El legado comunicacional para el nuevo gobierno
Ayer jueves, este querido diario cumplió 2 años de vida. Para celebrar este aniversario, se realizó un seminario llamado "Chile y el mundo en 2014" con la participación de los expositores Hermann Von Mühlenbrock, presidente de la Sofofa, el periodista Héctor Soto y el economista Aldo Lema.
De esa interesante conversación, surgió un tema que tocó justamente Soto, sobre algunos aspectos fundamentales que el nuevo gobierno tendrá que hacerse cargo: El gran déficit comunicacional que deja el gobierno saliente. Recapitulemos: A partir de los movimientos estudiantiles de 2011, en donde hubo 3 ministros de educación en un mismo año, se generó un estado que denominó Soto como de emoción de la igualdad producto del poder opinante que otorgan las redes sociales y el empoderamiento de los estudiantes post Revolución de los Pingüinos. Si sumamos además una forma de operar políticamente hablando de la derecha que tiene relación más con conceptos de gestión (cumplir las metas, mejorar los índices, crecer económicamente), que de política, se dejó de lado, por lo tanto, la emoción de la contención tan necesaria para gobernar. De ahí que el país en estos últimos años se ha contaminado con un discurso hiperventilado, demasiado acelerado. Ese discurso, tan del estilo del presidente Piñera, se ha propagado por todo el gobierno y por la población en general. Estamos muy acelerados, creemos que está todo mal. Por supuesto que hace falta mejorar la educación, la infraestructura, la salud, pero tampoco estamos tan mal. Nuestra economía sigue creciendo más que el resto del mundo, estamos en constante avance en las áreas antes descritas, pero no se refleja finalmente en la aprobación del gobierno actual. El gran problema comunicacional de este gobierno, de no saber transmitir los avances y logros, detonó en este espíritu hiperventilado antes descrito. Se escuchó poco, se crearon pocas comisiones, se generó una inflación de promesas que costó luego cumplirlas.
Uno de los primeros desafíos de la Nueva Mayoría liderada por Michelle Bachelet, será justamente bajar la ansiedad en todos lados: serenar a la población, poner un cable a tierra en donde la clase media ha crecido y busca respuesta a sus necesidades. Lo mismo el empresariado, en donde habría una baja en la inversión, un posible cambio en lo que respecta a impuestos y una energía que es cada vez más cara; y por último, a sus propios partidos, que con su llegada comenzaron a alinearse luego de años de confusión.
La estrategia de mantener el silencio funcionó en el pasado para llegar y estar en La Moneda, pero no le servirá este vez para gobernar. Ahora tendrá que transmitir la tranquilidad y la contención que la hicieron famosa aquí y en la quebrada del ají.
(*) Director ejecutivo ALTA Comunicación. @pablocourard
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