Un intendente no es un porrista
"Es altamente probable que la actual intendenta de la Región Metropolitana no siga. Lo que confirmaría una más de las aprensiones que muchos teníamos cuando fue nombrada por el Presidente. ¿Cuáles eran? Que no completaría los cuatro años en el cargo, que no lograría un liderazgo claro, que no entregaría una visión de ciudad y que no sabría comunicar sus anhelos, sueños y desafíos como número uno de la capital."
Aún faltan tres meses para que tengan que renunciar a sus cargos los actuales intendentes que quieren ser candidatos a gobernadores regionales en las elecciones del próximo año. Pero en su bloque, Chile Vamos, ya asumen que Karla Rubilar será una de aquellas. Es decir, es altamente probable que la actual intendenta de la Región Metropolitana no siga. Lo que confirmaría una más de las aprensiones que muchos teníamos cuando fue nombrada por el Presidente. ¿Cuáles eran? Que no completaría los cuatro años en el cargo, que no lograría un liderazgo claro, que no entregaría una visión de ciudad y que no sabría comunicar sus anhelos, sueños y desafíos como número uno de la capital.
En tiempos en que resulta algo complejo criticar públicamente a una mujer si es que esa opinión viene de un hombre, y haciendo todo el esfuerzo para que este tipo de comentarios no confundan el plano profesional con el humano (no tengo nada en contra de la intendenta como persona, todo lo contrario, me parece genuina, honesta y bien intencionada), debo decir que me ha parecido deficiente el rol que ha ejercido Karla Rubilar. Primero, pues su cuenta de Twitter es lo más parecido que he visto a una porrista dedicada a vitorear a Sebastián Piñera. "Gran noticia de nuestro Presidente", "Como dice nuestro Presidente", "Junto a nuestro Presidente", "Feliz junto al Presidente", son algunos de muchos ejemplos que se suman al RT (retuit) de una infinidad de tuits del Presidente.
¿Eso es lo que esperamos de la primera autoridad de una ciudad de siete millones de habitantes? Entendiendo que aún falta (cada vez menos, eso sí) para que el futuro gobernador sea elegido democráticamente, el hecho de que al intendente lo nombre el Presidente del país no puede ser motivo para parecer una prolongación de éste. No veo a los ministros y ministras como cheerleaders de Piñera, salvo en las áreas que lo ameritan (y con bastante más mesura). Eso hace que el cargo se vea poco serio, poco republicano, poco cívico, y de inmediato nos hace suponer que la intendenta fue puesta en el cargo para eso: hacer barra y no molestar.
Vamos a otro punto crítico. La comunicación. La Intendenta no nos ha sabido mostrar un proyecto de ciudad, una visión de un Santiago futuro. Salvo su correcto plan "Corazones de barrio", me pregunto quién es capaz de bajar a un documento Word la manera en que esta autoridad está pensando Santiago. ¿Es falta de comunicación o no hay realmente un proyecto? ¿O es que pasa demasiado tiempo preocupada de los "incendios propios" del cargo, como manifestaciones, partidos de fútbol de alto riesgo y cortes de luz? ¿O será la falta de experiencia? ¿Se puede dirigir una ciudad cuando sólo se ha ejercido como parlamentaria, pero nunca como alcaldesa ni ministra ni subsecretaria? ¿Es justo que hayan puesto en el cargo a una ex diputada sin conocimientos profundos de cómo se mueve la máquina del Estado? Son preguntas que, a estas alturas, van dirigidas a quienes le van a sugerir al Presidente a él o la reemplazante de Rubilar.
Ya que no tenemos una autoridad metropolitana o un alcalde mayor con atribuciones ni presupuesto como en las ciudades más exitosas, al menos permítannos un líder que no se dedique a bajar los proyectos del intendente anterior o a acusar absurdamente a un escolar por no entender cómo funciona Instagram. Exigimos liderazgo, visión, seriedad y no más porristas.
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