El plagiador que se convirtió en fantasma
Desde que se supo que su exitosa carrera como historiador en México era fraudulenta, y hacer un mea culpa en Tendencias en 2015, Rodrigo Núñez Arancibia se convirtió en fantasma. Perdió su grado de Doctor en Ciencia Social. Fue expulsado de la academia. Y como nadie lo demandó, envió un mail de disculpas a sus víctimas. Luego, simplemente desapareció del mapa. Esto es lo que encontramos.
Antes de esfumarse, y como queriendo enterrar para siempre una parte de sí mismo, el historiador chileno Rodrigo Núñez Arancibia (45) se sentó frente al computador y asumió las numerosas mentiras que le costaron la carrera y el prestigio conseguido por 11 años.
-Estimado doctor. Soy quien plagió su artículo- partió diciéndoles a las víctimas a las que les mandó un correo electrónico el 7 de agosto de 2015. El asunto del mail era "Pidiendo disculpas atrasadas y asumiendo responsabilidades".
Seis días antes, Núñez -quien obtuvo su maestría en la U. de Chile, trabajó en la Facultad de Historia de la Universidad Michoacana San Nicolás Hidalgo y era parte del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México- había confesado sus fraudes a este suplemento. Contó cómo había burlado al sistema y cómo la presión asfixiante de la academia por publicar lo había empujado a plagiar. "Yo sabía que iba a chocar como un tren contra la pared", dijo.
Eduardo Cavieres, Premio Nacional de Historia 2008, y quien fue su profesor de tesis de magíster en la U. de Chile, dice que no supo más de él. Y eso que, hace tres años, Núñez contó a Tendencias que fue este profesor quien le sugirió pedir perdón a sus colegas: le dijo que ese gesto era clave para reconstruirse y que debía ir a un siquiatra para tratarse la depresión que arrastraba por años.
Núñez nunca se había emparejado, pero en el ámbito laboral lo tuvo todo: fue profesor investigador a tiempo completo del Cuerpo Académico de Historia de México y realizó numerosas ponencias y publicaciones que en su momento fueron elogiadas como propias. Toda su reputación se fue al suelo cuando se ganó el apodo de "plagiador serial" y el Centro de Estudios Sociológicos del Colegio de México (Colmex) le quitó el grado de doctor en Ciencias que obtuvo con una tesis sobre el empresariado chileno plagiada a la reconocida autora chilena Cecilia Montero. Entonces, poco quedó en pie, salvo la vergüenza.
Su correo de disculpas continúa así: "Le escribo para asumir no sólo la falta de honestidad intelectual, sino el daño moral sobre su integridad académica en que incurrí al plagiar el escrito. Lamento haberlo involucrado en una situación tan dolosa y que no se corresponde con los principios básicos de la vida en todos sus ámbitos. (…) En estos momentos, las sanciones son de varios caracteres (institucionales, sociales, etc.) y obviamente implican quedar al margen de cualquier actividad académica, por lo que me queda señalarle que espero no haberlo involucrado en situaciones que hayan causado daños mayores a los evidentes en su persona. Si tengo que responder a otra sanción, afrontaré las consecuencias correspondientes".
A excepción de la autora argentina Rosa Balvedresi, que sí aceptó las disculpas, nadie más le contestó. Y Gabriel Negretto, otro de los plagiados que recibió el correo, lo explica así:
-Creo que éste es un caso muy especial. El plagio es reprobable en todas sus formas y frecuencias. Pero no creo que existan muchos casos en el mundo de personas que decidan hacer una vida académica fundada en el plagio, desde su tesis hasta prácticamente todas sus publicaciones posteriores. Es digno de la literatura o de la siquiatría.
A Negretto, Núñez le plagió un artículo sobre el constitucionalismo argentino que publicó como si fuera propio en la revista Historia, de la U. Católica de Valparaíso. Negretto cuenta que le provocó tristeza leer el correo, y que por eso prefirió el silencio. "Supongo que a esta altura debe haber intentado cambiar de profesión, pues no veo en qué contexto pudiera seguir siendo académico. Espero que haya conseguido ayuda", agrega el ex editor de la revista Política y Gobierno del CIDE (Centro de Investigación y Docencia Económica) de México.
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Tras mandar el mail, Rodrigo Núñez dejó de meterse con regularidad a esa casilla que aparecía en sus papers y no dio más señales. Se refugió en la casa de su madre de 85 años, Alba, en Las Condes, donde también vive su único hermano. Pidió expresamente que si alguien viene a buscarlo o a preguntar por él, no den ningún antecedente.
Sus cercanos cuentan que ha tenido que empezar de cero, que se las arregla con pitutos y que cuando lo ven decaer, suelen darle ánimo. "No mataste a nadie ni te robaste millones de pesos, tienes que salir adelante", le dicen. Pero Núñez sabe que no es fácil. Basta poner su nombre en Google para que aparezcan sus plagios a autores chilenos, argentinos, mexicanos y estadounidenses. Por eso ha cultivado el mutismo: mientras en el círculo mexicano se rumorea que puso una flota de taxis para sobrevivir, sus cercanos relatan que Rodrigo Núñez se reiventó gracias a su habilidad con los números.
-Trabaja en una contaduría. Un amigo del colegio, del San Pedro de Nolasco, le abrió un espacio allí -dicen.
Osvaldo Silva, académico de la U. de Chile y ex director de la revista Cuadernos de Historia donde a fines de 2012 publicó, sin saberlo, un artículo de Núñez plagiado a Rafael Rojas, investigador del CIDE, es de los pocos que intentó saber de él en este tiempo. Le escribió en un par de veces diciéndole que quería que conversaran. "Quería apoyarlo, porque por su depresión me daba miedo que cometiera alguna tontería, pero nunca me contestó", dice quien fue su profesor. "Simplemente se borró de todo", agrega.
Hay veces que ni su madre sabe dónde está. Sus cercanos explican que no les avisa cuándo va a volver. Y que ella tampoco pregunta por sus pasos.
Mientras, su fraude sigue motivando una discusión pública sobre el plagio académico en México. La doctora de ese país, Eugenia Roldán, a quien Núñez le robó un trabajo sobre el sistema de educación lancasteriano, dice que la editorial académica líder en Humanidades y Ciencias Sociales, Routledge, lo menciona como uno de los casos de plagio más famosos en un libro sobre derechos de autor.
También cuenta que Redalyc, la Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal, que está impulsada por la Universidad Autónoma del Estado de México, ahora recomienda que las revistas aquí registradas utilicen software de detección de plagio.
Roldán cuenta además que desde 2017 la institución en la que trabaja, el Departamento de Investigaciones Educativas del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional de México (Cinestav), introdujo un curso online de citación y plagio que es obligatorio para los estudiantes. "En ese curso se menciona a Núñez Arancibia como el peor ejemplo de a dónde pueden llevar las prácticas desleales de escritura académica", agrega.
José Antonio Aguilar, investigador del CIDE y coeditor de un libro del cual el chileno plagió un capítulo, cree que las medidas aún son insuficientes dada la gravedad y frecuencia con que los académicos incurren en este tipo de faltas. Después de que explotó lo de Núñez, el Colegio de México (Colmex) realizó una investigación donde se descubrió a otros plagiadores: aunque quedó en evidencia que los comités evaluadores no alcanzan a leer y chequear todo lo que pasa por sus manos, éstos no fueron fortalecidos. "Desafortunadamente, el escándalo no cambió en general nada. Y la batalla contra el plagio académico sigue siendo una cuesta hacia arriba", reflexiona Aguilar.
Tendencias le escribió a Rodrigo Núñez al correo desde el cual se disculpó con sus víctimas. Ante la insistencia, terminó contestando: "Creo que los ciclos personales y las situaciones en que uno se involucró como los giros que toman los cursos de vida, quedan dentro del ámbito privado, o más bien, íntimo", dijo. "(…) El problema de cómo he ido configurando un presente es parte de imágenes que forman visiones acerca de mi propio pasado y de proyecciones hacia el futuro, y no veo que genere mayores ecos o lecciones para actuares de otros, sean erráticos o no", se excusó antes de desaparecer otra vez.
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