“La gente que desayuna a las 8 y cena antes de las 20 horas tiene un seguro de vida”

Desde hace un tiempo, los médicos y especialistas en nutrición están entregando el mismo mensaje: ya no solo importa qué comemos para mantenernos saludables, sino cuándo. Y es que la hora en la que nos alimentamos puede interferir en los intentos por bajar de peso, pero también en los riesgos de padecer ciertas enfermedades.

En palabras más simples, hay horarios en los que es preferible no comer para cuidar la salud.

A partir de distintos estudios, los expertos han encontrado cuáles son los mejores horarios para poder alimentarse. Esta es la explicación.

Según explicó el nutricionista Luis Zamora en el programa español Y Ahora Sonsoles de Antena 3, son muchas las personas que comienzan su día con el pie izquierdo respecto a la alimentación.

Esto incluye a quienes desayunan demasiado pronto, o al contrario, deciden tomar su desayuno a media mañana.

Ante ello, la tecnóloga de alimentos Irene Domínguez le dijo al mismo medio que lo ideal es tener la primera comida del día entre la primera y segunda hora desde que nos levantamos, “siempre que te hayas expuesto un ratito a la luz solar, para despertar a las hormonas”.

Zamora agregó que el cortisol —también conocida como la hormona del estrés— está “a pleno rendimiento” cerca o antes de las 8 de la mañana. Por esto, es mejor esperar un poco desde que despertamos para recién desayunar.

Si eres de las personas que almuerza después de las 14 horas, podrías estar perjudicando tu salud. Según Zamora, el cuerpo está “mejor preparado” para comer antes de las 14:00. En ese momento, tendríamos “todas las hormonas preparadas y la insulina sería más efectiva”.

“Las comidas más tempraneras se están asociando con mayor control glucémico del peso”, dijo el experto.

Es decir, el almuerzo podría ir desde las 12:00 hasta las 14:00 como tope.

Desde siempre, los médicos han recomendado no comer copiosamente antes de irnos a dormir, y es que puede provocar problemas de sueño y molestias gastrointestinales mientras intentamos dormir.

Es necesario que nuestro sistema digestivo tenga unas horas para poder digerir la comida.

Es por ello que el nutricionista Zamora recomendó que la última comida del día, ya sea la cena o una comida más ligera, se haga antes de las 20 horas de la noche.

“Lo que estamos viendo es que gente que desayuna a las 8 o antes de las 8 y cena antes de las 8 sería como un seguro de vida. Y no vale saltarse el desayuno ni la cena porque hay que darle nutrientes al cuerpo”.

Y es que hay algunas investigaciones, como una reciente que se publicó en la revista Nature, que demostró que los ritmos circadianos alimentarios están relacionados con enfermedades como la cardiovascular.

En ella, los científicos encontraron que de 100.000 adultos analizados, quienes hacían su primera y última comida “más tarde”, tenían un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares como infartos, ictus, entre otros.

Además, cenar al menos tres horas antes de acostarse puede reducir los síntomas de personas que sufren de acidez o reflujo ácido.

“Nuestros cuerpos han evolucionado para procesar los nutrientes durante el día y conservar y almacenar energía por la noche. Alterar ese ritmo natural, puede causar problemas”, explicó por su parte Marie-Pierre St-Onge, experta en nutrición de la Universidad de Columbia a The New York Times.

La evidencia muestra que comer demasiado tarde hace que el cuerpo queme menos grasa y que las personas se vuelvan más propensas a la obesidad y el sobrepeso, esto, porque los carbohidratos que se consumen por la noche pueden provocar picos de glucosa más importantes en la sangre que los consumidos a primera hora del día.

Eso sí, para quienes tienen problemas de hipoglucemia o nutrición, el neurocientífico y profesor de la Univerisdad de Harvard, Frank Scheer, aseguró que deben seguir las instrucciones de sus médicos tratantes.

Si se les indica que necesitan comer por la noche, deberán hacerlo. Pero pueden optar por “comidas o snacks más pequeños y nutritivos, que no sean muy ricos en grasas o azúcares añadidos”.

Por ejemplo, pueden consumir yogur natural con alguna fruta, verduras con hummus o alguna crema de almendras con pan integral tostado.