El sorprendente hallazgo de fósiles de un antiguo “hobbit” humano
Un artículo publicado recientemente en la revista científica Nature sugiere que individuos de la especie Homo floresiensis fueron mucho más pequeños de lo que se creía hasta ahora.
Dos décadas atrás, un equipo de investigadores se encontró por primera vez con fósiles de una antigua y enigmática especie de homínidos.
Se trata del Homo floresiensis, también conocido en la comunidad científica como “hobbit” de Flores en referencia a los famosos personajes del escritor británico J.R.R. Tolkien.
Cuando se produjo el primer hallazgo, se calculó que los individuos podían llegar a medir aproximadamente 1,06 metros de altura.
Pero ahora, un reciente estudio publicado en la revista Nature plantea que la especie puede haber sido mucho más baja de lo que se creía hasta ahora.
Cómo fue el hallazgo de fósiles de antiguo “hobbit” humano
Los “hobbits” humanos fueron descubiertos en el año 2004 al interior de la cueva de Liang Bua, en la isla indonesia de Flores, de donde viene el nombre que recibió la especie.
En esa ocasión arqueólogos australianos e indonesios hallaron huesos y dientes de la especie, además de herramientas de piedra que se cree se usaban para cortar carne.
Los científicos llegaron a la conclusión que el Homo floresiensis podía medir 1,06 metros de altura, que su cerebro era tan minúsculo que equivalía a un tercio del cerebro humano actual y que tenía dientes grandes. Adicionalmente, se calculó que los restos encontrados tenían alrededor de 50.000 años de antigüedad, época en que el Homo sapiens ya habían llegado a Australia.
El hallazgo también dejó varias interrogantes abiertas. Durante muchos años, los científicos se enfrentaron al misterio de determinar en qué parte del árbol genealógico de los humanos se podía ubicar a esta especie tan diminuta.
En 2016 se sumó otro importante descubrimiento sobre el Homo floresiensis. Fue cuando investigadores hallaron un nuevo grupo de fósiles en otra zona de la isla, Mata Menge, en la cuenca de So’a.
Los restos correspondían a seis dientes y un fragmento de mandíbula, de al menos tres individuos diferentes, y se estima que tenían aproximadamente 700.000 años de antigüedad. Eso los hacía un 650.000 más antiguos que los fósiles encontrados en la cueva de Liang Bua, además de ser un poco más pequeños, lo que sugiere que su tamaño corporal fue evolucionando con el tiempo.
Debido a que los arqueólogos no habían logrado encontrar en la isla de Flores elementos postcraneales, es decir, huesos de la cabeza hacia abajo, hasta ahora no se podía afirmar con certeza que los homínidos de So’a fueran más pequeños que lo que se había identificado de Homo floresiensis.
La nueva investigación, dirigida por el profesor Yosuke Kaifu de la Universidad de Tokio, Iwan Kurniawan del Centro de Estudios Geológicos de Indonesia y el profesor asociado Gerrit van den Bergh de la Universidad de Wollongong, pudo identificar una pieza fundamental para resolver ese problema.
Luego de pasar varias temporadas de excavaciones en el yacimiento de Mata Menge, encontraron tres fósiles de homínidos que datan de 700.000 años. El de mayor valor es un grafmento de húmero, el hueso más largo del brazo, y se trata del primer elemento postcraneal que se ha encontrado del Homo floresiensis. Los otros restos corresponden a dos dientes.
Kaifu y el resto del equipo utilizó microscopía digital para analizar los fósiles, tras lo cual descubrieron que el húmero perteneció a un individuo adulto y no a un niño. Al guiarse por la longitud estimada del hueso lograron determinar que la altura corporal de su dueño era apenas de 100 cm. Se trata de 6 cm menos de altura que lo que se había estimado en los homínidos de Liang Bua.
“Este húmero adulto de 700.000 años no solo es más corto que el del Homo floresiensis, sino que es el hueso del brazo superior más pequeño conocido en el registro fósil de homínidos en todo el mundo”, explicó Adam Brumm, profesor del Centro Australiano de Investigación sobre la Evolución Humana de la Universidad de Griffith y coautor del estudio.
“El raro ejemplar confirma nuestra hipótesis de que los antepasados del Homo floresiensis tenían un tamaño corporal extremadamente pequeño; sin embargo, ahora resulta evidente, a partir de las diminutas proporciones de este hueso de la extremidad, que los primeros progenitores del ‘hobbit’ eran incluso más pequeños de lo que habíamos pensado anteriormente”, complementó Brumm.
De acuerdo al equipo investigador, los restos que se han encontrado hasta ahora en Mata Menge corresponden a al menos cuatro “hobbits”, de los cuales dos serían niños. Al ser anatómicamente similares a los homínidos hallados en Liang Bua, podrían ser considerados una versión un poco más antigua de ellos.
Pero, ¿qué hay sobre el origen de estos enigmáticos humanos que habitaron en la isla de Flores?
Tanto Kaifu como los otros autores del estudio han apoyado una hipótesis que sostiene que estos “hobbits” evolucionaron desde el Homo erectus, homínido que habría salido de África hace 1,9 millones de años. Su morfología se asimilaba bastante a la de los seres humanos actuales y se han encontrado fósiles en la isla de Java, en Indonesia, además de otros lugares de Asia y África.
En lo concreto, los investigadores han apuntado que el Homo erectus se movilizó 700 kilómetros al este desde Java hacia Flores y que su llegada a esa última isla se produjo hace un millón de años. Cuando se asentó en esa zona, la especie se habría encogido considerablemente hasta alcanzar la estatura de un “hobbit” durante un lapso de 300.000 años.
Según Kaifu, algunos de los factores que podrían haber influido en eso eran las escasez de alimentos en Flores y el hecho de que en la zona no habían depredadores que significaran una amenaza para su vida.
La misma hipótesis indica que el encogimiento de estos homínidos también llevó a que disminuyera su cerebro. Sin embargo, según los investigadores, el hallazgo de las herramientas en la isla de Indonesia demuestra que, pese a eso, mantuvo su capacidad cognitiva.
“Eso me sorprende bastante. Pensábamos que ser inteligente y tener un cerebro más grande era el destino de los humanos. Pero el floresiensis nos dice que no es necesariamente así”, indicó Kaifu a The New York Times.
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