Informe de riesgo dice que Chile está más preparado para enfrentar El Niño

Análisis de Moodys señala que solidez fiscal del país permitirá aminorar los costos que generaría posible irrupción del fenómeno.




En 1997, el paso del fenómeno de El Niño por América Latina provocó no sólo desastres naturales, sino económicos, por las inundaciones y el efecto en la pesca. Ese año, El Niño fue el más intenso de la historia. En Santiago, por ejemplo, cayeron 709,3 mm de lluvia.

Para este año, las proyecciones hablan de su reaparición, aunque menos intenso.

Si bien a principios de año  los modelos meteorológicos hablaban de un evento similar al de 1997, hoy indican que, aunque el fenómeno es cada vez más probable para el segundo semestre, han atenuado su intensidad. "Cada vez se habla de un Niño más débil", dice Juan Quintana, jefe de la sección de Agrometeorología de la Dirección Meteorológica de Chile. La diferencia de temperatura en el Pacífico central (donde se realizan los pronósticos) ha sido cercana a 1°C. En 1997 superaba los 3°C.

Durante un Niño débil es difícil saber cuánto puede llover, dice Quintana, porque algunos eventos comienzan siendo débiles, pero luego se vuelven moderados o, al contrario, su impacto se desvanece.

Independiente de su intensidad, la calificadora de riesgo Moody's hizo un análisis en que señala que las naciones más expuestas -Panamá, Brasil, Colombia, Perú, Chile, Paraguay y Uruguay- tienen hoy mayor solidez fiscal y pueden enfrentar mejor los costos asociados a daños en infraestructura y en áreas como agricultura y la pesca.

Gersan Zurita, vicepresidente de Política Crediticia de Moody's, y uno de los autores del informe, dice que Chile está entre los países que, de hecho, podrían ser beneficiados por el fenómeno. "Los impactos que esperamos se dan en la medida en que El Niño sea intenso y provoque grandes lluvias. Eso aliviaría la sequía y la potencia hidroeléctrica", dice.

Para Chile, con una posición fiscal entre las más fuertes de la región, el costo no sería peor que otros fenómenos, como los terremotos. "No sería una catástrofe", agrega Zurita.

El alza de la temperatura en el mar, si bien es más pronunciada en el Pacífico ecuatorial -donde provoca escasez de recursos-, puede impactar en Chile, aunque no es la regla y sólo se produce cuando el fenómeno es muy intenso, explica el oceanógrafo de la U. Católica del Norte Javier Sellanes. "La situación actual frente a las costas chilenas no presenta una anomalía significativa, para la fecha es incluso más fría", señala.

Cuando el fenómeno es muy intenso, como en 1997, tiene efectos a distintas escalas, no sólo aumenta la precipitación, sino que cambia el patrón de circulación atmosférica y las marejadas son más frecuentes. "Cuando viene un Niño se relaja un poco la surgencia costera (corriente fría, rica en nutrientes que hace que la zona sea más productiva), y se refleja en la cadena trófica, no hay tanto alimento para consumidores primarios (peces más pequeños), se ven animales más flacos, como lobos o pelícanos", indica. Los invertebrados tienen otra respuesta, los ostiones, por ejemplo, mejoran su tasa de crecimiento al subir la temperatura.

IMPACTO REGIONAL

Conscientes de su vulnerabilidad, este año Perú adelantó la temporada de pesca para asegurar una mayor captura. El país, según Moody's, es el más expuestos de América Latina. "En casos de Niño intenso, la lluvia extrema causa inundaciones, deslizamientos  y daños a la infraestructura", dice Zurita. Eso podría desacelerar la actividad económica.

En Brasil se espera que El Niño cause sequías en el noreste que reducirían la producción agrícola. Pero también más lluvia en el sur, que aumentaría la generación de electricidad en las grandes centrales hidroeléctricas, como también en Paraguay. La producción de soya en Brasil, Argentina y Uruguay también podría aumentar (ver infografía).

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