El “asalto” al poder del Frente Amplio en menos de 10 años: Del movimiento estudiantil a la carrera por La Moneda
La coalición que se formalizó en 2017, pero cuyos orígenes se remontan a las movilizaciones estudiantiles de 2011, logró consolidarse como una alternativa de gobierno y le arrebató la hegemonía de la izquierda a la exConcertación. El camino hacia los buenos resultados electorales este año, no obstante, estuvo marcado por fricciones que amenazaron con poner término al bloque y por decisiones que en muchas ocasiones se hicieron a contrapelo de sus grandes líderes.
“Hoy día estamos cambiando el mapa político de Chile. No solamente por este millón doscientos mil votos, sino por todos los votos que hoy nos van a dejar una bancada parlamentaria del Frente Amplio. Hoy triplicamos o quintuplicamos la cantidad de diputados frenteamplistas y es porque el cambio viene para quedarse”.
Las palabras son de Beatriz Sánchez y aunque datan de hace cuatro años para muchos en el Frente Amplio hoy suenan a vaticinio. La noche del 19 de noviembre de 2017, la entonces candidata presidencial del bloque le pisaba los talones al candidato de la exNueva Mayoría, Alejandro Guillier y le daba el primer golpe a quienes habían mantenido la hegemonía de la centro izquierda desde el retorno a la democracia.
Al igual que hoy, esa jornada los frenteamplistas celebraban su éxito electoral y cosechaban los primeros frutos de la tesis del “reemplazo a la Concertación” que dio vida al bloque y que anoche concretaron con el paso de su abanderado Gabriel Boric a segunda vuelta en desmedro de la candidata de Nuevo Pacto Social, Yasna Provoste. El diputado por Magallanes obtuvo el 1.101.196 votos que representa un 24.9%
Un triunfo menor al que proyectaba el conglomerado, pero que los posicionó como una fuerza política competitiva.
Aun así, este domingo, el parlamentario terminó de dar la estocada que comenzó Sánchez y el FA -junto a la coalición que conformaron con el Partido Comunista, Apruebo Dignidad-, y dio vuelta la hegemonía que en la centro izquierda mantuvo la alianza PS-DC desde hace 30 años.
El resultado de anoche no es el único éxito electoral en los últimos meses del bloque que nació al alero de las movilizaciones estudiantiles de 2011. Cuatro meses antes, Boric derrotó sorpresivamente con más del 60% de los votos al abanderado del Partido Comunista, Daniel Jadue, en las primarias de Apruebo Dignidad, poniendo distancia a la premisa de que el FA terminaría como un “satélite” de los comunistas.
Aunque en el conglomerado que lidera el aún diputado por Magallanes marcaron esos comicios como el mayor hito respecto de la hegemonía del FA en la izquierda aluden a una antesala que comenzó a allanar ese camino: la elección de mayo de los convencionales constituyentes -en la que Apruebo Dignidad se consolidó como la principal fuerza de izquierda y el FA obtuvo 16 escaños- y de alcaldes y gobernadores regionales -en la que obtuvieron triunfos emblemáticos con Macarena Ripamonti en Viña del Mar, Tomás Vodanovic en Maipú o Emilia Ríos en Ñuñoa.
“Algunos nos daban por muertos”, repetían esa noche los principales líderes del bloque, como el diputado Giorgio Jackson (RD) o el propio Boric.
En el FA explican hoy con distintas razones cómo su opción logró consolidarse este año, pero un punto compartido entre sus dirigencias y parlamentarios se remonta a sus orígenes: el movimiento estudiantil de 2011. Las masivas protestas de ese año hicieron de sus líderes rostros reconocidos en el país y permitieron que las fuerzas políticas de izquierda que dirigían en los principales centros de estudios del país, como el Movimiento Autonomista en la Universidad de Chile o la Nueva Acción Universitaria (NAU) en la Universidad Católica, tejieran las primeras redes de lo que luego se transformaría en la coalición.
En ese contexto, además, nació el partido hegemónico del bloque, Revolución Democrática. La colectividad -cuyo principal líder es Jackson- ha sido el único movimiento del FA que se ha mantenido como tal durante todos estos años y ha funcionado como un “eje” de la coalición.
En el bloque aseguran que el trabajo coordinado desde ese entonces ha sido fundamental para la consolidación de un movimiento de izquierda y para que la ciudadanía estuviera familiarizada con algunas de sus principales luchas. “A partir de esos momentos empezamos a converger desde diferentes lugares territoriales, desde diferentes luchas. Empezó a madurar un proyecto político que hoy es representado en Apruebo Dignidad”, dijo Boric en su discurso de cierre de campaña, en alusión a la posterior incorporación del Partido Comunista.
En el bloque, no obstante, remarcan otro punto como clave: la aparición de nombres que desarrollaron un “trabajo silencioso” y que hoy ya tienen cargos de representación. De hecho, en el FA sostienen que en esos tiempos ya se comenzaban a ver algunas de las figuras que, más allá de Jackson y Boric, hoy ya son líderes del frenteamplismo.
Un caso particular se da, por ejemplo, en la primera directiva de RD en 2013. Esa organización fue liderada por Miguel Crispi, hoy diputado candidato a la reelección, junto a Sebastián Depolo, hoy candidato a senador, pero también participaba como coordinadora de Acción Política la actual convencional constituyente, Tatiana Urrutia. Otro caso es el de una de las principales líderes del Movimiento Autonomista -fuerza que derivó de la Izquierda Autónoma-, Constanza Schonhaut, pareja de Jackson, quien ahora ocupa un escaño en la Convención Constitucional.
Entre algunos líderes de RD sostienen que en esos años ocurrió otro “hito” clave para la incipiente coalición: las elecciones municipales de 2016. En esa elección, dicen, el partido logró elegir a sus primeros concejales electos, entre ellos a quien hoy ostenta el cargo de alcaldesa de Ñuñoa, Emilia Ríos.
El golpe del estallido social
Tras la elección presidencial de 2017 -donde estrecharon su disputa electoral con la exConcertación- y en su primer año en el Congreso el bloque gozó de buena salud. Al llegar al Parlamento, el FA estaba conformado por RD, el Partido Liberal, los movimientos que luego se transformarían en Convergencia Social (Movimiento Autonomista, SOL, la Izquierda Libertaria y Nueva Democracia) y en Comunes (Poder Ciudadano y la Izquierda Autónoma). En esa primera versión también estaba el Partido Humanista, el Partido Igualdad, el Partido Ecologista Verde y el Partido Pirata.
Sin embargo, el 18 de octubre de 2019 remeció a la coalición y los lanzó a un duro proceso de transformación que terminaría con la salida del PH, el PI, el Partido Pirata y el PEV y, con eso, cuatro parlamentarios menos. En ese momento, el diputado (hoy convencional) Renato Garín ya había renunciado a RD, por lo que el bloque a dos años de llegar al Congreso había disminuido su número de parlamentarios de 20 a 15.
En el FA aseguran que la tensión que provocó el estallido social y particularmente el respaldo que las principales fuerzas del bloque dieron al acuerdo por la Paz y una nueva Constitución -con un solitario Gabriel Boric poniendo su rúbrica al pacto-, sigue marcando las decisiones políticas que ha tomado el bloque.
En la coalición sostienen que fue tras esa crisis que en el FA se instaló con más fuerza la resistencia a llegar a un futuro entendimiento con la exConcertación, pese a que algunos de sus principales líderes en ese momento, como Jackson, Sánchez, Boric y el diputado del Partido Liberal, Vlado Mirosevic, impulsaban llegar a un acuerdo electoral con todas las fuerzas de la centroizquierda.
En el bloque sostienen que la idea de “los 30 años” caló hondo en sus bases y que, por eso mismo, las colectividades más a la izquierda, como Convergencia Social y Comunes, lograron instalar la tesis de que había que “desbordar” el FA principalmente hacia los movimientos sociales. Ese impulso ayudó a que el bloque resolviera el histórico dilema que los aquejaba desde que ingresaron al Congreso: si mirar o no a los partidos de la “política tradicional”.
Ese periodo, no obstante, estuvo lleno de contradicciones, divisiones internas y pasos en falso de las dirigencias del FA, las que incluso amenazaron con poner fin al bloque. “Se creó el FA 2.0″ repetían los parlamentarios del bloque tras la tensionada salida de las fuerzas que criticaron que el núcleo central del conglomerado firmara el histórico pacto.
En las filas del frenteamplio aseguran que el acuerdo relevó -aunque de manera “dolorosa”, agregan- que el bloque debería administrar la capacidad de estar en la “institución” y, al mismo tiempo, en “la calle”. “Esa dualidad ha demostrado que podemos mantenernos en los territorios, pero también estar en los lugares donde se crean las políticas públicas”, asegura un parlamentario del bloque.
“La pregunta que nos hacíamos en esos momentos era cómo le dábamos una salida a la crisis sin separarnos de la base más movilizada”, sostiene el secretario general de RD, Sebastián Depolo.
El FA recoge la hoz y el martillo
Entre los principales dirigentes del FA no hay ninguna de que un punto clave para el buen resultado electoral del día de hoy es resultado del “giro a la izquierda” que hizo el bloque luego del estallido social.
Ese movimiento se concretó en dos momentos que terminaron cerrando el abrazo del Frente Amplio con el Partido Comunista: la negociación de las listas para la elección de convencionales constituyentes en enero de este año y el pacto para las primarias presidenciales en mayo.
Pese a que en ambos casos los líderes del FA impulsaron un entendimiento con toda la centroizquierda o, al menos, con el Partido Socialista, los partidos del bloque más cercanos al PC lograron instalar su tesis. Y, reconocen hoy quienes impulsaban algo distinto, que esa definición resultó ser la acertada.
El acuerdo con los comunistas para los convencionales, no obstante, le trajo costos a los frenteamplistas. Ante el inminente pacto, algunos sectores de RD, liderados por los diputados Pablo Vidal y Natalia Castillo, y el Partido Liberal institucionalmente decidieron abandonar el bloque y alcanzar un pacto con las colectividades que hasta anoche sustentaban la candidatura de Yasna Provoste (DC). “Un paso equivocado”, dicen hoy en el FA.
La elección de los convencionales terminó con la incertidumbre que provocaba esa apuesta electoral y cristalizó el nacimiento de la coalición que hoy respaldó a Boric. El nombre Apruebo Dignidad, de hecho, surgió en la firma del pacto entre el FA y el PC para esos comicios.
Sin embargo, en el FA miran otro momento como una apuesta acertada para el resultado electoral de anoche: la jornada de inscripción de pactos para las primarias presidenciales en que un sector de Apruebo Dignidad le dio un portazo al PS y evitó que algunas colectividades de la exConcertación se sumaran a la coalición.
Esa jornada, la presidenta de Convergencia Social, Alondra Arellano, le dio la espalda a su candidato presidencial y manifestó que no había espacio para que la abanderada socialista Paula Narváez se sumara a las primarias si venía con el PPD y el PL y Nuevo Trato. Su rechazó fue secundado por el PC y, pese a que dirigentes como Jackson y Beatriz Sánchez trataban de hacer cambiar de parecer a sus pares, sus intentos no dieron frutos.
Pese a que ese camino incomodó a algunos sectores y provocó el temor de que el bloque quedara subordinado a la candidatura presidencial del PC, Daniel Jadue, hoy en el FA aseguran que la definición fue un momento clave en la historia frenteamplista. Si bien reconocen que fue un “riesgo”, en la coalición aseguran que el hecho de que Boric se impusiera cómodamente al alcalde de Recoleta -quien figuraba como una carta segura en las encuestas- los dejó posicionados como el “eje” de la alianza de izquierda.
Hay un dato relevante que supera las decisiones políticas de los últimos meses sostienen en el FA. Y ese es el liderazgo propio de Gabriel Boric. Según cercanos al parlamentario, su perfil de “disposición al diálogo” -incluso con el gobierno de Sebastián Piñera- marcaron un factor decisivo no sólo para derrotar a los comunistas en las primarias de la izquierda, sino que será clave para intentar sostener conversaciones con la centro izquierda de cara al balotaje de diciembre.
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