Un año de emociones intensas
ANUARIO 2020: LAS EMOCIONES DE UN AÑO IMBORRABLE
Se acaba. Se van 366 días -sí, 2020 fue bisiesto- que difícilmente se olvidarán. En Chile, cuando aún estaba fresco el estallido social llegaron la pandemia y su respectiva cuarentena, gatillando una gama de reacciones que han marcado estos meses con incertidumbre, miedo y, en menor medida, esperanza y alegría.
Paula Errázuriz, académica de la Escuela de Psicología UC, recuerda a uno de los pacientes que atendió este año: una mujer que sufrió la pérdida de su madre, una enfermera que falleció repentinamente por Covid-19. El deceso hizo que su hija se viera un día de invierno en el subterráneo de una clínica, con frío, sin compañía por el protocolo de salud y rodeada de personal médico vestido con trajes especiales para evitar el contagio. Ella esperaba recibir el cuerpo de la persona a quien más quería. “Se lo entregaron en un cajón cerrado y nunca pudo verla para despedirse. No pudo hacer el ritual de cerrarle los ojos, hacerle cariño, ponerle su ropa favorita, maquillarla. Simplemente, le entregaron un cajón y le dijeron que el cuerpo de su mamá venía en una bolsa. Esa imagen fue bien terrorífica para ella”, cuenta la sicóloga, quien explica que como ese fueron varios los casos que pasaron por su consulta durante 2020.
”Este es un año lleno de muchas emociones”, recalca Errázuriz, refiriéndose a una temporada que en unos días termina en medio de la peor emergencia sanitaria en un siglo. Una crisis que ha estado cruzada por sensaciones como incertidumbre, miedo, angustia, esperanza, rabia, pasión y alegría, las que La Tercera seleccionó para graficar lo ocurrido durante este 2020.
Lo primero es responder la siguiente pregunta: ¿Qué son las emociones? “Son una respuesta biológica, experiencias subjetivas. Surgen cuando nuestro cerebro detecta que hay una situación frente a la cual debemos actuar prontamente. Dependiendo de la emoción, es la conducta que uno toma”, explica el neurocientífico Pedro Maldonado, investigador del Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica (BNI) de la Universidad de Chile y director del Departamento de Neurociencia de la Facultad de Medicina de esa casa de estudios. Él explica que las emociones son el resultado de la activación de circuitos neuronales, donde la zona de la amígdala juega un rol clave en nuestro cerebro ante la percepción real o potencial de un cierto escenario o acto. “Puedo tener miedo porque veo a un perro abalanzarse sobre mí o por pensar que un perro lo puede hacer”, dice Maldonado.
“Las emociones son una respuesta biológica, experiencias subjetivas. Surgen cuando nuestro cerebro detecta que hay una situación frente a la cual debemos actuar prontamente. Dependiendo de la emoción, es la conducta que uno toma”, explica el neurocientífico Pedro Maldonado, investigador del Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica (BNI) de la Universidad de Chile.
En la academia no hay consenso sobre cuántas emociones hay. Según el sicólogo estadounidense Paul Ekman, uno de los que más han estudiado este campo, existen seis emociones básicas: ira, asco, miedo, alegría, tristeza y sorpresa. A partir de la combinación de cada una de ellas, se van generando otras secundarias. En su teoría de la rueda de las emociones, otro sicólogo estadounidense llamado Robert Plutchik las dividió en ocho categorías básicas con funciones enfocadas en la supervivencia: temor, sorpresa, tristeza, disgusto, ira, esperanza, alegría y aceptación. Al igual que en la tesis de Ekman, el resto de las emociones surgen de la interacción entre dos o más integrantes de esa lista.
Las emociones de 2020
La encuesta longitudinal “Termómetro Social” -elaborada por el Núcleo Milenio en Desarrollo Social (Desoc), Centro de Microdatos de la Universidad de Chile y el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (Coes)- nació después del estallido social y tuvo sus dos primeras versiones en noviembre y diciembre de 2019. En junio y octubre de este año recopiló su tercera y cuarta muestra que midieron precisamente un aspecto que hoy es clave: las emociones reportadas por los chilenos en plena pandemia.
En la encuesta de junio lo que más se reportó fue rabia (30%), seguida por miedo (27%), tristeza (23,8%) y sorpresa (10,9%). Luego, en la encuesta publicada en octubre -que tuvo la diferencia de que la pregunta sobre las emociones se hizo de manera abierta y no con alternativas-, el panorama cambió: la respuesta más repetida fue tristeza (19%) y luego vino preocupación (15,7%), rabia (10%), incertidumbre (9%), angustia (8%) y miedo (7,7%).
Fabián Duarte, director del Desoc, cree que la gran presencia de la rabia en junio se puede explicar por varios factores. “Creemos que estaba asociada a una reacción lenta o tibia del gobierno. Había rabia de que no se vieran ayudas o acciones inmediatas”, explica. Para el investigador, medidas como la entrega del primer 10% de los fondos de pensiones hicieron que esa emoción perdiera el primer lugar frente a la tristeza en octubre. “Se fue achicando en la medida en que se implementaron algunas medidas del gobierno que llegaron a parte de la población. Eso descomprimió bastante el ambiente”, opina.
Creemos que (la rabia) estaba asociada a una reacción lenta o tibia del gobierno. Había rabia de que no se vieran ayudas o acciones inmediatas”, explica Fabián Duarte, director del Desoc.
Esta diferencia en las emociones preponderantes también se vio por géneros: mientras en octubre los hombres reportan sentir más preocupación, las mujeres dicen experimentar más tristeza. Por edades también hay distinciones: los jóvenes asumen la rabia como emoción principal y los mayores de 60 años son quienes dicen estar más tristes. En cuanto a diferencias por nivel socioeconómico, las personas con menores ingresos reportan mayor tristeza y el grupo con sueldos más altos habla de preocupación e incertidumbre.
Álvaro Jiménez -académico de la Facultad de Sicología UDP, investigador del Desoc y quien también trabajó en esta encuesta- se detiene en una de las emociones reportadas: el miedo. “Está muy presente en la sociedad chilena, al vincularse a la sensación de vulnerabilidad e incertidumbre. Por ejemplo, puede verse por el temor a caer en la pobreza en algunas familias de clase media”, dice.
Para el sicólogo UDP esta es una emoción relativamente transversal entre los chilenos que se expresa permanentemente en inseguridades en el mundo de la salud, las pensiones o el alto nivel de endeudamiento, a lo que se suma un contexto de pandemia marcado por el miedo al contagio, la muerte, la pérdida de ingresos o el desempleo. La compara con la rabia, una emoción distinta que se asocia más a la injusticia que la genera y que se ve impulsada por promesas que no se cumplen, como la de la movilidad social, las que eventualmente comienzan a acumular frustraciones en la sociedad. “Uno podría pensar que la rabia es una respuesta emocional posible que, a diferencia del miedo, que involucra una actitud pasiva frente a las amenazas, implica una actitud activa frente a lo que es percibido como injusto o esta sensación de impotencia”, opina Jiménez.
“El miedo está muy presente en la sociedad chilena, al vincularse a la sensación de vulnerabilidad e incertidumbre. Por ejemplo, puede verse por el temor a caer en la pobreza en algunas familias de clase media”, dice Álvaro Jiménez, académico de la Facultad de Sicología UDP.
Duarte y Jiménez explican que la encuesta en que trabajaron también da cuenta de emociones positivas: el 1,5% reporta sentir alegría y el 1,2% esperanza. “Hoy, en el mundo está la discusión sobre si las tasas de suicidio van a aumentar producto de la pandemia y hay tesis que dicen que sí, porque han aumentado factores de riesgo -como los problemas de salud mental o el desempleo-. Pero, por otro lado, las dificultades van acompañadas de un aumento de la cohesión social, que es un factor protector que viene con emociones positivas”, explica Jiménez.
El costo emocional
Paula Errázuriz cuenta que en los últimos meses en las consultas del país se ha visto cómo personas que habitualmente no presentaban problemas emocionales han empezado a evidenciarlos y a otros que ya los tenían se les han agudizado. “Hay consenso en que hemos visto una mayor gravedad en los síntomas, tanto en consultas particulares como públicas”, explica la investigadora de la UC.
Esto puede relacionarse con un mecanismo que explica Pedro Maldonado: las emociones son estados cortos o debieran serlo, debido a que generan una actividad física y mental muy intensa que el organismo no debería sostener por períodos largos. “Es como andar en un auto con el motor en altas revoluciones; le entrega mucha potencia, pero también lo desgasta”, apunta el neurocientífico.
Este agotamiento es vinculado por Álvaro Jiménez con las distintas etapas de la cuarentena. El investigador habla de una respuesta emocional por parte de la población de sorpresa, temor e impotencia y luego de un proceso de adaptación a las nuevas condiciones, aunque sin evitar sus consecuencias posteriores, que cree durarán hasta mucho después de que acabe la pandemia. “Si bien esto se produce de manera lenta, su injerencia en la salud mental tiene efectos a largo plazo. No va a ser tan fácil revertir esta situación, eso es lo más preocupante”, concluye el sicólogo UDP.
Las siete emociones de 2020
El neurocientífico Pedro Maldonado, investigador del Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica (BNI) de la Universidad de Chile y director del Departamento de Neurociencia de la Facultad de Medicina de esa universidad, define las siete emociones que La Tercera consideró para ilustrar este 2020. Invitamos, además, a los columnistas de nuestro diario, a reflexionar respecto a esta siete emociones en un video.
Incertidumbre: “Surge de la falta de certeza sobre el curso de acción. Generalmente muchas emociones van juntas y la incertidumbre viene pegada al miedo y a la angustia. Cuando se enfrenta una situación, el cerebro planea una acción. Por ejemplo, tengo miedo y arranca. Pero con la incertidumbre no se puede elaborar ese curso de acción”.
Miedo: “Ocurre cuando se enfrenta una amenaza para la integridad física o síquica propia o de otros, como el temor a perder el trabajo o a enfermarse”.
Angustia: “No está considerada dentro de las clasificaciones neurológicas más comunes, pero tiene que ver con un estado emocional de sufrimiento, de que estoy mal, pero no sé por qué. Es consecuencia de un evento traumático y ocurre después de que el cerebro no puede determinar un curso de acción”.
Esperanza: “Surge de la confirmación de que hay un curso de acción adecuado a la situación que se enfrenta. El cerebro identifica el problema y entre las alternativas hay cursos de acción que son factibles”.
Rabia: “Surge de una situación que amenaza los valores. Generalmente se gatilla por situaciones de injusticia donde se percibe que se transgredió algo que tiene que ver con lo que es o no correcto o justo”.
Pasión: “Surge por la compulsión de generar las conductas que nos dan placer. Nuestro cerebro tiene un circuito especialmente dedicado a generar placer y la pasión es la emoción asociada a producir conductas de búsqueda de cosas que terminan en una sensación de placer, como pasión por la comida o el trabajo”.
Alegría: “Es el disfrute; surge por la activación de los circuitos de recompensa. Llamamos alegría a ese estado cuando es de alta intensidad y la satisfacción es muy profunda”.
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