El país al pabellón

Por Gonzalo Restini.




El paisiente (sic) escuchó atentamente al doctor. "Voy a partir por el final, a nadie le gusta operarse. Menos varias veces. Y menos aún si la enfermedad es culpa de uno mismo. Pero hay ocasiones en que volver a pabellón puede ser una buena noticia." El paisiente no pudo estar más de acuerdo: esperaba ansioso volver a la sala de operaciones.

"Démosle contexto a su caso", dijo el doctor moviendo las manos. "Su consulta fue por una situación que parece extraña, pero que no es tan inusual. En primer lugar, la Bolsa ha volado. El IPSA está 7,5% arriba. Pero por otro lado la economía está catatónica: estable dentro de su gravedad. El resultado del Imacec de 1,7% lo confirma. Algunos lo recibieron como si fuera un 7,1% y salieron a poner paños fríos. Eso sólo confirma lo complicado de su condición".

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El enfermo escuchaba atentamente. "Esto se denomina divergencia bursátil, Bolsa buena, salud mala. Hay varias explicaciones. En primer lugar, las condiciones han estado óptimas para las acciones: un tremendo avance de los mercados mundiales, que se conoce como síndrome de Donald Trump. Además, el cobre ha subido, lo mismo que otros commodities, alentando a los inversionistas", señaló el galeno.

"En segundo término, la Bolsa está barata. Aquí lo que hay que mirar es el precio utilidad, 15 veces. Eso indica que los precios siguen estando por los suelos en términos de la capacidad de las compañías de generar resultados".

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"La tercera explicación tiene que ver con las expectativas. Y si me pregunta, ahí está la madre del cordero amigo mío." El doctor bajó la voz y empezó a hacer un dibujo. El paisiente miraba atento.

"Tal como en el cuerpo humano, en un país hay sistemas vitales. A las personas, si nos falla el sistema respiratorio, el cardiovascular o el nervioso, nos vamos para el otro lado. Para lo países, como usted, el equivalente son los sistemas laboral y tributario, los equilibrios fiscales y la certeza jurídica".

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"En su caso, todos esos sistemas vitales, y subrayo todos (levantando la voz), fueron operados en forma casi simultánea, tal como usted lo pidió, aunque con una enorme desprolijidad". Tomó el papel y lo arrugó con fuerza, golpeando la mesa con la otra mano. Luego, lo volvió a extender lentamente. "Así, ha experimentado deterioros impensables hace cuatro años". El paisiente lo sabía, mientras miraba el papel arrugado. No podía estar más arrepentido. Todos los doctores serios le dijeron que no lo hiciera, pero se dejó llevar por los curanderos…

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"La única solución es volver a operar. Pero esta vez no será para desarmar, sino para reparar. Y aunque sea doloroso, usted está contento. Por eso sube la Bolsa."

"Pero no se apure" prosiguió el doctor, echándose para atrás en la silla. "No todo se puede resolver con cirugía. El sistema laboral seguramente no tiene arreglo, así que olvidémonos de eso. En los equilibrios fiscales, no hay receta mágica, sólo paciencia y disciplina para volver a fortalecerse. Lo mismo en lo referente a la certeza jurídica: prudencia y mesura. Todo lo referido a su Constitución es demasiado importante como para seguir improvisando".

"Como puede ver, sólo queda el sistema tributario. Ahí recomiendo entrar a pabellón urgente. A usted parece que lo hubiesen operado cinco gallos distintos. No se entiende lo que hicieron y peor aún, esa cicatriz no lo deja moverse ni progresar."

"Tranquilo amigo, que la cosa va a mejorar. Paciencia y trabajo", sentenció alentándolo. El paisiente miró el suelo y supo que esto sería para largo. Quizás nunca volvería a ser el mismo. Pero tomó aire, miró al doctor y asintió con la cabeza. "Así no más será pues doc" dijo. Y aunque sintió un nudo en la garganta, trató de sonreír.P

*El autor es panelista del programa Información Privilegiada de Radio Duna.

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