¿Qué estaría dispuesto a hacer para conservar su empleo?




Imagine que existen rumores de que habrá despidos en su empresa. ¿Qué estaría dispuesto a hacer usted para que su empleo no corra peligro? Probablemente, la respuesta que primero se le viene a la mente es que trabajaría duro, haría muchas horas extras y así el jefe se daría cuenta de lo necesario que es para la compañía. Pero ahora, piense de nuevo: ¿Mentiría, traicionaría a algún compañero de trabajo, echaría mano a todas sus armas de seducción?

Esa fue la encrucijada en la que colocaron a 1.200 trabajadores estadounidenses en una encuesta realizada por la consultora Harris Interactive y que LaTercera.com replicó en Chile. Casi un tercio de los estadounidenses reconoció que recurriría a alguna práctica poco honesta. Los chilenos fueron menos quisquillosos. El 39% dijo, por ejemplo, que estaría dispuesto a "exagerar una situación". Algo así como: "¡Jefe, tremendo problema que tuvimos, casi nos queda la escoba... Pero usted no se preocupe, yo ya lo solucioné!". Claro que el problema no había sido ni tan grande ni la participación del empleado tan importante. ¿Le suena conocido?

Otra escena: Durante una reunión, el jefe comenta sobre la última película que fue a ver. Una de la mafia, de esas que le encantan. A usted le cargan, así es que se queda callado. A su colega sentado al lado tampoco le gustan, pero no tiene empacho en decir: "Sí, qué buena película, tengo planeado ir a verla este fin de semana". Según los resultados de la encuesta, más de un tercio de los chilenos no tiene problemas en "mentir sobre sus gustos para profundizar sus vínculos con el jefe".

Entre los americanos, sólo el 13% dice que mentiría o exageraría para sentirse más seguro en el trabajo.

Sergio Landaeta, sicólogo de la Universidad del Desarrollo, comenta que este tipo de prácticas está muy arraigado en la cultura laboral chilena: "La gente tiende a pensar que no tiene nada de malo decir este tipo de mentiras, catalogadas como "blancas", sobre sus conocimientos, habilidades e historia, u ocultar información valiosa para la empresa. ¿Qué tiene de malo que diga que sé inglés? Es una trampa cognitiva en la que caen", dice. "Históricamente, los profesionales han trabajado con un alto grado de dependencia hacia la empresa. El valor de su trabajo no está dado tanto por sus capacidades, sino por lo que la compañía le entrega. Una cultura paternalista, donde evitamos más el riesgo y preferimos la seguridad", agrega.

Sólo que en épocas de crisis este tipo de conductas suele intensificarse. Carmen Gloria de la Cerda, sicóloga y gerente de desarrollo de la consultora en recursos humanos People & Partners, sostiene que "la idea de ya no tener empleo genera temores asociados a otras pérdidas: la de identidad, de estatus social, de pertenencia y de control". Los hombres serían quienes más experimentarían este miedo debido a su calidad de proveedor familiar.

SIN DAÑOS A TERCEROS
Pero si están dispuestos a mentir, al parecer, lo chilenos no lo están tanto cuando se trata de dañar a los colegas. En la encuesta, sólo un 4,2% se adjudicaría frente a su jefe el mérito de un compañero de trabajo y un 6% le mentiría a un colega para obtener algún provecho. Cifra que en Estados Unidos no superó el 2%. Eso sí, la tercera opción más elegida por los chilenos fue "coquetear con el jefe" (14%). Un arma poderosa para quienes se jactan de sus capacidades de persuasión..

Aunque los sicólogos consultados creen que, en realidad, las actitudes relacionadas con dañar a terceros son más recurrentes en las oficinas de lo que revelan las cifras de la encuesta, coinciden en que son las menos practicadas. Esto, porque tanto personas como empresas tienen una estructura valórica y colectivista. "La gente tiende a ser más formal y respeta a los pares. Piensan: 'yo le puedo mentir a mi jefe porque él me reta, pero no puedo hacerle eso a mi compañero porque está en mi mismo nivel'", dice Andrés Pucheu, sicólogo de la U. Católica. Claro que, enfrentados a la disyuntiva de "él o yo", no hay muchos que lo duden. "En la realidad, cuando llega el momento de que decidan entre mi compañero o yo, él no me va a importar. Digo que no lo haría, pero lo hago", dice Landaeta.

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