El día en que casi fracasó el acuerdo por la reforma de pensiones

A pesar de los cruces verbales de las últimas semanas, una conversación distendida tuvo el Presidente Gabriel Boric con el senador Juan Antonio Coloma (UDI), titular de la Comisión de Trabajo, en la inauguración del Congreso del Futuro, el lunes pasado, en la sede del Poder Legislativo en Santiago.

Las negociaciones por la reforma de pensiones y la voluntad de llegar a un acuerdo fueron parte de ese diálogo informal, al que se sumó el senador Luciano Cruz-Coke (Evópoli), quien también integra la mencionada comisión que hoy tiene en sus manos la discusión en particular el proyecto previsional.

En esos instantes, el gobierno ya había decidido postergar el ingreso de las indicaciones para corregir la reforma, a pesar de que el acuerdo se veía a la vuelta de la esquina.

Sin embargo, antes de que se materializara la propuesta del Ejecutivo –que solo podía ser ingresada por Boric, dado que se trata de facultades exclusivas del Presidente en materia de seguridad social y manejo fiscal-, Coloma había pedido revisar rápidamente el detalle del articulado para confirmar si recogía fielmente los puntos en los que ya había consenso.

Fue en esa tratativa en la que surgió el último nudo de la negociación. La redacción inicial no dejaba conforme a Coloma, ni a Cruz-Coke, ni al senador y presidente de RN, Rodrigo Galilea, el otro integrante opositor de la Comisión de Trabajo, quien fue parte de las conversaciones.

La tensión llegó a un punto de quiebre en la reunión que sostuvieron los equipos negociadores el martes, en la sede del Congreso en Santiago. Además de los senadores de Chile Vamos, por el Ejecutivo estaban presentes la ministra del Trabajo, Jeannette Jara (PC); el titular de Hacienda, Mario Marcel (indep., PS) y la subsecretaria general de la Presidencia, Macarena Lobos (indep.).

Ese día, Coloma, Cruz-Coke y Galilea exigieron que la redacción dejara explícitamente que los 6 puntos de cotización adicional -que serán a cargo del empleador- fuesen destinados a las cuentas individuales, tema que las bancadas opositoras habían transformado en su principal bandera para oponerse al proyecto original de Boric.

Si bien en las negociaciones se había construido una fórmula más compleja, en la que los cotizantes le prestan 1,5% al Estado, los legisladores de derecha hicieron un ultimátum al gobierno para que el texto clarificara que esa plata seguía siendo de los trabajadores.

Mientras las negociaciones se daban en Santiago, pasado el mediodía, en el Congreso de Valparaíso, se manejaban trascendidos fatalistas de que el acuerdo había fracasado.

Después de la hora del almuerzo, los rostros de inquietud eran evidentes, en particular del ministro secretario general de la Presidencia, Álvaro Elizalde, quien desde lejos monitoreaba las conversaciones.

Cerca de las 15 horas el diputado Francisco Undurraga cruzó al sector del Senado para informarse de las noticias que había en Santiago. Allí se topó con Elizalde, a quien le consultó por el avance de las tratativas; sin embargo, el titular de la Segpres no quiso dar pistas.

Las mismas respuestas evasivas dio Elizalde a otros legisladores y a los periodistas que le consultaban por novedades.

Según varios parlamentarios, a esa hora las negociaciones estaban en punto muerto, ya que los ministros no ofrecían alternativas nuevas para satisfacer la exigencia de los senadores de derecha.

Además, en esos instantes el Ejecutivo tenía decidido plantear la división de la industria previsional (entre sociedades de inversión y administradoras de cuentas), medida demandada por las bancadas de izquierda para propinar un golpe simbólico a las AFP.

Los negociadores de derecha contraatacaron, señalando que si se proponía esa última medida no apoyarían la fórmula de “licitación del stock”, que premia con una cartera de clientes a las AFP con menores comisiones. Era una alternativa o la otra.

Adicionalmente, el gobierno estaba proponiendo un rol más preponderante al Estado en el sistema, a través del Instituto de Previsión Social (IPS), lo que tampoco agradó a los interlocutores de oposición.

No obstante, pasadas las 15.30 del martes hubo gestos de distensión y La Moneda decidió sacar la división de la industria, privilegiar la licitación de la cartera de cotizantes -que genera un mecanismo efectivo de competitividad- y aceptar la redacción exigida por la derecha sobre los 6 puntos de cotización adicional (que se sumará a otro punto adicional para el seguro de solidaridad entre hombres y mujeres). La propuesta del IPS, sin embargo, se mantuvo.

Ese martes, Coloma llegó al Congreso, proveniente desde Santiago, cerca de las 17.30, para dar un punto de prensa. Si bien no cerró el acuerdo, al menos dio señales de que las conversaciones seguían en pie. Antes de viajar a Valparaíso, el gobierno ya se había comprometido a arreglar la redacción sobre los 6 puntos de cotización adicional.

“El gobierno había quedado de enviar hoy día (martes) las indicaciones, pero hemos acordado dar un plazo adicional. Nosotros creemos que es preferible ver el día de mañana con calma esas indicaciones”, dijo el senador UDI ese día.

En medio de la sesión de ese martes, los senadores de distintas bancadas se acercaron a los negociadores para tener novedades de las negociaciones. Al término de la jornada legislativa del Senado, los rostros y los comentarios también daban cuenta de que los diálogos habían logrado sortear su último escollo. “El acuerdo ya está”, comentó un senador del oficialismo, mientras que Elizalde abandonó sonriente la sala de la Cámara Alta.