El hombre que lleva viviendo bajo el agua por más de 75 días (y que no piensa salir)
“Todo lo que necesitamos está aquí”, aseguró el científico que planea cumplir los 100 días viviendo en una cápsula bajo el agua, donde -según sus análisis- su salud habría mejorado notoriamente.
Encerrado en una cápsula submarina, al fondo de un lago, Joseph Dituri, un investigador y académico lleva más de 75 días viviendo solo, bajo el agua. Se despierta a las 5 de la mañana y el único Sol que ve es una almohada que tiene uno dibujado y sonriente al centro y que decidió colgar en la pared para no olvidarse de que era real.
Fascinado con el agua desde pequeño, Dituri planea quedarse allí al menos hasta cumplir los 100 días, solo porque no tiene el dinero suficiente para llegar a los 200. Pero, ¿qué busca este científico con este experimento? ¿Qué hay en ella que lo hace querer vivir ahí para siempre?
¿Se puede vivir bajo el agua?
Dituri decidió someterse a este experimento para descubrir si es posible vivir bajo el agua por una gran cantidad de tiempo. El investigador, que se dedica a la medicina hiperbárica y es académico en la Universidad del Sur de Florida, vive en una cápsula submarina hundida en Cayo Largo, Florida, Estados Unidos, donde habría roto el récord mundial de la temporada más larga viviendo bajo el agua.
Se realiza pruebas diarias en su cerebro, corazón, pulmones y sangre para analizar cómo cambia su cuerpo mientras está en este ambiente “aislado, confinado y extremo”.
En esta línea, en el tiempo que ya ha estado viviendo así, aseguró que su colesterol y estrés han disminuido, que pasa la mayor parte de su descanso en REM o sueño profundo, y que ha producido células madre a un ritmo más rápido. Cuando deje la cápsula, el 9 de junio, se someterá a pruebas exhaustivas para determinar si realmente el humano puede vivir de esta manera, bajo el agua.
Y es que su inspiración nace de su antiguo oficio: sirvió en la Marina de EE.UU. como comandante y tras casi cumplir 28 años, se retiró. En ese tiempo, vio como varios de sus colegas militares sufrían conmociones cerebrales por las guerras en Irak y Afganistán, por lo que se preguntó si vivir bajo el agua en un entorno presurizado podría ayudarlos a recuperarse.
Así, reservó una cápsula de 9 metros cuadrados a 6 metros bajo el agua donde tiene electricidad, oxígeno y agua, además de Internet. Es como una pequeña habitación que cuenta con una cocina diminuta, un baño, ducha y un dormitorio. Y cada tres días, sus colegas de la investigación nadan hacia él para llevarle alimentos, como huevos y salmón, en un recipiente presurizado.
Aún bajo el agua, el profesor sigue impartiendo sus clases de medicina tres días a la semana, vía online. Hace ejercicios con bandas de resistencia y toma suplementos de vitamina D (la del Sol), además de tomarse muestras de orina y electrogramas para registrar su actividad cerebral y cardíaca.
“Todo lo que necesitamos está aquí”, dijo a The Washington Post. “Ahora lo sé. Necesito que todos los demás lo sepan”, aseguró.
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