¿Estamos frente a una nueva Guerra Fría?
Los analistas coinciden que el actual momento es el más tenso entre "Este y Occidente" desde el derrumbe de la URSS en 1991. Así, el período de baja tensión en las relaciones entre Washington y Moscú habría concluido debido a la crisis en Ucrania.
Tras la anexión de Crimea a Rusia no sólo existe temor a un "efecto dominó" entre las ex repúblicas soviéticas, sino que también el debate se ha centrado en relación a si las tensiones entre Moscú y Washington podrían escalar al nivel de la Guerra Fría. Influyentes medios como The New York Times y la cadena BBC coinciden en que si bien es prematuro concluir si se está en presencia de un regreso al conflicto que dominó al mundo entre 1945 y 1991 (fin de la Segunda Guerra Mundial y caída de la Unión Soviética), lo de Crimea ha generado el mayor enfrentamiento entre "este y oeste" en 25 años. Además de modificar el actual mapa geopolítico, la crisis en Ucrania ha puesto fin a un período tumultuoso, pero constructivo entre Estados Unidos y Rusia.
Cuando cayó el Muro de Berlín en 1989, el consenso fue una "Europa libre y para todos", mientras que Washington apostaba a una relación completamente nueva y fluida con Moscú. Hasta que la URSS se derrumbó, el planeta había sido dominado por dos grandes superpotencias, en un mundo bipolar en el que EE.UU. y la Unión Soviética se repartían sus zonas de influencia bajo parámetros ideológicos.
Hubo entonces enfrentamientos armados fuera de las fronteras de ambas naciones, como lo ocurrido en Vietnam o Corea; en una disputa entre capitalismo versus comunismo, o viceversa; o bien entre el Pacto de Varsovia y la OTAN.
En aquella época los presupuestos en arsenales nucleares o los programas espaciales estaban al tope de las prioridades y el mundo vivía con el permanente temor de una guerra atómica. La URSS era una potencia con una fuerza laboral de 152 millones, mientras que en EE.UU. esa cifra llegaba a 125 millones. Occidente era azul y el Este era rojo. Cada parte contaba con más de 10 mil ojivas nucleares. Y además, el espionaje tenía gran relevancia, con cientos de agentes de la CIA y el KGB desplegados en los rincones más oscuros del planeta.
Pero todo cambió tras la deba-cle soviética. Las 15 repúblicas que formaban parte de ese imperio se independizaron, como Ucrania, Bielorrusia, Moldavia y Kazajistán, mientras que las naciones bálticas (Estonia, Letonia y Lituania) pasaron a formar parte de la OTAN.
También se desmembraron países como Yugoslavia y Checoslovaquia, y Estados Unidos se alzó como la única superpotencia en un mundo unipolar. Entonces vinieron los atentados del 11 de septiembre, de las guerras en Irak y Afganistán y el surgimiento de China como potencia económica. A su vez, Rusia fue perdiendo poder, hasta que Vladimir Putin, un ex agente del KGB, llegó al Kremlin en 2000. El presidente ruso nunca ha ocultado su nostalgia por la URSS y ha dicho que los rusos son "el pueblo más disperso del mundo".
"Rusia se dirige hacia una nueva era de confrontación con Occidente después de la demostración de fuerza en Crimea de Putin, quien rechaza el orden possoviético del último cuarto de siglo", afirmó Stuart Williams, corresponsal de la agencia alemana Dpa en Moscú.
Según dijo a La Tercera Georgeta Pourchot, analista del Center for Strategic and International Studies, "Putin anunció sanciones contra políticos estadounidenses. Esto indica una escalada moderada en las disputas por Ucrania. Pero así es como empiezan los enfrentamientos más grandes, con las pequeñas cosas. No creo que tengamos una segunda Guerra Fría, porque los políticos rusos, de por sí orgullosos, no quieren ver a su país aislado de nuevo. Sin embargo, habrá un largo período de enfriamiento de las relaciones entre Rusia y el resto".
La gran duda es si Putin se detendrá con lo de Crimea o si intentará recuperar otras regiones rusófonas de Ucrania, Moldavia, Bielorrusia o Kazajistán. En 2008, en la guerra con Georgia, Moscú logró que Osetia del sur y Abjasia quedaran bajo su zona de influencia. Y ahora, Transnistria, un "país" que se independizó de Moldavia en los 90, apostaría a anexarse a "la madre Rusia". Para expertos como Clyde Wilcox, de la Universidad de Georgetown, este momento es comparable a la tensión que hubo durante la crisis de los misiles en Cuba en 1962, hito clave de la Guerra Fría.
Pese al conflicto de Georgia, el caso Snowden, el impasse por Siria y otros momentos de tensión, Rusia y EE.UU. siempre habían dado vuelta la página, pero este momento es completamente diferente según The New York Times. "La era de cooperación entre Rusia y Occidente ha terminado, y la geopolítica ha vuelto. Siempre estuvo ahí, pero los rusos no fueron capaces de hacer mucho al respecto antes y no se sentían suficientemente amenazados. La pérdida de Ucrania es un golpe muy grave para ellos", dijo a La Tercera, John Allen Williams, cientista político, ex oficial de la Armada norteamericana y experto en asuntos militares.
Aunque Putin podría recoger un sentimiento antiestadounidense, su apuesta es más nacionalista "y dentro de su propio vecindario", de acuerdo con el periódico estadounidense. Así, no habría una disputa ideológica por repartirse el mundo, como ocurrió durante la larga Guerra Fría, pero sí un período marcado por la tensión y la incertidumbre.
Para Tatyana Vorozheykina, investigadora del Levada Center, un organismo ruso independiente, "la impresión es que Crimea no va a volver a Ucrania, pero todo el mundo está pensando en una cosa peor que la invasión del sur y del oriente. Ahora estamos en un mundo en que puede pasar cualquier cosa".
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