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Fotografía por: Yvan Neault.

Rapa Nui renueva sus experiencias

La isla ha convertido su paraíso en un laboratorio de actividades. Mientras un velero navega por sus costas y cruza el mar hasta el archipiélago de las Marquesas, el programa Wheel the World ha dado forma a atractivos panoramas para los visitantes que presentan alguna discapacidad. Además, desde Hanga Roa emerge la unión de los pueblos originarios del país.


Dicen que el verano nunca termina en la isla, un lugar donde las temperaturas son amables durante casi todo el año, donde la historia y la leyenda se funden en un solo relato para internarse en el origen de una cosmovisión única en el mundo. Fue en el siglo IV de nuestra era cuando el rey Hotu Matu’a se vio obligado a abandonar su tierra llamada Hiva. No tenía otra opción, luego de observar cómo ese territorio mítico era lentamente devorado por las aguas. Entonces mandó a sus representantes a buscar un nuevo dominio en ultramar hasta que, después de varios intentos, encontraron una playa que bautizaron como Anakena.

Esa sería la puerta de entrada para iniciar una nueva vida en Te pito o te henua, “el ombligo del mundo”, el punto de tierra más alejado de otro en el planeta. Un lugar que tuvieron que dominar a punta de esfuerzo y tecnología para comenzar una nueva historia. Esas lecciones, con rango sagrado y ancestral, son las que ahora convierten a Rapa Nui en un ejemplo de identidad que une sus misterios y leyendas para un turismo vivencial. Un destino en el que los sentidos se ponen a prueba casi con el mismo ímpetu de los hombres que poblaron sus orillas con audacia y valentía.

La fuerza física y de espíritu es un valor que se confirma a diario y que aumenta a la hora de celebrar las tradiciones que vienen protegiendo por siglos. Tal como lo hizo Nani Tuki Pont (la actual Ariki o reina Tapati), quien tuvo que demostrar ante su pueblo que podía dominar el paisaje para ser coronada.

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Nani Tuki Pont, actual reina Tapati. Foto: Javiera Gandarillas

En una de las pruebas capturó su propio pescado para cocinarlo después sobre rocas calientes. También bailó las danzas que le fueron heredadas por las mujeres de su familia y enfrentó las agudas preguntas sobre la cultura y la cosmovisión de su gente. Así, entre competencias casi místicas -pruebas de tallado, danza y pintura en la piel-, los isleños están convencidos de que la sociedad planetaria dará el gran salto sólo si observan su espíritu insular.

La Tapati sirve como un instrumento de aprendizaje y de cambio de conceptos a partir del simple gesto de escuchar a los que más saben y también desde la idea de la participación cultural. El planeta ahora nos pide cuidar recursos, respetar entornos, respetar a la gente, a los mayores, a los niños, a buscar justicia. La Tapati pasó a ser un instrumento catalizador de todo eso y más”, sostiene el alcalde Pedro Petero Edmunds. Desde esa premisa, está convencido de que la fiesta debiera ser parte de los Patrimonios Intangibles de la Humanidad, una categoría que él viene persiguiendo desde el año 2000 ante los altos comisionados de la Unesco.

Ese entramado de expresiones, con el potente apoyo de sus casi ocho mil habitantes, ha sido un buen nido para la gestación de propuestas de repercusión nacional. Fue ahí donde partió el llamado para la creación de la Asociación de Alcaldes y Concejales de Pueblos Originarios de Chile. “Quisimos levantar desde aquí la asociatividad indígena. Sobre todo para decir que una nueva Constitución no tiene mucho peso si no lleva de piso a los pueblos originarios que le van a dar identidad. Nosotros nos ponemos a disposición de esa Carta Fundamental”, agrega el edil.

Una isla inclusiva

En diciembre pasado, la Corporación Indígena Polinésica Ma’u Henua se sumó al proyecto de inclusión turística para personas con discapacidad que desarrolla Wheel the World. Este programa fue creado por el ex rugbista Álvaro Silberstein, quien a los 18 años sufrió un accidente automovilístico que lo dejó parapléjico y con un 75% de inmovilidad en su cuerpo. A pesar de todo, su espíritu de aventura fue más fuerte y no dejó que su silla de ruedas fuera un impedimento para seguir recorriendo el mundo. Junto a su amigo de infancia Camilo Navarro crearon esta entidad luego de conocer diferentes parques en el hemisferio norte, principalmente en Estados Unidos, donde vieron cómo las instalaciones y los operadores turísticos estaban preparados para recibir a personas que necesitaban asistencia permanente de desplazamiento. De esa forma, lanzaron el programa en Torres del Paine y también en Rapa Nui.

Gestionaron la gratuidad de una parte importante de la infraestructura, como sillas especiales para trekking, otras para desplazarse por la arena y que también flotan en el mar, además de bicicletas ajustables que son ideales para recorrer cinco rutas especialmente habilitadas para estos propósitos.

Maeva Riroroco, gerente general del operador turístico Maururu Travel, empresa que también participa del programa, agradece que hayan puesto los ojos en la isla. Además de capacitar a sus trabajadores, gestionaron la gratuidad de una parte importante de la infraestructura, como sillas especiales para trekking, otras para desplazarse por la arena y que también flotan en el mar, además de bicicletas ajustables que son ideales para recorrer cinco rutas especialmente habilitadas para estos propósitos.

De esa manera, los visitantes pueden llegar hasta el volcán Rano Raraku y luego seguir por el sendero Te Ara o Te Ao. Otra opción es pasar el día en Anakena y adentrarse en sus aguas, o bien ser parte de una exploración asistida al volcán Terevaka desde Vai Tea para luego descender por el Ahu Akivi.

“Estamos orgullosos y agradecidos de la invitación que nos hizo Wheel the World. Hemos aprendido cómo entregar un servicio responsable, seguro y de calidad a los viajeros en situación de discapacidad. También nos asesoraron con el Hotel Tahai, para que tenga accesibilidad universal, de esa manera adaptamos dos habitaciones y áreas comunes”, añade Maeva Riroroco. Actualmente, la isla es el destino en Chile que recibe más turistas discapacitados, sobre todo procedentes de Estados Unidos, Canadá, Inglaterra y Alemania.

Rumbo a las Marquesas

A pesar de su riqueza oceánica, Rapa Nui no incluía la navegación por sus costas. Fue hace dos años que Joaquín Aguirre compró en Tahití un velero que bautizó como Nanaku, que se traduce como “dios polinésico del mar”. “Para nosotros ha sido muy importante, porque somos los únicos que recorremos los mares de la isla tal como lo hizo hace más de dos décadas Gonzalo Vallejo Mackay, quien dio cátedra con su barco Varúa Vaikava, o ‘espíritu del mar’. Lamentablemente, él murió, pero dejó un gran legado náutico a la hora de conocer nuestras mareas y corrientes”, relata Aguirre.

Este año, su empresa Náutica Rapa Nui confirmó el programa de travesías diarias, con tres horas de viaje desde Hanga Roa hacia los Motus rocosos que están cerca de las laderas del volcán Rano Raraku. En el paseo se puede nadar en las aguas templadas, practicar snorkeling y ver más de cincuenta variedades de peces, corales y tortugas. El crucero termina con una copa de champaña en la cubierta, mientras se observan aves y los atardeceres más imponentes del Pacífico Sur. Para embarcarse hay que tomar hora con antelación y estar atento a las informaciones de la página www.nauticarapanui.cl.

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Foto: Náutica Rapa Nui

Desde mayo en adelante, la oferta se amplía varias leguas mar adentro. “Es cuando nos vamos navegando hacia las Marquesas, en la Polinesia Francesa, para finalmente desembarcar en Papeete”, cuenta Aguirre. Ubicada en Tahití, esta localidad es un destino que llama la atención por sus playas blancas, los deportes náuticos, las perlas que se cultivan en el océano y su extraordinaria comida que une productos del mar y frutos exóticos.

Otra ruta que comienza su despegue es hacia Salas y Gómez (Motu Motiro Hiva - “islote del ave en el camino a Hiva”- en rapa nui), una isla deshabitada y que marca el límite oriental de Oceanía. “Se trata de un gran tesoro de fauna marina, con una impresionante diversidad de aves para su avistamiento”, cuenta Aguirre. Hoy el lugar forma parte del Parque Marino Salas y Gómez, que abarca 150 mil kilómetros cuadrados y es visitado por numerosas especies de aves y peces como el pez espada y el atún de aleta amarilla.

Para los amantes de la navegación cada una de estas travesías es un periplo exótico y de gran impacto, sobre todo para entender los misterios de Rapa Nui. Sólo cuando se divisan los islotes desde el mar se comprende la gran hazaña de un pueblo, el mismo que pisó tierra firme gracias a la leyenda del Manutara: el gaviotín migratorio que llegaba cada primavera a dejar sus huevos y que guió a los hombres a fundar un nuevo hogar frente al océano.

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