Innovación en Chile: tortugas e hipopótamos




En el mundo de las metáforas sobre la economía y la empresa habita armoniosamente una fauna bastante diversa: durante los ‘90 Chile fue el jaguar de Sudamérica; las empresas que crecen rápido en su mercado se convierten en gacelas; y un problema con que suelen encontrarse los emprendedores es el elefante de la burocracia.

El mundo de la innovación también tiene algunos animales que aportar al zoológico. En mi experiencia promoviendo un enfoque inclusivo de innovación para empresas, he visto de cerca cómo en las culturas de trabajo tradicionales, excesivamente jerárquicas, se manejan los recursos humanos como tortugas y se toman decisiones siguiendo a los hipopótamos.

Me explico.

Una característica de las tortugas domésticas es que su crecimiento depende del tamaño del terrario en que viven. No es difícil observar este fenómeno en el día a día de las empresas: tal como las tortugas, los empleados de una compañía sólo pueden crecer y desarrollar sus habilidades de acuerdo a los espacios que su entorno les ofrece. Dado que los programas de innovación en Chile se enfocan principalmente en los niveles más altos de la empresa, las tortugas son relegadas al terrario chico, desaprovechando así el potencial de innovación que alberga la mayor parte del recurso humano de la compañía.

Y cuando la cultura de la empresa no estimula el desarrollo de todo el personal, el criterio para tomar las decisiones suele ser la “norma del hipopótamo”: seguir la opinión de la persona mejor pagada en la sala (en inglés HiPPO, highest paid person’s opinion). Esta lógica resulta especialmente nociva para los proyectos de innovación porque las visiones HiPPO suelen ser las más alejadas de los procesos productivos y de los clientes finales. Alejados de ellos es muy difícil realizar innovaciones efectivas.

El gobierno nos ha invitado a re-imaginar Chile en este año de la innovación. Quizás la clave para volver a ser jaguares se encuentra en darle espacios a nuestras tortugas y mover a nuestros hipopótamos.

*El autor es director de Estudios MMC Consultores.

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