Hernán Larraín: "Hay que evitar que el programa de gobierno se etiquete como derechista"
Advierte sobre la necesidad de que un próximo gobierno deba "cohabitar" con fuerzas opositoras para lograr acuerdos políticos. Asegura que la UDI es un partido de "centroderecha" y que deben tener flexibilidad y humildad si el objetivo es que el país avance.
En la semana en que fue parte del grupo transversal de parlamentarios que presentó una propuesta para modificar el régimen político del país, el senador de la UDI Hernán Larraín profundiza e instala con fuerza la necesidad de que un eventual gobierno de Chile Vamos "cohabite" con fuerzas políticas opositoras.
"Si el mundo político realmente asume el cuestionamiento que hay hoy de la gente no solo por el tema del financiamiento irregular, sino por la ineficacia de los resultados de las gestiones de gobierno, estarían un poquitito más sensibles a abrirse espacios a trabajar en conjunto", afirma. En ese sentido, el ex presidente de la UDI asegura que su partido debe mostrar "flexibilidad" y que más bien es una colectividad de "centroderecha".
¿Qué lo hizo sumarse a esta idea de proponer que se cambie el régimen político junto a los senadores Andrés Zaldívar (DC), Andrés Allamand (RN), Felipe Harboe (PPD) y Carlos Montes (PS)?
Yo, siendo doctrinariamente parlamentarista, he escrito en favor del parlamentarismo como forma de gobierno, pero siempre he tenido mis reservas de que un sistema así pueda funcionar en Chile. En los últimos años el asunto ha cambiado, en Chile se ha hecho bastante difícil gobernar y algunos cambios del sistema político y electoral amenazan con empeorar la situación de poca gobernabilidad. Hay más de 30 partidos inscritos en Chile. El sistema electoral proporcional, al introducir una mayor cantidad de parlamentarios, lo que hace es una fragmentación de las fuerzas políticas representadas en el Congreso. ¿Por qué ha surgido el Frente Amplio por un lado y otras posturas en nuestro sector, por el otro? Porque el sistema político lo está permitiendo. Si bien eso puede ser muy atractivo para el debate político, es malo para la efectividad de los gobiernos. De ahí mi convicción de que había que hacer algo distinto, y pienso que la conversación interna que tuvimos en este grupo fue sensata. Dijimos: no cambiemos el régimen presidencial, pero sí abramos una ventana que le permita a un gobierno intentar algo distinto. Yo creo que al próximo gobierno, quienquiera que lo gane, le va a costar gobernar. Para poder hacerlo se va a requerir un entendimiento con otras fuerzas políticas, porque nadie va a tener mayoría en el parlamento. Propusimos entonces un esquema que permitiría tener una suerte de primer ministro, un jefe de gabinete empoderado por el Presidente para ciertos objetivos, que permitiría trabajar con las fuerzas políticas del parlamento para avanzar en acuerdos.
Dice "entendimientos con otras fuerzas". ¿A cuáles se refiere?
El gobierno va a tener que dirimir quiénes serán sus probables aliados en la oposición. La oposición va a estar fragmentada en distintos partidos, va a ser una constelación, por eso creo que los acuerdos se deben dar con quienes estén dispuestos a una agenda de legislación determinada. Si es Sebastián Piñera, en principio debe haber apertura a todos, pero eso es teórico. Entonces con aquellos que estén en la vecindad de los proyectos que su gobierno quiera llevar adelante. Aquí va a ser indispensable instalar lo que en Francia llamaron la 'cohabitación'. Va a ser necesario avanzar en un carácter conjunto. La cohabitación de quienes no están todos en la misma coalición es razonable y a estas alturas es altamente conveniente. La cohabitación será una forma de decirle a la gente 'por ustedes, por resolverles sus problemas estamos dispuestos a trabajar unidos personas que hemos tenido posturas políticas encontradas'.
¿Esto implica algún el sello en especial en el programa de gobierno de Sebastián Piñera?
Lo que debe estar en el alma del programa de Sebastián Piñera es ser una propuesta muy completa, muy innovadora y muy abierta desde el punto de vista político. No están los tiempos, como a algunos les gusta, para llevar las propuestas al extremo, a la derecha. Hay que hacer propuestas que resuelvan los problemas de los chilenos, que tengan la orientación básica desde el mundo nuestro, y desde un punto de vista político más cercano al centro, porque ahí es donde nos encontramos con mucha gente de distintos lados. Ese es el esfuerzo que tiene que hacer el Presidente con un jefe de gabinete que tenga la capacidad de entenderse, que tenga la flexibilidad para recoger propuestas sin que eso altere lo esencial de la propuesta programática del gobierno. Esa propuesta no debe ser un dogma, como le pasó a la Nueva Mayoría. Si alguien quiere instalar en la política una academia religiosa, moral y dogmática se equivocó de espacio, no es este. Uno tiene que tener sus principios, sus valores, y sus objetivos políticos, pero el funcionamiento de la política es para lograr proyectos que permitan avanzar al país. Y si para eso uno necesita llegar a entendimientos con otros, tiene que tener la flexibilidad para obrar en ese espíritu.
Si Sebastián Piñera llega al gobierno y su programa es como usted dice, de apuntar al centro, el aliado natural para estos entendimientos sería la DC.
El marco conceptual son las ideas de la libertad representadas por personas capaces políticamente y con suficiente manejo y destreza en las materias que les corresponde disponer, pero guiadas por el sentido común. En ese escenario, Dios quiera que no sea solo la DC, sino que grupos independientes, movimientos ciudadanos, etcétera. Si hay alguien del Frente Amplio que se sienta llamado por alguna de estas ideas, también. Yo no haría excluyente la invitación. Sé que va a ser difícil que todos lleguen a un paquete de proyectos, pero es posible que con algunos, que sea una cantidad suficiente, se logre la mayoría necesaria y con otros buscar apoyos circunstanciales.
¿Sí o no a la cohabitación con la DC?
Cohabitación con quienes se quieran sumar a este proyecto. Tengo fe en sectores moderados de la Nueva Mayoría, en el mundo independiente, en otra gente de centro, que no quiero nombrar. Es que cuando uno dice 'me gustaría trabajar con A, B y C' entonces A, B y C van a decir '¡no, yo no estoy dispuesto a trabajar con ustedes!'. Bueno, porque estamos en un período electoral.
Si dice que el programa debe ser de centro, ¿cómo se explica la idea que se ha instalado de que la UDI, un partido de derecha, debe ser el corazón del próximo gobierno?
Yo siempre he tenido mis diferencias con esa definición de la UDI, que es una percepción muy frecuente. Yo veo que hay que evitar que el programa de gobierno se etiquete como derechista, porque eso no sería fiel a lo que se quiere hacer. Lo que nosotros queremos es impulsar lo que la gente quiere. Y con esa idea, lo que la UDI quiere decir es que, si bien resignamos a llevar un candidato presidencial propio, no renunciamos a que nuestras ideas no sean fundamentales en el próximo gobierno. Dicho eso, uno entiende que al final tiene que actuarse con humildad y generosidad y sobre todo porque, si queremos lograr que se cumpla el programa, vamos a tener que trabajar con otros. Eso significa tener flexibilidad suficiente. Insisto: hay algunos, a veces dentro del partido o en nuestro sector u opinólogos del medio político, que tratan de que todo se haga en conformidad a un conjunto de dogmas y principios inmutables. Yo hace tiempo que dejé de creer en eso.
¿Está diciendo que la UDI es un partido de centroderecha?
Sí, absolutamente. (Gilbert Keith) Chesterton decía que si una buena idea no era capaz de transformarse en realidad, al final era una mala idea. En política, eso significa tener pragmatismo y pienso que cuando uno dice que es de centroderecha es porque está diciendo que, dentro del espacio de mis ideas, soy capaz de converger a posiciones de encuentro. Quizás las ideas son de izquierda o de derecha, pero las propuestas políticas son más bien de centro. Y en torno al centro es que se logran los acuerdos que permiten a los países avanzar.
¿Qué le ha parecido la conducción de su sucesora en la presidencia de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe, en los cuatro meses que lleva de gestión?
Bien. Está haciendo muchos esfuerzos. Le tocó terminar la reinscripción del partido, armar las listas parlamentarias, trabajar en la campaña presidencial y está haciendo sus mejores esfuerzos para que el partido tenga éxito en esos procesos.
¿Qué piensa de lo que dicen algunas voces sobre que hay vetos de la directiva a la llamada 'disidencia' del partido que lidera Jaime Bellolio?
Yo había nombrado a algunas personas, y la nueva directiva tiene el derecho a nombrar a otras en esos cargos. No diría que hay actitud de vetos hacia la disidencia, porque tampoco veo que esta exista como tal. Yo no veo a Jaime Bellolio ni a nadie de los que estuvieron en su lista tratando de ponerle obstáculos a la gestión de la directiva. Se está trabajando con unidad, aunque eso no significa que todos estén de acuerdo con todo lo que se está haciendo. El éxito de la UDI es que no hemos hecho bandos. Hay que evitar la existencia de bandos a como dé lugar y eso es responsabilidad de la directiva.
La senadora ha dado declaraciones en las que desliza que no sería tan perjudicial ir en dos listas parlamentarias. ¿Qué le parece?
La señal es muy clara: tenemos un candidato presidencial, una lista parlamentaria. Hay un sector político que tiene la mayoría de las preferencias para que se haga cargo del gobierno y que debe demostrar gobernabilidad interna, porque eso es lo que permite hacer el contraste con el caos de la Nueva Mayoría.
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