Columna de Rodrigo Guendelman: Un héroe santiaguino al que le debemos una calle
"Si no fuera por este periodista y activo hombre público, el Parque Metropolitano y sus más de 700 hectáreas podrían ser hoy una urbanización de casas con linda vista a Santiago".
Una calle por lo menos. Una avenida sería mejor. Porque salvo un monumento casi invisible frente a la piscina Tupahue, no hemos homenajeado como corresponde a Alberto Mackenna Subercaseaux (1875-1952), el responsable de que Santiago tenga el cuarto parque urbano más grande del mundo.
Si no fuera por este periodista y activo hombre público, el Parque Metropolitano y sus más de 700 hectáreas podrían ser hoy una urbanización de casas con linda vista a Santiago, como sucede en Lo Curro, en el cerro San Luis, en el cerro Alvarado, en parte de los cerros de Renca y en tantos otros territorios que han perdido el gigantesco potencial de ser espacios públicos.
En palabras de Alberto Mackenna, el cerro San Cristóbal y las demás cumbres que forman este parque que recién cumplió 100 años eran (y siguen siendo) "una llave de oro contenedora de tesoros de salud para los habitantes de Santiago". Intendente de Santiago por siete años, fue además uno de los gestores de la creación del Museo y de la Escuela de Bellas Artes, fundó el diario "La Flecha", presidió el Comité de Transformación de Santiago y dirigió el movimiento scout. Este último dato no es anecdótico. Es crucial. Pues son las "expediciones de conquista" juvenil y masiva que organizó al cerro San Cristóbal las que lograron doblegar a la autoridad para que realizara las expropiaciones necesarias y así empezar el desarrollo del que terminaría transformándose en uno de los lugares más visitados y queridos por los capitalinos.
Hay otro dato que parece anecdótico, pero que tampoco lo es. Alberto era sobrino de Benjamín Vicuña Mackenna, probablemente el santiaguino más famoso de todos los tiempos. No es claro si la idea de desarrollar el Parque Metropolitano fue un sueño que le quedó pendiente al tío, pero lo que es un hecho es que Alberto Mackenna admiraba y tenía como modelo a su pariente cercano, quien fuera entre muchas otras cosas el responsable de transformar un peñón en medio de la ciudad en el precioso cerro Santa Lucía. La vara era alta, pero Alberto logró convertir en parque un espacio cien veces más grande, fue intendente por el doble de tiempo y su influencia es tal que el profesor Gabriel Gurovich lo considera el precursor de la creación de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile.
Un grande, un héroe santiaguino que merece calles, avenidas, plazas, parques y esculturas en su nombre. Es hora de hacer justicia.
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