Fernando González: "Fue intimidante cuando nombraron a Federer"
El tenista abre las puertas de su hogar a La Tercera para recordar su primera y única final de Grand Slam. A 10 años de aquel momento histórico confiesa algunos secretos y anécdotas de un partido en el que no pudo repetir el juego perfecto desplegado en las semifinales ante Tommy Haas. Un recorrido íntimo e imperdible.
El calor azota Santiago. Cerca de 34° se dejan sentir en la capital. En uno de los hogares de Vitacura, reside Fernando González. Tenista, ídolo e inspirador de muchos jóvenes que hoy sostienen una raqueta entre sus brazos. Con la misma cordialidad que fue reconocido al término de su carrera, el Bombardero abre las puertas de su casa a La Tercera para entrar en el túnel del recuerdo más exitoso de su carrera. A 10 años de la única final de grand Slam del chileno, el triple medallista olímpico desempolva la final que disputó junto a Roger Federer. Y enseguida los recuerdos afloran.
"Siempre en los estadios grandes corre una pequeña brisa. Pero ese día corría un poco más. Federer me comenzó a incomodar con algunos tiros cortos de ambos lados en los momentos claves. Ahí es cuando él te marca la diferencia", cuenta sentado en un sillón blanco de su terraza. De short y polera negra, rememora el episodio que tuvo a todo un país paralizado. Con sus manos, afirma la bandeja que obtuvo por alcanzar la final del Australian Open y entre risas comenta: "Está toda empolvada esta cuestión".
El 28 de enero de 2007, estuvo a un partido de cumplir el sueño por el que tanto sacrificio hizo. Por el que tanto entrenó y tanto tiempo de su vida dedicó. Australia es el primer torneo grande de la temporada, y como tal, la preparación debe ser estricta: "Antes del torneo, jugué una exhibición en Kooyong Classic. No quería mostrar lo bien que estaba jugando. Intentaba siempre variar mucho los saques. Si mi rival notaba que ya estaba sacando bien abierto, le cambiaba a la T. Es una estrategia, pero en verdad era más mío que nada", cuenta entre risas gesticulando los servicios.
La memoria del Bombardero sigue funcionando a mil. Los recuerdos no se detienen. "Me fui jugando muy bien de Chile. Llegué allá una semana antes por el tema de horario y adaptación". Pero más allá de sus sensaciones, en los primeros dos encuentros, confiesa que no se sintió cómodo. Ante Evgeny Korolev y un joven Juan Martín del Potro estuvo lejos de su mejor versión. Luego vinieron los triunfos ante James Blake y Lleyton Hewitt.
A medida que avanzaba de ronda y la confianza aumentaba, el tenista tuvo en los cuartos de final el partido clave. Ahí se dio cuenta de que algo importante podría pasar. "Cuando le gané a Nadal, me dije: ¡Guau!, qué bien jugué. Él era el dos del mundo, pero en cualquier otra época podía ser 1", recuerda el Bombardero. Ese partido bisagra fue ratificado ante el alemán Tommy Haas en semifinales, a quien despachó por un categórico 6-1, 6-3 y 6-1, cometiendo solamente tres errores no forzados. "Me pasó algo chistoso, porque ahí mismo en 2001 perdí contra Guillermo Coria. En la conferencia de prensa había dos periodistas, con suerte; y uno me dice que cometí cerca de 80 errores no forzados y ahora era todo lo contrario, porque tenía muchos más periodistas y me dijeron que solamente había cometido tres errores no forzados. Me sorprendió mi nivel, pero también hubo partidos que me sentí jugando así de bien", recuerda.
El duelo ante Haas es, por lejos, su mejor versión en cuanto a números. Sin embargo, González aterriza la victoria y lanza una frase que sorprende: "Me pudo haber jugado en contra jugar tan bien ese día para mi futuro, porque después inconscientemente comencé a jugar a no fallar. No estaba acostumbrado a jugar tan bien", explica. Y eso quedaría refrendado en los torneos siguientes, donde quedaría eliminado en rondas preliminares. Incluso, en Viña, donde era casi invencible.
Un día único
El reloja marcaba en Chile las 5.30 de la madrugada del 28 de enero. En millones de hogares sonaron los despertadores que alarmaban que un chileno jugaba ante la historia. En un lado de la Rod Laver, el Bombardero. Enfrente, Federer, el suizo que soñaba con ser tenista profesional cuando era un pasapelotas en Basilea y que iba en busca de sobrepasar los 14 grand slams de Pete Sampras. El mejor tenista de la historia y el chileno, cara a cara.
Federer le había ganado los 10 encuentros previos a González. Pero ese día, el de La Reina sentía que podía conseguir la primera victoria. Era consciente de que la derecha le estaba corriendo de sobremanera y que estaba jugando el mejor tenis de su vida. Además, recuerda el chileno, no tenía nada que perder y toda la presión la tenía Federer. Pero eso para el suizo era casi inexistente, siempre poniendo la calidad que lo identifica en los momentos claves.
"Sabía lo que tenía que hacer. Yo tenía una forma de jugar que no dependía de mi rival. Me iba a gustar jugar más con uno o con otro, pero yo tenía que ir por mis tiros, mis jugadas e imponer mis términos. Sobre todo con la derecha, que sabía que hacía mucho daño a mis rivales", comenta.
Se podría pensar que antes de una instancia tan importante para la carrera de un deportista, la mente se nubla de pensamientos o la vista se pone borrosa, como le pasó a Gastón Gaudio antes de entrar a la final de Roland Garros. Pero nada de eso le ocurrió a González. "La verdad es que en otros momentos tuve más ansiedad y muchos más nervios, como contra Blake antes de las semifinales de los Juegos Olímpicos de Beijing. Contra Nadal, en ese torneo, también. Estuve muy nervioso". Y agrega: "Pero en esa final en particular estaba muy tranquilo. Siempre creí que cuando jugara mi primera final de un torneo grande, estaría mucho más nervioso. Saqué por el primer set. Tuve dos set points. Después de eso, Federer comenzó a dominarme y fue un justo ganador", rememora.
"¿Si soñé con la final de Australia después? La verdad es que no. Nunca soñé con el partido, pero sí que ganaba Wimbledon varias veces. Australia fue un tremendo torneo, faltó solamente el partido más importante. Pero ahí alcance a jugar el mejor tenis de mi carrera indiscutiblemente. Intentaba jugar punto por punto, porque eso es clave en el tenis. Si piensas más allá, te entran las ansias, muchos pensamientos que te perjudican", asegura González, mientras juguetea con sus perros.
Conocido por todo el mundo, Roger Federer es el jugador con más pergaminos en la historia y, esta madrugada nuevamente disputará la final en Australia ante Nadal. Hace 10 años, ya tenía 12 torneos grandes en su raqueta y era el rival temido por todos. ¿Por qué? González responde: "Lo complicado es que siempre te viene con algo nuevo, tiene muchas variantes. Por ejemplo, si corría un poco de viento, te jugaba de cierta forma. Si está más rápido, de otra. Si está más lento, también te hace daño. Entonces no era un jugador como de la época de Pete Sampras, que uno ya sabe lo que hace. Nadal es más predecible. Federer no lo era. De repente, podía serlo, pero lo hacía tan bien, que te jodía".
Antes de cada partido, el locutor oficial del estadio da a conocer el currículum de cada tenista. González se da el tiempo y analiza la extraña sensación que le ocurrió al escuchar el de Federer antes de aquella final. "Fue intimidante cuando dijeron el nombre de Roger Federer y luego, todo lo que había ganado. Ya tenía 12 Grand Slams y sólo nombraban títulos. La gente se reía de forma irónica. Estuvieron casi 4 minutos. Yo me defendía con lo mío, pero su currículum era insuperable", narra Mano de Piedra.
El ex tenista alcanzó la posición 5 el 29 de enero de ese año. En su palmarés, enfrentó a los dos mejores tenistas de la historia: Federer y Nadal. En muchas rondas finales tuvo que encontrarse con estos dos genios del tenis. Y en la mayoría, cayó. "Enfrenté a Federer y Nadal en arcilla y pasto, las dos superficies donde han ganado mucho. Y no sé qué es más difícil la verdad, si jugar con Nadal en arcilla o Roger en pasto. Pero si es más torturante Nadal en arcilla. Te va a tener horas corriendo y te hará sentir que te mueres. Federer te puede hacer sentir que eres malo, pero físicamente no te va afectar tanto como con Nadal. Perfectamente te puede tener 6 horas corriendo de lado a lado y diciendo: 'estamos recién comenzando'".
Durante la estadía en Australia, González junto a su entrenador por ese entonces, Larry Stefanski, tenían un rutina los días que jugaba. Sin embargo, aquel día de la final, el tenista la olvidó, pero sólo por unos minutos. "Al mediodía entrenábamos un rato. Después me iba a descansar. Calentaba antes del partido y luego entraba a jugar. Pero ese día, no es que se me haya olvidado entrenar, pero Stefanski me fue a tocar la puerta para ir a entrenar, y le dije: 'Ah, verdad que tenemos que ir a entrenar'", recuerda el ex tenista.
El revés paralelo de Roger Federer sepultó toda expectativa de Fernando González. El suizo alcanzaba su Grand Slam número 13. Por su parte, el Bombardero quedaba en la puerta de conseguir lo que siempre soñó.
Su regreso a Chile fue como se esperaba. Periodistas, fanáticos y gente que pasaba por el aeropuerto de Pudahuel le dieron palabras de aliento al segundo tenista chileno en alcanzar una final en Melbourne, tras Marcelo Ríos en 1998. "Sabía de la expectación que había acá, pero yo ya tenía recorrido y lo asumí como parte de mí. Al principio costaba, pero después uno dice: 'es un partido de tenis, si pierdes no pasa nada'. Mi felicidad no dependía de ese partido de tenis. Hay cosas más importantes en la vida que ese torneo. En momentos miraba los diarios, lo que se hablaba. Pero para ver en qué parada estaba cada diario (risas). A veces te dejaban caer con vuelo o te tiraban muy para arriba, pero me acostumbré a vivir con eso. No te miento que igual me agoté bastante. pero es parte de la carrera. Siempre quise que me fuera bien y sabía que esas cosas podían pasar. Uno no sabe lo que se siente hasta que te pasa".
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