De Wuhan a Florida: La periodista china que se contagió en EE.UU.

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La periodista Xinyan Yu, nacida en Wuhan, hoy reside en Washington.

La pesadilla para Xinyan Yu, quien hoy vive en Washington, comenzó en junio, cuando voló junto a su esposo a Florida. Pese a que extremaron las medidas de seguridad, ambos se contagiaron. “Los estadounidenses no escuchan”, se lamenta su madre desde China.


En enero, después de ver desde lejos cómo Wuhan, mi ciudad natal, se desmoronaba al enfrentarse al nuevo coronavirus, pensé que estaba mejor preparada para la pandemia que la mayoría de las personas en EE.UU. Poco sabía que este país tendría tantas dificultades, o que seis meses después, también contraería el coronavirus”.

Así comienza la columna que Xinyan Yu escribió el pasado 15 de julio en el diario The Washington Post. Hasta ahora, la galardonada periodista y documentalista china, que hoy reside en Washington DC y que ha trabajado en los últimos ocho años en salas de redacción de medios como la agencia The Associated Press, la cadena BBC News y el principal diario de Hong Kong, el South China Morning Post, no sabe cómo contrajo el Covid-19.

Xinyan reconoce que desde que surgieron las primeras noticias del coronavirus extremó las medidas sanitarias. “Llevaba mascarillas en todas partes, a pesar de que me tosían y se burlaban de mí. ‘Gracias, China. Dios bendiga a Estados Unidos’, me gritó una señora en un supermercado cerca de Washington a fines de marzo. Pero la burla no me molestó. He visto lo que se necesita para que 11 millones de personas en Wuhan tengan el coronavirus bajo control, y supe que eventualmente todos tendrían que aceptarlo”, relata en su columna.

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(Foto: AP) Funcionarios de salud en un camión donde se hacen pruebas para detectar el Covid-19, en Miami Beach, Florida.

La pesadilla para Xinyan se inició en junio, cuando a su esposo se le ocurrió celebrar el cumpleaños número 70 de su padre en Marco Island, Florida. Aunque la idea de viajar en avión era estresante, la periodista dice que bajó la guardia después de ver que la curva de contagios se aplanaba y se reabrían múltiples estados del país. Pero una vez en el “estado del sol” vio con estupor el relajo de los residentes ante la pandemia.

“En la ciudad costera de Marco Island a la que fuimos, solo los trabajadores esenciales llevaban mascarillas. Ni un solo turista las usaba. Esto nos hizo sentir muy incómodos. En Miami, más personas seguían las pautas de usar protecciones para la cara. En la playa de Miami había puestos de guardia revisando las mascarillas, pero la mayoría de las personas que vimos se las quitaron tan pronto como ingresaron al lugar”, relató Xinyan a La Tercera.

Así, no era de extrañar que poco después de que volaran de vuelta a Washington, Xinyan y su esposo contrajeran el virus. “No está claro cómo me contagié, porque fuimos bastante cuidadosos. Tuvimos máscaras N95 más escudos faciales todo el tiempo durante nuestros vuelos hacia y desde Florida. Supongo que nos contagiamos en el aeropuerto de Miami. Hicimos fila para sacar algo de comida, y ninguno de los que estaban sentados cenando llevaban mascarillas. Pero podríamos habernos contagiado con el virus en cualquier lugar durante nuestro viaje. No estoy segura”, reconoce.

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(Foto: AP) Un cartel informa sobre el uso de mascarilla en Miami Beach, Florida.

Una vez en la capital estadounidense, la pareja comenzó a sentir los primeros síntomas del Covid-19. “Mi esposo tuvo fiebre primero y poco después yo comencé a sentir extraños dolores musculares. También desarrollé dolores de cabeza masivos, pero no tuve tos ni fiebre. Después de que mi esposo dio positivo, también me hice un examen. El primer resultado fue negativo y luego de una segunda prueba di positivo. Mi médico me dijo que la sensibilidad de la prueba es solo del 60% al 80%, por lo que la primera podría haber sido un falso negativo”, comentó Xinyan. Cierto o no, señala la periodista, “desde entonces he perdido mi sentido del olfato y parcialmente mi sentido del gusto. Mi visión también se ha deteriorado”.

Madre desconcertada

En su columna para el Post, Xinyan deja de manifiesto las diferencias entre China y Estados Unidos en el manejo de la pandemia. “Mi madre está desconcertada por la respuesta pandémica de Estados Unidos: ‘Los estadounidenses simplemente no escuchan’, me decía con frustración. Está acostumbrada a ver a las autoridades chinas aplastar agresivamente cada brote del virus. A mediados de mayo, Wuhan limpió a nueve millones de residentes en una ‘batalla de 10 días’ en respuesta a un puñado de nuevos casos. Recientemente, un video que se volvió viral en las redes sociales chinas mostró a una mujer llorando histéricamente después de recibir su resultado positivo en un centro comercial de Beijing. En seis días, los rastreadores de contactos identificaron y pusieron en cuarentena a las 292 personas que tuvieron contacto cercano con ella para realizar más pruebas”, detalla.

Al igual que la mujer de Beijing, Xinyan dice que su primera reacción al resultado positivo en la prueba de Covid-19 fue sentirse “angustiada y avergonzada”. “La respuesta al coronavirus de China ha alimentado el estigma social y ha hecho que algunos pacientes de Covid-19 se sientan como marginados que se han puesto en peligro a sí mismos y a la sociedad. En algunas ciudades, las autoridades han ofrecido recompensas por autorreportarse o reportar a otras personas que podrían estar infectadas”, escribe.

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(Foto: AFP) Trabajadores médicos toman pruebas de detección de coronavirus entre residentes de Wuhan, en mayo.

Pero pronto se dio cuenta de que en Washington no tenía que preocuparse por eso. “Nadie me impuso ninguna cuarentena, aunque me mantuve en casa durante el período en que los médicos dijeron que podía ser contagiosa. Los rastreadores de contacto en Washington verificaron cómo me sentía cada semana, pero no investigaron a dónde fui ni con quién me reuní. Alerté a todos con quienes tuve contacto, pero tuve la opción de mantenerlo en privado. Mi médico me aseguró que ocho días después de mis primeros síntomas no sería contagiosa y que no era necesario realizar pruebas adicionales”, afirma Xinyan en su columna.

Al margen de ello, la periodista china dice a La Tercera que “Washington ha hecho un trabajo bastante bueno para contener el virus”. “La ciudad cerró a fines de marzo, y hemos tenido solo unas pocas docenas de casos desde junio. Ahora la ciudad ha reabierto parcialmente con comidas al aire libre y algunas instalaciones, como museos abiertos al público”, destaca.

Xinyan dice que no ha vuelto a su natal China desde que comenzó la pandemia. “Reservé boletos para regresar a Wuhan para el Año Nuevo chino en enero, pero tuve que cancelarlos, porque la ciudad entró en confinamiento”, señala. Y agradece que ninguno de los miembros de su familia contrajo el coronavirus. “Tenía un amigo cercano cuya madre se contagió y se recuperó. Mi familia se encontraba entre los millones de personas de Wuhan que sufrieron un estricto encierro desde finales de enero hasta abril. Ahora la ciudad no ha reportado ningún caso positivo desde finales de mayo, y la vida ha vuelto a la normalidad”, asegura. Pero se trata de una normalidad relativa. “Ahora que la pandemia se ha convertido en parte de la vida, mi gente en Wuhan ha estado lidiando con una nueva crisis: la ciudad ha estado en alerta máxima por inundaciones récord”, se lamenta.

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