Técnicos profesionales: Su reivindicación en tiempos de pandemia
En un mundo paralizado por el Covid-19, hay un grupo importante de personas que sale día a día a la calle para cumplir labores vitales para sostener a un país en cuarentena. Asistir en hospitales, desinfectar calles, transportar alimentos y cuidar adultos mayores son algunas de las tareas que cumplen estos trabajadores, quienes, pese a lo esencial de su rol, muchas veces dicen sentirse subvalorados.
La educación y formación técnica y profesional (ETPF), según la Unesco, se define como “una serie de programas destinados principalmente a que los participantes adquieran destrezas, los conocimientos prácticos y la comprensión necesaria para ejercer una ocupación u oficio determinado”. Esta formación en Chile abarca a una parte importante de los estudiantes más jóvenes. La ETPF se puede adquirir en distintos niveles, ya sea mediante la educación media técnico profesional o en la educación superior, principalmente en centros de formación técnica (CFT) o institutos profesionales (IP). Casi el 40% de la matrícula de tercero y cuarto medio del país es técnico profesional y más de la mitad de los alumnos de primer año de educación superior asisten a un IP o a un CFT.
Uno de los principales objetivos de la educación técnica es fortalecer la empleabilidad de los jóvenes, que ya impacta directamente en la cualificación del trabajador. “Los técnicos profesionales son el motor activo de muchas industrias y hoy han asumido un rol fundamental en esta crisis sanitaria”, dice Enrique Rojas, director de desarrollo estudiantil y titulados de DUOC UC. Él agrega que “ellos han aportado desde sus distintas especialidades a contener esta pandemia, desde el área de salud, ingeniería e informática y telecomunicaciones, desde el diseño o las comunicaciones”.
Según Carabineros, más de un millón y medio de trabajadores de zonas en cuarentena cuenta con el “permiso único colectivo” exclusivo para empresas y trabajos esenciales. Si bien aún no existen cifras, Fernando Arab, subsecretario del Trabajo, afirma que “el rol de los trabajadores técnico profesionales resulta clave, no sólo durante esta pandemia donde son relevantes sobre todo en el funcionamiento y operatividad de las denominadas empresas esenciales, sino que lo será también postcrisis, pues nuestro país necesita más trabajadores especializados en estas áreas de competencia”.
A pesar de la relevancia que hoy tienen estos trabajadores y de que conforman una parte importante de la fuerza laboral del país, ellos aseguran que muchas veces reciben cuestionamientos por el nivel de preparación que tienen. Eso, dicen los entrevistados en este reportaje, hace que, a pesar de saber que su trabajo hoy es indispensable, muchas veces se sienten subvalorados.
Técnicamente sanitario
Si un paciente Covid positivo en la Unidad Intermedia del Hospital Padre Hurtado sufre una descompensación, rápidamente se acercará un equipo de urgencia: un médico, un paramédico y un enfermero serán los encargados de una intubación que necesita ser lo más rápida posible para mantener los signos vitales.
Pero en un contexto de crisis sanitaria y de falta de personal de salud, a veces no es una enfermera ni un enfermero el que completa la triada. Aquí entra el técnico en Enfermería, que en tiempos de pandemia ha adquirido un protagonismo aún mayor. Así han sido los últimos meses de Tania Matus, que ha tenido que asistir en esta maniobra más de cinco veces como parte de su trabajo en la UCI con pacientes Covid positivo.
Matus tiene 24 años y estudió en el colegio Almendral de La Pintana. Los últimos dos años de enseñanza media se especializó como técnico en Enfermería en nivel medio. Se crió en la población El Castillo con sus bisabuelos y en reiteradas ocasiones tuvo que acompañarlos al hospital, lugar donde nació la vocación que hoy día mantiene, siendo la primera de su familia en estudiar algo más que la enseñanza media científico-humanista.
Actualmente cubre turnos de 24 horas y luego tiene tres días libres, pero como muchos de sus compañeros se han contagiado en los días de descanso, hace uno que otro turno extra para sobrellevar la falta de personal. “Hasta aquí nunca le había tomado el peso a mi trabajo. Ahora vemos lo indispensable que somos. Cuando mis compañeros van a la baja porque se contagian, nos damos cuenta de que somos muy necesarios; no me había percatado antes de que pasara todo esto”, dice Matus.
Durante su turno, la joven chequea cada una hora los signos vitales de los pacientes. Se acerca a ellos, revisa el funcionamiento del ventilador y los monitores. Matus explica que esa rutina genera un vínculo emocional, sobre todo ahora que no se permiten visitas de familiares. Además, al ser quien ve con más regularidad al paciente se percata antes que otros funcionarios de ciertas cosas. “Hace poco nos pasó que extubamos a un paciente que pensamos que estaba bien y, al realizarle el control, estaba sola y noté que en su pantalla había algo raro. Le estaban bajando unos parámetros y claro, el paciente presentó un preinfarto, se descompensó y convulsionó. Si yo no me percato de eso, si no veo su pantalla, si no me doy cuenta, quizás hubiésemos llegado tarde, porque cuando él convulsionó ya estábamos todos ahí; ya teníamos los medicamentos y pudimos intubarlo nuevamente de urgencia”, recuerda Matus durante ese episodio en que quizás salvó una vida.
En una clínica del sector oriente, Hellen Roco (27) también trabaja como técnico en Enfermería en una unidad de paciente crítico de Covid positivo. Al igual que Matus, se encarga de controlar los signos vitales cada una hora, además de administrar medicamentos y dedicarse principalmente a los cuidados del paciente. Ella cuenta que en estos meses ha cumplido el rol de sicóloga, familiar, amiga e incluso hija: “Una está a cada rato con el paciente; muchas veces lloran o están felices. Ahora están solos y hay que acompañarlos e incluso conectarlos con sus familias”.
Cuando Roco salió del colegio decidió estudiar técnico en Enfermería en el centro de formación técnica de la Universidad Santo Tomás en Concepción, porque le gustaba la idea de ser quien estaba más cerca del paciente y alejarse de las tareas administrativas. Se emociona cuando valoran su labor y se honra al personal de salud. En su trabajo se siente parte del equipo de la UCI y dice que todos están conscientes de la importancia del otro, aunque no siempre ha sido así. “En otros servicios a veces se ve discriminación hacia el técnico. A mí me ha tocado ver eso, pero también hay personas que trabajan junto con uno. Me ha tocado todo tipo de personal. Pero hay que saber que todo el equipo de trabajo es valioso, hasta la tía del aseo, porque si no tenemos una habitación limpia, no se puede trabajar”, cuenta Roco.
Tania Matus también se siente valorada en su equipo de trabajo. No siente un trato distinto dentro del hospital, pero hasta hace unos meses esa situación era muy distinta en el exterior: “A nosotros, como técnicos en enfermería, el chileno en general no nos tomaba mucho en cuenta. Antes nos quejábamos que a nosotros nos miraban mal o en menos, pero hoy en día se destaca mucho más nuestro trabajo”, cuenta la funcionaria, y agrega que “a todos los técnicos nos gustaría que se valorara más lo que uno hace. Por lo menos yo lo hago sin ningún interés de que se me reconozca, pero si la gente supiera todo lo que uno tiene que hacer, todo lo que uno tiene que soportar, yo creo que, claro, seríamos mucho más valorados”.
Trabajadores esenciales
Aunque quisiera, Katiza Quintana (30) no puede quedarse en su casa. Es parte de los trabajadores de empresas o instituciones de rubro esencial, parte de la cadena que sostiene el país durante el encierro a través de proveedores de alimentos, transporte o salud, entre otros. Quintana realiza su labor en el área industrial bioagrícola de productos de limpieza y sanitizantes, encargándose de revisar la calidad y eficiencia de un producto antes de lanzarlo al mercado. Se graduó en 2016 de técnico en Calidad de Alimentos en la sede de Puente Alto del DUOC UC, y dice que por las vueltas de la vida llegó a lo que hace hoy.
De lunes a viernes, con turnos éticos de 15 días, Quintana sale de su casa en La Florida en dirección a Quilicura. Corre más riesgo al ir a trabajar y le asusta la idea de volver a su casa donde vive con su madre y su hija de 4 años, “pero hoy día mi trabajo va un poco más allá, no es ‘no importa si no voy’, la verdad es que uno tiene un compromiso mayor. Hoy los productos de desinfección son trascendentales”.
Le tocó de cerca la venta de productos desinfectantes no certificados, sobre todo a principios de la pandemia cuando la gente alarmada compraba litros de alcohol gel que terminaron siendo falsos. “Hoy la sanitización es fundamental, al igual que la gente entienda que los productos se verifiquen. Yo trato de ser súper profesional, que nada se vaya sin los parámetros adecuados, porque sé que esto llega a donde una persona que piensa que se está cuidando. Nosotros somos súper importantes porque somos el último control en la cadena. No importa que todo esté bien para atrás, si tú fallaste, falló todo, y hacia adelante va a ser peor porque la gente usa el producto que al final los va a dañar”, reflexiona Quintana.
Juan Daniel Fuenzalida (26) también forma parte de los trabajadores que salen en pleno confinamiento. Tras ser despedido en abril inició una empresa de transporte terrestre que en menos de un mes ya cuenta con 28 móviles. Fuenzalida estudió en un colegio técnico profesional en Puente Alto, donde se graduó con especialidad de administración de empresa, para luego estudiar técnico en Comercio Exterior, en el DUOC UC de Plaza Vespucio.
Hasta principios de año trabajaba en una empresa de transporte internacional. Una vez desempleado comenzó a trabajar de auxiliar de vehículos de carga y cuando se percató de que con el aumento de despachos se abría un nuevo mercado laboral, decidió juntarse con un socio y levantar una pyme. Actualmente trabajan con grandes tiendas de retail y a partir de la próxima semana serán encargados de repartir cajas de alimento del gobierno. “Entregar las cajas no es de vida o muerte, pero sí es algo muy necesario. Yo sólo soy alguien que hace algo en esta cadena, que viene de mucho más atrás”, dice Fuenzalida.
Fuera de la entrega de bienes de primera necesidad, el crecimiento de su empresa Professional Drive Assistance ha requerido reclutar nuevos empleados. “Tratamos de darle trabajo a la gente que lo necesita; partimos con nuestras redes sociales, mis contactos, los cercanos. Ahí en WhatsApp los chiquillos me dicen, ‘mira, yo conozco a tanto, mira esta persona, tengo un conocido, un primo, un familiar, un vecino que la está pasando mal y necesita trabajo’, y ahí yo me pongo en contacto con ellos”, cuenta Fuenzalida, que dice darles prioridad a las personas que no tienen ningún ingreso en el hogar. “Para nosotros es genial. Nos ha pasado que buscamos gente que necesite el trabajo y ya de por sí es rico cuando te dicen ‘¡Oh, muchas gracias!’. Ahora que esas personas ayuden a otras entregando mercadería a familias que lo necesitan, es aún mejor. La gente los espera con los brazos abiertos”, agrega.
Fuenzalida eligió una carrera técnica por un tema de capacidad: “Mi colegio, yo considero que me enseñó muchos valores, pero a nivel académico, en el lenguaje y ese tipo de cosas, no estábamos muy preparados. Pensaba que no me iba a dar para entrar y que iba a ser muy difícil la carrera”, cuenta. Piensa que en su trabajo le favorece la formación técnico profesional y que conocer el rubro en terreno le ha ayudado a surgir rápidamente en su nuevo emprendimiento. “Pero pasa que la persona que a veces hace todo el trabajo es la que menos gana o a la que menos importancia le dan. Eso es un tema a nivel país, a nivel de sociedad, porque cuando uno trabaja ahí ve quiénes son realmente los que trabajan y quiénes sólo por el título pueden obtener mejores cosas”, cuenta.
Desde su vereda, Katiza Quintana concuerda en que existe una subvaloración del trabajo técnico. “Se le da más peso al título profesional, pero el técnico habilita el conocimiento del profesional. Es sumamente necesario. Eso falta en las empresas, que nos reconozcan más, que validen nuestra labor y que nos dejen ingresar en áreas donde las opiniones valen. No sólo tenernos ahí en el ladito y que sólo el profesional sea el que tiene voz y voto. Mi jefe ve todo esto y cree mucho en mí, me pregunta qué opino yo, y si considera que es válido lo pone en práctica, pero es una excepción. En Chile no se valoran lo suficiente las carreras técnico profesionales”, finaliza.
Enseñanza media
Desde el Liceo Politécnico América, en la ciudad de Los Andes, han donado más de 1.500 escudos faciales a quienes los necesitan. Primero fueron los servicios de salud de la zona, luego bomberos y ahora se han sumado quienes participan de las ollas comunes, además de hogares de adultos mayores y mutuales.
La idea surgió de los estudiantes, que durante la crisis sanitaria buscaron cómo ayudar a la comunidad. Junto a un equipo de profesores diseñaron estos implementos de protección y después de varios prototipos de mascarillas, lograron fabricar los escudos con las impresoras 3D del liceo. “Mil escudos para Los Andes” se llamó en un inicio la campaña, pero con el tiempo al objetivo se duplicó y esperan llegar al menos a los dos mil.
Franco Núñez (42) es el director del establecimiento técnico profesional (TP) que imparte especialidad en electricidad y construcción. Él también es de Los Andes y al igual que sus alumnos, estudió en un colegio TP donde desarrolló la especialidad de administración, para luego seguir estudiando. “En este tipo de pandemia estamos utilizando nuestros espacios, nuestros recursos”, dice Núñez, quien piensa que en la formación de un técnico es esencial la vinculación social, sobre todo en el Liceo América, que tiene un índice del 92% de vulnerabilidad. El método de aprendizaje se basa en proyectos, y ahí es donde entran las intervenciones sociales para inculcar en el perfil técnico profesional una responsabilidad hacia la comunidad.
”En el sistema chileno el técnico siempre fue el pariente pobre del profesional. Se pensaba que aquel que estudiaba para técnico era porque no le daba para la universidad, ni económicamente ni académicamente, pero ahora nos damos cuenta que en el nuevo impulso que se les da a las carreras TP tienes que trabajar en la línea formativa y también en las expectativas de continuación de estudios. El TP no está solo para los que no pueden alcanzar la universidad”, dice el director.
Este es el caso de Ghislaine Pirce (19), que estudió técnico en Enfermería nivel medio en el Liceo Bicentenario Manuel Montt de Victoria, Región de La Araucanía. Mientras trabaja, hoy se prepara como técnico en Enfermería nivel superior en la Universidad Arturo Prat de la misma ciudad.
Pirce se graduó el año pasado y en abril de 2020 entró a trabajar al Establecimiento de Larga Estadía para Adultos Mayores (Eleam) de Victoria, donde hoy cuida a más de 20 abuelos. Se sumó al equipo en plena pandemia, con una jornada adaptada a las condiciones sanitarias. Actualmente vive y trabaja en el hogar 14 días, luego pasa otros 14 días en cuarentena total en su casa, para luego volver a trabajar.
”Ha sido súper difícil; nos encerramos con ellos dos semanas. Era algo totalmente nuevo, pero nos adaptamos. Cansa porque algunos días trabajamos 24 horas, pero es un trabajo súper bonito porque estamos con personas, interactuamos, los atendemos y ayudamos”, cuenta Pirce. La joven está al tanto de que los adultos mayores son un grupo de alto riesgo y por lo mismo las medidas sanitarias las lleva al extremo. “Hoy me siento súper bien conmigo misma, porque estoy aportando un rol importante en el cuidado de ellos”, dice.
Evans Pérez, también se graduó el 2019. Estudió técnico Agrícola en el Liceo Bicentenario Andrés Antonio en Gorbea, Región de La Araucanía. Actualmente se encarga de la sanitización de la ciudad. Hace dos meses que recorre calles, postas, escuelas y hospitales desinfectando las áreas con el objetivo de disminuir los riesgos de contagio de coronavirus. “Al principio me dio susto porque iba a estar expuesto. Mis amigos me decían que tuviera cuidado, pero que estaba bien que ayudara a la comunidad”, dice Pérez. En las mañanas se pone su traje, mascarilla y escudo facial, toma la pulverizadora y se dirige a donde lo necesiten. “Me siento orgulloso; se siente bien poder ayudar y la gente está muy agradecida”, cuenta el joven de sólo 19 años.
Franco Núñez, el director del Liceo Politécnico América de Los Andes, piensa que ese es el objetivo actual de la formación técnico profesional: “Necesitamos formar estudiantes que se hagan responsables de lo que ocurre con sus vecinos. En el mundo real necesitas técnicos, porque el técnico es el que hace la pega, es el que tiene que tener conocimientos específicos y, además, una responsabilidad social”. Para él, en “esta pandemia ha quedado demostrada la importancia de los técnicos profesionales, en todas sus áreas”.
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