Elección en dos días: gobierno logra amarrar reforma electoral con multa a quienes no voten
En su último trámite en el Congreso, el veto del Ejecutivo fue aprobado por la Cámara con 138 votos a favor y solo 2 en contra. Esa mayoría, que se suma al apoyo casi unánime que le dio el Senado, le permitiría al ministro Elizalde sanear ante el Tribunal Constitucional los eventuales vicios formales que hubo en la accidentada tramitación de esta reforma. Las disposiciones, sin embargo, solo regirán para los próximos comicios.
Con solo dos votos en contra en la sala de la Cámara de Diputados, el gobierno logró aprobar este martes las observaciones (vetos o veto) realizadas por el Presidente Gabriel Boric para corregir la reforma que extiende a dos días las próximas elecciones municipales y regionales, y que refuerza el carácter obligatorio del sufragio mediante una multa a quienes no concurran a las urnas.
El veto, que fue defendido por el ministro secretario general de la Presidencia, Álvaro Elizalde (PS), contó con el voto favorable de 138 diputados, desde independientes de derecha a legisladores del Partido Comunista. Solo rechazaron las observaciones, los diputados Jaime Araya (Ind.-PPD) y Félix González (ecologista asociado al Frente Amplio).
La votación casi unánime fue celebrada en La Moneda, que ya había logrado una mayoría aplastante la semana antepasada en el Senado. En la otra rama del Congreso, el veto fue apoyado por 43 senadores. De los 45 senadores presentes en la sesión del miércoles 31 de julio, solo hubo un rechazo de Fabiola Campillai, quien argumentó estar en contra del voto obligatorio y de la sanción monetaria, y una abstención del PPD Pedro Araya, quien está en contra de obligar a los extranjeros a sufragar.
Vicio de tramitación
El resultado mayoritario era un tema clave para el Ejecutivo a modo de sortear exitosamente la siguiente etapa en el Tribunal Constitucional (TC). Dado que esta reforma tocaba cinco leyes orgánicas constitucionales, inevitablemente el texto tenía que pasar por un control preventivo en este tribunal.
El problema es que durante la tramitación hubo una disparidad de criterio entre el Senado y la Cámara, que interpretaron dos quórum distintos de aprobación. Es decir, cada rama del Congreso votó, aprobó o rechazó artículos con un piso diferente de legisladores. Ante este vicio formal, existía el riesgo de que el TC pudiese ordenar rehacer una parte del trámite, retrasando aún más la publicación de la ley que inevitablemente tendrá que entrar en vigencia con un proceso electoral en marcha.
No obstante, para evitar un nuevo revés en la ya accidentada tramitación de esta reforma, la estrategia de Elizalde y su equipo fue colocar todo el corazón del proyecto en el veto para que se saneara el vicio de forma. Ello implicaba volver a poner en votación la idea matriz de la iniciativa: la extensión de las elecciones a dos días, a pesar de que ya había sido aprobada por ambas ramas del Legislativo. A ello, además, se le incorporó normas que se habían caído en la tramitación: la multa a quienes no concurran a las urnas y la rebaja del financiamiento fiscal a candidatos y partidos. Todas esas disposiciones fueron incluidas en un solo numeral y fueron votadas en bloque.
Si el TC visa el texto, en los próximos comicios quienes no voten se arriesgan a una multa del orden de los $33 mil, que se aplicaría por igual a ciudadanos chilenos y a extranjeros que, según el padrón, estén habilitados para sufragar.
Además, en vista de que el voto obligatorio incidirá en una mayor participación electoral, a petición del Ministerio de Hacienda, se aprobó una rebaja en el reembolso que el Fisco entrega a candidatos y a partidos por cada voto recibido. Los postulantes recibirán $970 por cada voto, mientras que la devolución, adicional, que se entrega a las colectividades será de $370.
El veto, además, restituye el feriado irrenunciable para el comercio el día domingo de elecciones y regula la propaganda electoral en medios regionales y redes sociales.
Voto extranjero
En todo caso, estas modificaciones legales solo tendrán un efecto transitorio para los comicios de este año. Si bien existe un proyecto que aborda estas temáticas a futuro, uno de los puntos de discordia será el voto de los extranjeros, que debido a una singularidad que tiene la legislación chilena le otorga ese derecho sin estar nacionalizados. Basta tener cinco años de avecindamiento y no estar sujeto a inhabilidades como causas penales.
Este tema se tomó gran parte del debate en la sala de la Cámara
Uno de los primeros en solicitar la palabra fue el diputado Luis Cuello (PC), quien valoró las observaciones realizadas por el Mandatario y además, arremetió contra sus pares opositores. “La oposición ha sido profundamente incoherente en esto, puesto que por un lado pretende expulsar a todos los migrantes, sin embargo por otra parte quiere obligarlos a votar”, dijo.
En respuesta, el diputado Sergio Bobadilla (UDI) dijo que perfectamente la tramitación pudo haberse ahorrado la fase del veto. “Solo se explica por el temor del Frente Amplio y el Partido Comunista a la democracia representativa, al voto de los extranjeros que se encuentran en forma regular en nuestro país y que castigarán a los alcaldes de extrema izquierda que fueron defensores del narcodictador (Nicolás) Maduro hasta hace pocas semanas atrás”, sostuvo.
Su par Daniel Manouchehri (PS), en tanto, planteó: “¿Es razonable que las autoridades que definen las políticas de Estado sean elegidas por extranjeros? ¿Es conveniente para nuestro país que la política de fronteras, los tratados comerciales, la propiedad de nuestros recursos naturales, entre otras cosas, sean tomadas por autoridades elegidas por personas que no son ciudadanos chilenos? Nosotros creemos que no”.
A su turno, el jefe de bancada de diputados republicanos, Stephan Schubert, acusó que con el veto “se están cambiando las reglas del juego muy sobre la fecha de la votación y de la campaña electoral (...) a través de hábil formas de ingresar indicaciones, terminamos hablando de los feriados, terminamos hablando de los reembolsos por voto y terminamos hablando respecto de si se va a sancionar o no a aquellos que voten o no vayan a votar. Luego, depende si ellos son chilenos o extranjeros. Eso no tiene nada que ver con los votos en dos días, pero así lo ha intentado hacer este gobierno, cambiar las reglas del juego”.
Difícil reforma
A pesar del debate, en el gobierno había satisfacción por haber logrado cerrar al menos la fase legislativa de esta reforma que ha sido una de las más conflictivas de los últimos años
El ministro Elizalde, quien lideró las tratativas entre los legisladores, indicó que “la votación ha sido bastante amplia, que se asemeja a lo que ocurrió la semana en el Senado (...). Esto da cuenta que, al margen de la controversia que se ha generado, el gobierno ha hecho un esfuerzo de buena fe con el objeto de arribar a un texto que tuviera apoyo transversal, sobre todo considerando que la tramitación de esta idea legislativa no fue fácil”.
“Pese a que hubo una serie de declaraciones bastante duras de algunos sectores, finalmente el proyecto tuvo una aprobación transversal, tanto en el Senado como en la Cámara, y estamos saliendo de esta iniciativa”, añadió.
Antes de la presentación del proyecto, la sola idea de extender los comicios a dos días generó una ola de sospechas de parte de sectores de derecha que acusaban el riesgo de un fraude electoral.
No obstante, dado que la iniciativa tocaba distintos temas sensibles, desde asuntos de financiamiento electoral al voto de los extranjeros, la discusión derivó en otros conflictos.
El debate estuvo marcado por sucesivos giros, incluso de parte del gobierno. La iniciativa, al final, tuvo que agotar todas las etapas legislativas. Incluso, el debate llegó a una comisión mixta de diputados y senadores que elaboró un informe para superar los nudos. Sin embargo, esa propuesta de solución se cayó por la propia resistencia del Ejecutivo debido al efecto del voto de los extranjeros. Luego, ante las amenazas de la oposición, el gobierno se vio obligado a enviar el mencionado veto, que se aprobó este martes, en un último esfuerzo para salvar la reforma.
Además, el proyecto no generó el tradicional alineamiento de fuerzas, oposición versus oficialismo. En la tramitación, La Moneda sufrió de desmarques inesperados tanto en el Senado como en la Cámara, pero también contó con el apoyo sorpresivo de legisladores que suelen ser críticos o adversarios.
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