Enfermedad y muerte de Gladys Marín: “La noche sin aurora”
"El 21 de diciembre de 2004, el doctor cubano Javier Figueredo dio a conocer que un nuevo tumor cerebral le afectaba y que podía alcanzar dimensiones como el que le extirparon en Estocolmo. Ante el dramatismo de aquella noticia el presidente Lagos y su esposa, Luisa Durán, le enviaron un mensaje muy cariñoso", relata el historiador español Mario Amorós en la biografía Gladys Marín, una vida revolucionaria, sobre los últimos meses de vida de la dirigenta comunista. A continuación algunos párrafos destacados del libro que será lanzado el 5 de marzo con ocasión de los 20 años del fallecimiento de la expresidenta del PC.
A finales de septiembre de 2003, Gladys Marín tenía previsto viajar a Italia para atender a una invitación del Partido de la Refundación Comunista, pero ante los síntomas evidentes de cansancio partió con su amiga y compañera Marta Godoy a unas termas cercanas a Rancagua para descansar.
“El 23 de septiembre -recuerda Lautaro Carmona-, Marta me llamó y me dijo que Gladys no se encontraba bien y que tenía que verla un médico. Fui a recogerlas y ya en Santiago se comunicaron con sus hijos. Sufría fuertes dolores de cabeza, inestabilidad al caminar y pérdida de visión. Rodrigo Muñoz Marín, tras conocer los síntomas que su madre presentaba, le señaló a su hermano que podrían obedecer a algún daño neurológico y le indicó que se comunicara con el especialista Eduardo Larrachea, quien aquella misma noche la recibió en su consulta privada, acompañada de Godoy y Álvaro, y le recomendó que se realizara exámenes en la Clínica Tabancura, en Vitacura.
El 24 de septiembre fue ingresada en este centro médico, cuyos responsables les informaron dos días después que le habían detectado un tumor en el hemisferio izquierdo del cerebro. Fue Álvaro Muñoz Marín quien informó del diagnóstico a su hermano y a Marta Friz.
Los especialistas consultados en Chile y en Cuba coincidieron en que la mejor opción era operarse en el instituto Karolinska de Estocolmo, porque disponía del instrumento conocido como Gamma Knife (un bisturí que destruye los tumores con rayos gamma), que no requiere abrir el cráneo para el tratamiento quirúrgico y, por tanto, minimiza el riesgo de la intervención, así como el tiempo de hospitalización.
La noticia conmovió a Chile. La presidenta del PC decidió que su familia y su partido informaran de su evolución y ella misma aceptó conceder numerosas entrevistas. “Por qué no un poquito más de vida cuando tengo tantas cosas que hacer…”, dijo a TVN tras enterarse de su delicado estado de salud.
Al día siguiente viajó a Estocolmo, acompañada de su hijo Rodrigo y del dirigente comunista Manuel Hernández. “Ustedes saben que es una operación muy difícil, muy compleja, y no puedo decir qué va a pasar conmigo”, señaló en el aeropuerto de Pudahuel.
En la capital sueca fue sometida a distintas pruebas en el Instituto Karolinska y conoció a quien sería su médico tratante: el neurólogo Inti Peredo Harvey, formado en Cuba, hijo de Guido “Inti” Pereda, quien combatió con Ernesto “Che” Guevara en Bolivia y tras su asesinato reestructuró el Ejército de Liberación Nacional.
En Estocolmo estuvo acompañada de la doctora Vania Ramírez. Con el transcurso de los días ambas pudieron conversar durante muchas horas. En una ocasión, Marín le pidió que le hablara de su exilio en aquel país, al que llegó en 1976, cuando tenía nueve años. “Cuando ella abrió los ojos, me miró con una gran dulzura y me dijo: estoy muy tranquila, porque anoche soñé con Jorge, me vino a ver, y sé que todo va a salir bien”, recuerda Ramírez.
Fue dada de alta el 13 de octubre y dos días después el equipo médico explicó en una conferencia de prensa que el estudio histológico realizado al tumor había mostrado que era maligno, incurable.
“Me senté a su lado, le tomé la mano. Y mi madre, al final, realiza un gesto muy cariñoso hacia el doctor y le dice: así es la vida. Fue su primera reacción. Estaba tranquila. Quedé sorprendido, al igual que toda la gente que después entró a estar con ella, de la tremenda serenidad con que recibió el diagnóstico”, relató Rodrigo Muñoz Marín.
La solidaridad de Cuba
Luego vinieron dos viajes a Cuba -donde fue visitada en el hospital por Fidel Castro y recibió la medalla de la Orden Nacional José Martí- y fue objeto de constantes gestos de cariño, incluso de quienes no compartían con ella su ideología, como Patricio Aylwin, Sebastián Piñera, Evelyn Matthei, el general Juan Emilio Cheyre y Pablo Longueira.
Marín retornó a Santiago el 14 de marzo de 2004, acompañada del doctor Javier Figueredo. “Estoy feliz con la vida que he hecho. He tenido muchas penas, muchas pérdidas, muchos pesares, pero he sido muy feliz en la vida. Absolutamente feliz”, comentaba por esos días.
Falleció a la una de la madrugada del 6 de marzo de 2005 en su hogar, con una mano tomada por su hijo Álvaro y la otra por Marta Friz, acompañada por otros miembros de su familia, la doctora Paula Fuentes, la kinesióloga Erika Alert, su pareja Julio Ugas y varios de sus compañeros, como Guillermo Teillier y Lautaro Carmona, en una larga noche sin aurora.
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