De la esperanza a la frustración: La relación entre democracia y redes sociales
¿Qué impacto tienen las redes sociales y, más ampliamente internet, en la calidad de la democracia? ¿Aumentan la participación política? ¿En qué medida las personas toman decisiones de manera más informada?
En Chile la pregunta por la influencia de las redes sociales sobre distintos aspectos de la vida política ha sido abordada hace más de una década. Si el movimiento estudiantil de 2011 demostró que las redes tendrían un potencial organizativo tremendo, las elecciones presidenciales de 2017 mostraron de manera elocuente que estas constituyen una arena donde se promueven ideas y se disputan los votos.
El famoso #Chilezuela que circuló en redes sociales, por ejemplo, planteó la duda sobre cómo se promueven ideas sobre el futuro -escenarios distópicos- para promover preferencias electorales. Un estudio que realizamos en el Observatorio de Política y Redes Sociales mostró que esta idea fue promovida redes sociales por grupos extremistas con intenciones políticas, más que una idea que surgió de la opinión pública.
De manera más amplia, investigaciones en el área se ha mostrado la estrecha relación entre la juventud, el uso de redes sociales y la participación en protestas. Las movilizaciones contra Hidroaysén, así como el ciclo de revueltas estudiantiles iniciado en el 2011 son un claro ejemplo de ello. Esto ha permitido reducir las brechas políticas entre generaciones, sirviendo como plataformas que dinamizan los procesos de politización en grupos que en décadas anteriores declaraban “no estar ni ahí”.
Otro fenómeno importante es el activismo digital. Investigaciones han señalado que la emergencia de espacios virtuales ha permitido la consolidación de un tipo de activismo digital distintivo. Estos espacios no solo sirven como plataformas para organizar acciones fuera del mundo virtual, sino que también sirve para construir identidad individual y colectiva a partir de la identificación de intereses comunes. Por ello, no es de extrañar que se perciba un crecimiento de los debates en las redes relacionados con temas políticos institucionales, así como con temas de interés comunitario. Por ejemplo, Valenzuela, Bachamn y Bargsted (2019) muestran la relevancia que tienen las noticias obtenidas en diferentes redes como Facebook o Twitter en los debates en los grupos de Whatsapp.
Los dos elementos anteriores nos entregan pistas para entender el panorama actual de la relación entre redes sociales, política y protestas en Chile. El creciente uso de las redes sociales, más allá de la juventud, así como el aumento del activismo digital y de la prensa alternativa, ha cimentado un circuito de información y discusión que ocurre por fuera de los márgenes institucionales y de los medios tradicionales. Hay una sociedad civil que utiliza estas plataformas para informarse, tomar posición y organizar acciones políticas dentro y fuera de las redes.
Sin embargo, aun queda por dilucidar cuál es la relación entre el uso de redes digitales sobre la participación en espacios institucionales en el contexto nacional. Nuestras investigaciones en el Observatorio de Política y Redes Sociales muestran, en primer lugar, que medios como la televisión o prensa escrita han ido retrocediendo.
Así, de acuerdo a la encuesta CEP, si en 2011 el 59,4% de la población declaraba usar la televisión a veces o frecuentemente como fuente de información política, en 2019 esta cifra llegaba a 49%. En paralelo, las personas que declararon seguir temas políticos a veces o de manera frecuente en redes sociales como Twitter o Facebook, aumentó de 15,3% a 30,6% en el mismo periodo (todo esto, antes del estallido social). En general, las personas con posición política clara tienden a usar más las redes sociales como fuente de información política. Esto tiene implicancias sobre el flujo de la información política en redes sociales, por cuanto la identificación política fuerte es una condición necesaria para producción de cámaras de eco y polarización en redes sociales.
Un hallazgo importante que estamos escudriñando es que las personas que siguen temas políticos ocasional o frecuentemente en plataformas como Twitter o Facebook tienen mayor probabilidad de votar en las elecciones nacionales que aquellas personas que no siguen temas políticos en las redes. Más aún, hemos visto que el efecto es mucho mayor para las personas más jóvenes. Es decir, contrario a las ideas de que las redes sociales pueden socavar los procesos democráticos institucionales, el uso de estas plataformas para seguir temas políticos fomenta la participación electoral. Además, esto contraviene la idea de que las nuevas generaciones hacen un uso meramente lúdico o hedonista de las tecnologías de la comunicación.
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