¿Cómo debe ser la relación entre el litio y las comunidades cercanas a la extracción del mineral?

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Expertos se reunieron para discutir sobre qué es lo que hay que hacer para relacionarse de mejor forma con las comunidades cuando se instalan empresas de gran magnitud, lo que ocurrirá en el norte de Chile con el boom del oro blanco. Eso es parte de lo que se habló en el tercer foro de este ciclo organizado por La Tercera, Pulso y Radio Duna.


Regresó el ciclo “Litio: el nuevo motor natural de Chile”, la serie de conversatorios organizados por La Tercera, Pulso y Radio Duna. De la mano de diversos especialistas se conversó sobre aspectos ligados al mineral que está acaparando la atención internacional.

En la primera mesa de la jornada se habló el impacto social del litio, y la relación que deben tener las empresas con las comunidades aledañas, la búsqueda de caminos, y el trabajo para impulsar la mejora de sus actuales necesidades, entre otros puntos.

El panel de expertos estuvo conformado por Reinalina Chávarrri, Directora del Observatorio y Sostenibilidad de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile; Javier Silva, gerente de Sostenibilidad y Relacionamiento Comunitario Salar de SQM; y Marcela Bravo, gerente general de Acción Empresas.

Un dato relevante sobre el tema que convoca este conversatorio fue explicado por Javier Silva, quien relató parte de la experiencia que ha vivido SQM en el Salar de Atacama. El trabajo de la compañía los ha llevado a mantener una relación permanente con 25 comunidades indígenas, que tienen altas expectativas sobre el impacto del litio. Dentro de ellas, hay cinco comunidades cercanas entre 30 a 40 kilómetros del trabajo en terreno.

“La compañía ha ido avanzando en conveníos y relacionamientos a largo plazo, un trabajo cooperativo de ambas partes, basado en estándares internacionales, en manejo y conocimiento de comunidades. Estos convenios ayudan a pensar qué es lo quieren para el futuro”, resume.

Sobre casos concretos en los que han forjado alianzas, el gerente detalla: “Tenemos comunidades que no tienen agua potable, luz, salud o educación. Son entre 50 a 100 familias aisladas y desconectadas de todo, que por la poca densidad poblacional, el Estado no ha podido llegar. Ellos ven en esta oportunidad una forma de mejorar su calidad de vida”.

Ve el conversatorio aquí:

Por su parte, Marcela Bravo explicó los pasos que deben dar las organizaciones para relacionarse con las comunidades. Hay que partir identificando los actores claves de esa comunidad, una acción compleja para tener una conversación con quienes inciden en las decisiones, para luego establecer condiciones en las cuales se debe dialogar.

“Es importante que el diálogo sea permanente. No debe ser que una empresa venga, ejecute algo, y luego no sepamos más sobre la coyuntura y las necesidades. Hay que pensar que el territorio es compartido, y ambas partes deben ver el impacto que existe”, puntualiza la experta. Ella agrega que “el que más sabe del territorio es quien lo habita desde hace tantos años. Hay una sabiduría que se pierde cuando ese diálogo no se genera”.

Una opinión que comparte Reinalina Chávarrri, quien señaló que “hay que construir un nuevo concepto de comunidad, en este momento donde el litio aparece como una gran oportunidad para el país. Uno puede encontrar voces y planteamientos científicos amparados en el concepto que construiremos. Ahí es donde estará la discusión más importante, buscando el impacto positivo que pueda tener el litio en quienes estarán cerca de su extracción”.

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