, ni una sorpresa en la Unión Soviética, según la revista británica The Economist. Los soviéticos entendieron los sucesos de ese 9 de noviembre de 1989, afirma ese medio, como "una consecuencia lógica del proceso que comenzó en Moscú en 1985, con la llegada al poder de Mijail Gorbachov", como secretario general del Comité Central del Partido Comunista. Con sus políticas de glasnost (apertura) y perestroika (reestructuración), el último líder soviético contribuyó al fin de la Guerra Fría y al cambio del rol constitucional del PC en el Estado, hitos que llevaron a la disolución de la URSS el 26 de diciembre de 1991.
El fin de la Unión Soviética ya había sido resuelto el 8 de diciembre de 1991, cuando los presidentes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia firmaron el Tratado de Belavezha que declaró oficialmente la disolución de la URSS y el establecimiento de la Comunidad de Estados Independientes, en su lugar.
Debilitado políticamente, Gorbachov presentó su dimisión como Presidente de la URSS el 25 de diciembre de 1991, declarando el cargo como extinto y transfirió los poderes a Boris Yeltsin, el primer Presidente de Rusia (1991-1999).
Con su llegada al poder, Yeltsin se comprometió a transformar la economía aislada y planeada centralmente de la ex URSS a una economía de libre mercado. Esto significó la implementación de una terapia de choque económico, la liberalización de los precios y los programas de privatización. Tras la crisis financiera en 1998, en los últimos años Rusia ha ido recuperando su sitial como potencia económica, ocupando actualmente el 8° puesto a nivel mundial por su PIB, según el FMI y el Banco Mundial.
Con apenas un 2% de popularidad, según CNN, Yeltsin anunció sorpresivamente su renuncia el 31 de diciembre de 1999, dejando la presidencia en manos de su entonces primer ministro, Vladimir Putin. El ex agente de la KGB ya era casi un desconocido cuando asumió como premier en agosto de ese año y pocos preveían que se mantuviera en el poder tanto tiempo. "El puede aglutinar a aquellos que en el nuevo siglo XXI deberán renovar la gran Rusia", dijo entonces Yeltsin sobre su sucesor.
La política de mano dura de Putin contra la guerrilla separatista chechena disparó su popularidad y le otorgó una contundente victoria en las presidenciales de 2000. Desde entonces, el nuevo hombre fuerte del Kremlin mantuvo una relación de "amor y odio" con Occidente. El primer síntoma de ruptura fue la guerra ruso-georgiana por el control de la separatista Osetia del Sur (2008). El retorno de Putin al Kremlin, en 2012, abrió una etapa de supuesto renacimiento de la Unión Soviética, que tiene en el actual conflicto con Ucrania un nuevo ejemplo de su desafío a Occidente.
"Putin no busca desafiar a Occidente, sino restaurar el imperio ruso", dijo a La Tercera el investigador holandés Marcel H. van Herpen. Algo que el propio Putin ya había deslizado en 2005, cuando calificó que la caída de la URSS como "la catástrofe geopolítica más grande del siglo XX". En 2011, el 55% de los rusos lamentaba la desaparición del bloque.
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