Siria, acostumbrada a vivir sin democracia, ahora teme a la inestabilidad
Los sirios ven por primera vez en muchos años cómo la inestabilidad que afectaba a sus vecinos iraquíes o libaneses se extiende también por su país.
Suena un teléfono celular en una calle de Damasco, pero el tono de llamada no es ninguna canción de moda, sino la apremiante consigna "Alá, Siria, Bashar y nada más".
Se escuchan detonaciones en un apacible barrio y la gente se asoma a los balcones y ventanas para asegurarse de que sólo son petardos lanzados en una manifestación a favor de Bashar Al Asad, presidente de Siria.
Podría ser algo más, es mejor verificar. Porque la situación no está para suposiciones inofensivas respecto a lo que se escucha en las calles de Siria, país al que en los últimos días se extendió la ola de protestas árabes.
Pocos son los que han visto en persona a los manifestantes de la oposición, pero casi todos han visto videos en Internet en los que se grita la consigna "Alá, Siria, libertad y nada más".
Los videos se ven y las redes sociales se usan, pero con discreción. Hace sólo cinco semanas que la censura fue levantada en internet.
PERPLEJOS
Los ciudadanos están intranquilos, no cesan de escuchar informes de violencia callejera en varios sitios de Siria, con saldo de muertes y heridos en cantidades que varían según informe el gobierno o la oposición.
Los sirios están acostumbrados a una vida sin democracia, pero también sin la inestabilidad que ha afectado a sus cercanos vecinos iraquíes o libaneses.
El miedo a que un cambio de régimen pudiera costarles su seguridad parece imponerse a muchos de ciudadanos, que miran perplejos las inusuales protestas que se desarrollan en el país.
Los sirios no han visto la inquietud de estos días, ni siquiera cuando su viejo enemigo, Israel, bombardeaba a su aliado Hizbolá en Líbano en 2006, a sólo 40 kilómetros de Damasco.
En esa ocasión se podía ver mucha gente conversando tranquilamente en cafés y restaurantes, ajena al conflicto, pero ahora no hay la serenidad suficiente para eso.
El antecedente más intranquilizador es una revuelta islamista en la ciudad de Hama, en 1982, que concluyó con la muerte de miles de personas.
INQUIETUD
No sólo las protestas contra el gobierno inquietan a los sirios, sino también las manifestaciones a favor que el pasado fin de semana tomaron las calles de Damasco y otras ciudades.
Las autoridades pidieron a la gente que no saliera a manifestarse a favor del gobierno, como había ocurrido durante varias noches consecutivas hasta la madrugada.
Las discusiones políticas, poco comunes en el país, ahora son más frecuentes. Muchas veces revelan un deseo de volver a la calma.
Cinco décadas de vigencia de una ley de emergencia que limita las libertades civiles no han favorecido la libre expresión, pero gran parte de los sirios tienen opiniones políticas claras.
Dos semanas de protestas y violencia callejera en algunas partes del país han reforzado viejos temores a que la alternativa al actual régimen pudiera ser el caos y la violencia sectaria y no la democracia.
FIGURA PRESIDENCIAL
En esta nueva e inquietante inestabilidad, una de las pocas cosas que parecen compartir muchos, además del miedo a la pérdida de seguridad, es la poca disposición a criticar al presidente Bashar Al Asad.
Su fotografía está en todas partes y particularmente estos días es imposible mirar hacia alguna dirección en la calle sin ver uno de sus retratos.
Los sirios son capaces de criticar la corrupción y hacer chistes sobre este tema e incluso acerca de otros personajes de la vida pública, pero pocas veces sobre la figura de Al Asad.
Esta situación no se extiende al resto del gobierno ni al partido Baath, en el poder desde hace 48 años.
La violencia en la represión de las protestas, con saldo de muertos y heridos, ha provocado que muchos sirios señalen hacia el gobierno en busca de responsables.
Pero algunos prefieren pensar que Al Asad es también una víctima de un sector duro del gobierno antes que creer que ha ordenado disparar contra sus propios ciudadanos en Daraa y otras ciudades.
Por eso, una masiva manifestación organizada por el gobierno este martes se centró en gritar su apoyo a Al Asad.
Entre los sirios más educados y comprometidos políticamente existe cierta impresión de que están atados de manos.
Para ellos, es inaceptable dejar de perseguir la democracia, pero también lo es caer en el caos o el fundamentalismo religioso.
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