El nuevo rol de la esposa de Macri con agenda social y sin ambición política

Awada

En las últimas semanas, Juliana Awada viajó hasta las provincias de Chaco, Misiones, Entre Ríos, Chubut y de Buenos Aires. Ella forma parte del cambio de estilo que ha querido imprimir Macri, muy diferente del "doble comando" de los Kirchner.




La comparación se hace ineludible. La actual primera dama argentina, Juliana Awada, ha comenzado en los últimos meses a aumentar su perfil mediático, con una agenda social propia, pero donde por nada aparece una carrera o ambiciones políticas propias. Eso, a diferencia de lo que fue la primera dama entre 2003 y 2007, Cristina Fernández de Kirchner, quien era senadora, socia política clave del Presidente Néstor Kirchner y, luego, candidata presidencial.

Al contrario, la mujer de Mauricio Macri ha ido ganando espacios tras un período de adecuación a su nuevo papel y su nueva vida en la residencia presidencial de la Quinta de Olivos, y ha comenzado a salir a terreno, con o sin su esposo. Así, a fines de abril viajó a Santiago del Estero con la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, y desde entonces las incursiones en la Argentina profunda no se han detenido.

Además, en las últimas semanas estuvo en las provincias de Chaco, Misiones, Entre Ríos y Chubut, y con frecuencia participa en actividades "en el barro de la provincia de Buenos Aires, donde Juliana se anima a usar sus zapatos Prada", escribió en tono irónico la revista argentina Noticias.

Según esa publicación, el gobierno cuenta con encuestas que "avalan la decisión de levantarle el perfil a ella, cuando a la vuelta de la esquina asoma la campaña legislativa de 2017". Y los sondeos sostienen que la mayoría de los consultados no la ven, ni la quieren, como potencial candidata, sino como "eficaz acompañante del presidente y una portavoz de su mensaje".

"A diferencia de lo que ocurre con otras esposas de políticos, los encuestados a ella no la perciben como una amenaza. Dicen: 'Qué bueno, esta no va a ser candidata nunca'. Hay experiencias en la política argentina, la de Perón-Perón, o 'el pingüino y la pingüina' (los Kirchner), que traen malos recuerdos. La gente valora de Juliana el hecho de que no sea política", destacó el estratega ecuatoriano de las campañas de Macri, Jaime Durán Barba, citado por Noticias.

De esta forma, Juliana Awada forma parte central del cambio de estilo de gestión que ha querido imprimir Macri. Con Awada "se vuelve a un estilo de primera dama más tradicional, muy diferente de ese doble comando de Néstor Kirchner-Cristina Kirchner, entre 2003 y 2010 (año de la muerte del ex presidente)", dijo a La Tercera Graciela Römer, titular de la firma de encuestas Römer y Asociados.

"Desde su aspecto físico, Juliana marca una diferencia sustantiva con Cristina Fernández. Es una mujer que prácticamente no usa maquillaje, no usa joyas, no usa el Rolex de oro de más de US$ 10.000 que usaba Cristina Fernández. Esta es una primera dama que usa jeans, que baja a territorio y conoce el valor de un kilo de pescado, porque cocina. Tiene un huerto en la Quinta de Olivos de donde saca las verduras de primera necesidad, porque le gusta cocinar", aseguró.

Y levantar su rol e incluso su agenda social no es al azar. El columnista y analista del diario Clarín Julio Blanck sostiene que ha sido una constante de Macri, en términos políticos, siempre tener una mujer al lado para suavizar y humanizar su imagen de hijo de multimillonario. Ese fue el caso de la actual vicepresidenta, Gabriela Michetti, con quien gobernó la ciudad de Buenos Aires, y de María Eugenia Vidal, la actual gobernadora bonaerense.

"Ella tiene el rol que es el de acompañar a Macri de una manera elegante y cool, fresca. Es una mujer que tiene mundo, una empresaria, muy agradable, de muy buen ver, que no sobreactúa, no sale en las revistas de la farándula. Ella ya era conocida antes de ser la mujer de Macri. No es una mujer que desconozca el mundo, pero sí desconoce la política, y eso le da una atractivo extra en un momento en que hay un poco de una muy razonable saturación con la hiperpolitización de todo. Awada le da un costado como de vida más o menos normal al Presidente", dijo Blanck a este diario.

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