Ricardo Ffrench-Davis: “De ninguna manera avanzaría ahora con el proyecto de reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales”
El académico de la Universidad de Chile afirma que el país necesita una reforma tributaria y, por ello, plantea la idea avanzar en dos etapas: la primera parte puede comenzar con reducción de evasión y elusión, las exenciones tributarias, más atribuciones al SII y algún impuesto global complementario. Es partidario de que el Banco Central tenga nuevos objetivos, pero manteniendo su autonomía.
En momentos en que se discute una nueva Constitución que busca realizar cambios estructurales en lo político, económico y social, y asume un nuevo gobierno con una agenda que camina en esa misma dirección, el economista y académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, Ricardo Ffrench-Davis, lanzó el libro La Pandemia Neoliberal, hacia una Economía al servicio de la gente. En este texto, el premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales de 2015 relata cómo -a su juicio- el modelo económico chileno se estancó y plantea una serie de transformaciones que el país necesita para avanzar hacia el desarrollo.
Además, en esta entrevista, entrega algunas recomendaciones sobre el programa de gobierno y en qué medidas debería poner un mayor énfasis el Presidente Gabriel Boric.
En su libro analiza el estancamiento que ha tenido la economía chilena en los últimos 20 años, en momentos en que se inicia un nuevo gobierno y se discute una nueva Constitución.
-Necesitamos hacer nuevas reformas, porque nos estancamos. No podemos seguir haciendo más de lo mismo. El país se estancó, comenzó la corrupción, la colusión, el financiamiento irregular de la política, y todo este conjunto de temas que estuvieron presentes en los últimos 8 años. Por otro lado, la economía chilena pasó de crecer 7,1% en la década del 90, al 4,3% de 2000, al 3,8% de 2010 y ahora ya llevamos ocho años con un crecimiento de 2,1%. Este país se trancó y la gente se choreó.
¿En qué año se estancó la economía chilena?
-En la década del 2000 el país se estancó. Si bien hubo algunas reformas importantes en el gobierno de Lagos y Bachelet I y II, fueron insuficientes. La élite pensó que ya todo estaba hecho y que era afirmar el timón fijo y seguir así para adelante.
¿Los hechos demostraron que no era así?
-Las exportaciones tenían cada vez menos valor agregado. Actualmente crecen menos de 1% al año. Otro tema que nos afectó fue la calidad de la educación, los estudiantes que se graduaban y no encontraban trabajo en su profesión. Ahí están los “ninis”. Muchos de ellos son profesionales que no encontraron empleo en sus profesiones, y todo eso causó malestar en los ciudadanos y se expresó en las elecciones donde sucesivamente la participación bajaba.
En su libro propone algunas ideas de lo que se debe hacer para cambiar la matriz productiva y mejorar el crecimiento del país, ¿el programa de Boric apunta en esa dirección?
-La inversión productiva se trancó y se nos cayó. Estamos en niveles inferiores a los 90. Y eso es lo que tenemos que recuperar. Para hacerlo hay que poner el énfasis en las políticas de desarrollo productivo y en el impulso a las pymes. Estas empresas entregan la mitad del empleo, pero tienen poca productividad, por eso hay recuperar esa productividad. Apostemos para que les vaya bien a las grandes empresas, pero empujemos a las pymes, porque esa es la forma de crecer incluyendo.
Una de las conclusiones que plantea en su texto dice que “esta es una nueva oportunidad para que Chile ponga en marcha las transformaciones estructurales de fondo, para avanzar hacia un crecimiento con inclusión económica y social”. ¿Ve que el nuevo gobierno es la oportunidad para avanzar en reformas estructurales?
-Hay coincidencia con el Presidente Boric, al cual apoyé en segunda vuelta, y participé en el Consejo Asesor Económico. Nos hicieron bastante caso en las observaciones que les dimos. Los programas no están escritos en piedra y no está todo el edificio construido. Por eso hay que ir llenándolo de detalles y es importante no cometer errores determinantes en esos detalles. Si te equivocas en una cosa, echas para abajo todo el edificio, por eso la advertencia es de tener cuidado para algunos temas, pero Chile tiene que avanzar. Necesitamos reforma tributaria, desarrollo productivo, reforma de mercado de capitales para ayudar a las pymes que tienen mal acceso. Son todas materias difíciles de hacer.
¿Cuáles deberían ser las prioridades?
-Primero hay que ser realistas con las proyecciones de crecimiento y con los recursos disponibles. ¿30 mil millones de dólares de holguras? Realismo. Luego se debe avanzar en los cambios, pero en base a acuerdos. Reforma tributaria acotada y gradual, pero hay medidas que pueden salir en los primeros meses. El gobierno de Patricio Aylwin tuvo en dos meses una reforma tributaria aprobada de 3 puntos del PIB y una reforma laboral aprobada. Eso fue porque se conversó, se sacrificaron objetivos, hubo que negociar con la derecha y afortunadamente había personas dialogantes que se abrieron a ir cediendo en algo. Eso fue bueno para Chile.
¿El crecimiento de la economía este año estará más cerca del 1,5% que del 2,5% que proyecta el Banco Central?
-En la primera parte del año vamos a tener meses muy positivos, porque la información es en doce meses. El ajuste será más fuerte hacia el segundo semestre. El crecimiento para este año puede estar más cerca de 1,5% que de 2,5% y con meses negativos.
En lo tributario, ¿cuáles serían los temas prioritarios para avanzar?
-Una idea es avanzar en dos etapas, pero que la segunda no se postergue al infinito. La primera parte puede comenzar con reducción de evasión y elusión, las exenciones tributarias, más atribuciones al SII y algún impuesto global complementario que tome en consideración a los que ganaron y perdieron (en la crisis). Se debe pensar en el conjunto, no beneficiar a algunos tirando a otros para abajo. En temas de empleo, poner en marcha capacitación laboral, entregando un apoyo decidido a las pymes. Se debe escuchar a las pymes, pero también a las grandes.
¿Qué otra política debería enfatizar el gobierno entrante?
-Se debe impulsar una capacitación laboral pensando en el futuro. A eso le falta fuerza en el programa de Boric. Falta avanzar decididamente en desarrollo productivo y ahí es clave el rol que pueda jugar el Ministerio de Economía y nuestro ministro (Nicolás Grau) es un convencido de eso. El Ministerio de Economía no es para administrar el statu quo, sino que para transformar productivamente.
Una de las reformas importantes del gobierno es el proyecto de reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales, y subir el salario mínimo a $500 mil al término de la administración, ¿cómo deberían implementarse ambas medidas?
-De ninguna manera avanzaría ahora con el proyecto de reducción de la jornada laboral a 40 horas semanales, lo dejaría para el final del gobierno. ¿Cuándo redujeron la jornada laboral los europeos? Cuando tenían tasas de desempleo de 2%. Ahora esos países tienen desempleo alto y jornadas de 35-38 horas, pero ingresos per cápita y salario mínimo que son tres veces los nuestros, pero es porque el sistema económico lo sustenta, no es un cambio por ley. Para el salario mínimo se debe avanzar de manera más gradual, mirando en conjunto cuáles son los apoyos que existen en este momento y cómo afecta a distintos sectores.
¿Qué rol juega la Convención Constitucional en este cambio estructural que usted plantea que necesita el país?
-Es una vertiente muy especulativa. De hecho, en mi libro no lo agrego, pero termino en el último capítulo del libro diciendo que: “Mi esperanza para esta nueva oportunidad. Si Chile no la aprovecha nos hundimos, nos quedamos en la mediocridad por muchos años. Con este gobierno transformador que ha ido creciendo, junto al Presidente Boric da esperanza”. Ahora, lo que digo es que ojalá lo dejen hacer para iniciar la nueva oportunidad.
¿Hasta ahora la Convención va en la dirección que esperaba?
-¿Por qué se quería cambiar la Constitución? Porque había amarras, obstáculos para la transformación, para crecer, trabas para la inclusión en Chile. Lo que se espera es que remuevan eso, pero que no pongan nuevas restricciones que debiliten el Estado. Hay muchas cosas que se deben hacer para toda la nación. Si pensamos en distribuirlas en 20 unidades, vamos a perder la oportunidad. Es mejor que remuevan los obstáculos que tiene la Constitución actual, necesitamos un Estado fuerte con capacidad de mando para poder hacer las transformaciones profundas que el país necesita, ojalá que la nueva Constitución considere eso.
Por lo que menciona, ¿está en contra de la norma que propone que Chile sea un Estado regional?
-Yo soy muy descentralizador. Creo en el rol de los municipios, en el rol de las regiones, pero no es cada uno por su cuenta, sino en un país integrado, lo que no significa que esté en contra de la regionalización. El centralismo no es concentrar el centro, sino que esparcir bienestar a través de la nación, y eso requiere poder para las regiones, pero poder nacional para el Estado.
¿Mantiene la visión positiva del trabajo que está llevando adelante la Convención?
-Tengo esperanza con el pleno, y en el rol de la presidenta y el vicepresidente.
Hasta ahora la Comisión que revisa la orgánica del Banco Central, si bien mantuvo la autonomía, le agregó nuevos objetivos como el empleo y el crecimiento, ¿cuál es su posición?
-Autonomía sí, pero no independencia de Chile y, por lo tanto, no pueden preocuparse sólo de la inflación, sino que también del crecimiento económico y eso tiene que ver con el manejo adecuado de la demanda agregada para que la demanda sea consistente con la capacidad productiva. El Banco Cenral tiene que tener política cambiaria, monetaria y manejo de la demanda agregada.
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