Libros y violencia: las huellas del narcotráfico

La captura del capo del cartel de Sinaloa, Joaquín "El Chapo" Guzmán, es la punta del iceberg del terror que vive México desde hace décadas, producto del mercado de la droga. Una serie de escritores han retratado el miedo y los crímenes desde diferentes miradas, desde Don Winslow a Roberto Bolaño o Elmer Mendoza.




Casado con una reina de belleza, su fortuna alcanzaba los mil millones de dólares. En su casa había construido un laberinto de túneles para escapar. El capo del cartel de Sinaloa, el traficante de drogas más buscado por el Ejército de México y el FBI, el dueño de un imperio que crecía a la par de la corrupción, fue detenido tras 13 años de estar prófugo de la justicia. La historia podría ser un thriller policial. Sin embargo, su protagonista es Joaquín "El Chapo" Guzmán, detenido el pasado 22 de febrero, a las 6.40, en un condominio de la ciudad de Mazatlán. Un par de horas más tarde la noticia estallaba en la prensa y hasta hoy siguen las repercusiones tras su detención.

Hace una década el gobierno mexicano comenzó un operativo contra el crimen organizado. Pero, desde mucho antes la literatura ha registrado el horror que ya alcanza los 130 mil muertos.  La mayoría de las novelas publicadas arrancan, inevitablemente, de la realidad.

Fue a fines de los 90 cuando el escritor estadounidense Don Winslow se enteró de la muerte de 19 inocentes acribillados en un pueblo al norte de México. Un lugar al que solía ir. No pudo olvidarse de la masacre y terminó leyendo expedientes judiciales y hablando con policías y narcos. Seis años después publicó El poder del perro (2005), protagonizada por el agente Art Keller, novela cargada de violencia, poblada de policías corruptos, sicarios y prostitutas asesinadas, que narra 30 años de terror en un viaje vertiginoso de México a EE.UU.

Ciudad Juárez es conocida como una de las ciudades más peligrosas del mundo. Fue en la década del 90 cuando comenzaron a aparecer en vertederos cadáveres de mujeres trabajadoras, que habían sido torturadas y violadas. Era el infierno y el autor chileno Roberto Bolaño lo narró en 2666 (2004), su monumental novela póstuma, donde todos los caminos conducen a Santa Teresa (suerte de Ciudad Juárez). Dividida en cinco partes, en La parte de los crímenes, Bolaño llega a describir más de 100 asesinatos.

El narrador que vivió su juventud en México contactó desde su hogar en Blanes al periodista del diario Reforma, Sergio González Rodríguez, quien le proporcionó insumos judiciales para recrear las historias en su libro.

"Con Sergio González Rodríguez iría a la guerra", dijo Bolaño del arrojo del mexicano quien llegó, en 1995, a investigar a Ciudad Juárez. Luego de dar a conocer en la prensa una serie de artículos sobre el asesinato de mujeres, González Rodríguez publicó una extensa crónica del tema en Huesos en el desierto (2002). Antes, eso sí, recibió amenazas y una golpiza que lo alejó de Ciudad Juárez. Unos años después regresó con El hombre sin cabeza (2009), ensayo donde se adentra en los sacrificios humanos y decapitaciones que los narcos aplican a sus víctimas. A estas alturas, ya existe un gran número de libros de investigación sobre el mundo del narco (ver recuadro).

REVOLUCION MEXICANA

Si existe un origen del tráfico de drogas en México, el autor Francisco Gerardo Haghenbeck lo sitúa a inicios del siglo XX. En su novela La primavera del mal (2013), donde aparecen personajes reales como Lucky Luciano, apunta a un grupo de chinos como responsables del movimiento de opio y marihuana desde el desierto mexicano a EE.UU.

La guerra contra el narco y la violencia también ha producido altas dosis de ficción. Es el caso del escritor mexicano Elmer Mendoza, considerado el mayor representante de la llamada "Narcoliteratura". Su detective Edgar "el Zurdo" Mendieta ha protagonizado las novelas Balas de plata, La prueba del ácido y la última es Nombre de perro (2012). En ella, Mendieta ayuda a Samantha Valdés, jefa del cartel del Pacífico, cuyo amante fue asesinado mientras pactaba una tregua con el gobierno.

Elmer Mendoza vive y ambienta sus novelas en Culiacán, ciudad al norte de México, considerada la cuna del narco y centro de operaciones del cartel de Sinaloa. "En México, somos especialistas en ocultar víctimas. Si realmente fueron un millón de muertos en la Revolución Mexicana, nunca lo sabremos... tampoco en la guerra contra el narco", señaló Mendoza la semana pasada en una conferencia, en el Colegio de Sinaloa, tras ser consultado por la relación entre literatura y narcotráfico.

El mercado del bestseller también busca invertir en el tema. Un antecedente fue La reina del sur, que el autor español Arturo Pérez-Reverte publicó en 2002. El exitoso volumen, protagonizado por Teresa Mendoza -joven nacida en Sinaloa-, dio paso a una telenovela producida por Telemundo y el canal español Antena 3.

Y con la huella del bestseller, esta semana llegó a Chile Los corruptores, del periodista Jorge Zepeda Patterson, novela promocionada por editorial Planeta como "un thriller poderoso y valiente sobre el crimen y la corrupción política". El libro parte con la muerte de la famosa actriz Pamela Dosantos y continúa con las sospechas que apuntan al regreso del PRI al poder.

Incluso Carlos Fuentes, fallecido en 2012, entró de lleno al tema en una de sus últimas publicaciones. Fue en la novela Adán en Edén (2009), donde el Premio Cervantes relata con ironía los días de gloria de un poderoso empresario y sus vínculos con el negocio de la droga. Los hechos ocurren en un paisaje donde los criminales se burlan del gobierno. "Es una novela política. En ella se muestra un México sumido en el caos, en el descontrol gubernamental", consignó en su momento la revista Letras Libres.

Sin detectives ni personajes históricos hay un grupo de narradores mexicanos que han reflejado la realidad del narco con historias de personajes secundarios. Un ejemplo es la novela Trabajos en el reino (2004), de Yuri Herrera, que a través de la mirada de un compositor de corridos muestra cómo viven los reyes de la mafia de la droga. Y el drama de las familias que ven a sus hijos tentados por el dinero fácil de los cárteles lo muestra Lolita Bosch en Campos de amapola antes de esto (2013).

En el caso de Fiesta en la madriguera (2010), de Juan Pablo Villalobos, un niño llamado Tochtli quiere para su zoológico privado  un hipopótamo enano de Liberia. La novela es el viaje delirante del padre narcotraficante para cumplir el capricho del hijo.

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