Cómo un gusano pudo sobrevivir 46.000 años congelado
La especie era desconocida y fue encontrada en una madriguera del permafrost siberiano. Investigadores determinaron que la lombriz es capaz de entrar en criptobiosis, un estado en que puede sobrevivir sin agua ni oxígeno.
Un equipo de investigadores consiguió llevar a cabo una importante contribución para la ciencia: pudieron revivir gusanos que permanecían congelados, en estado latente, desde hace 46.000 años.
Los gusanos son una especie de nematodo de la que no se tenía conocimiento y han recibido el nombre de Panagrolaimus kolymaensis. Consiguieron sobrevivir a casi 40 metros de profundidad en el permafrost siberiano (Rusia), un terreno que está completamente congelado.
Aunque las lombrices se encontraron hace cinco años y fueron revividas en ese entonces, hace poco salieron a la luz los resultados del estudio que muestra cómo la especie sobrevivió durante tanto tiempo. La investigación fue publicada hace un par de días en la revista PLOS Genetics.
“Nadie pensaba que este proceso podía durar milenios, 40.000 años o incluso más”, apuntó Philipp Shciffer, uno de los científicos que participó del estudio.
Lo que le permitió sobrevivir al gusano
Según detallan los investigadores, los ejemplares del gusano pudieron detener el tiempo y luego resucitar gracias a la criptobiosis, un estado latente en el que los seres vivos pueden parar su actividad metabólica cuando las condiciones son muy extremas.
Si una especie se adentra en ese proceso biológico, consigue sobrevivir por un extenso período de tiempo sin que reciba agua ni oxígeno. Esto se puede prolongar hasta que el ambiente nuevamente tenga las condiciones óptimas para vivir.
Además de los nematodos, existen otros organismos que también poseen esta habilidad, como lo son los tardígrados y los rotíferos. Si bien anteriormente se habían identificado otros nematodos en este estado latente, ahora no se había visto alguno que lo hubiera hecho durante tantos años.
Cabe destacar que los inicios de este hito científico se remontan al año 2018, cuando investigadores del Instituto de Problemas Físicoquímicos y Biológicos en la Ciencia del Suelo RAS (Rusia) descubrieron las lombrices en una madriguera de ardilla del permafrost de Siberia.
Una de las científicas del instituto, Anastasia Shatilovich, los resucitó solo rehidratándolos con agua. Luego de eso, análisis posteriores permitieron dar cuenta que no se habían descongelado desde fines del Pleistoceno, por lo que habían estado en criptobiosis en algún punto entre 45.839 y 47.769 años atrás.
En ese mismo tiempo, otro equipo estaba estudiando cómo pueden sobrevivir las fases larvarias de un nematodo contemporáneo, llamado Caenorhabditis elegans. Al saber que un grupo de investigadores tenía el nematodo que sobrevivió en el permafrost siberiano, se comunicaron con ellos y comenzaron a trabajar juntos.
Al comienzo fue complejo verificar si el gusano era una nueva especie, pero luego pudieron confirmarlo gracias a un análisis filogenómico. Lo llamaron Panagrolaimus kolymaensis en honor al río Kolyma, cercano a la madriguera donde estaban los organismos.
La colaboración de los equipos también permitió determinar que tanto el nematodo Caenorhabditis elegans como el Panagrolaimus kolymaensis poseen genes en común y que ambos pueden entrar en criptobiosis.
Otro punto que se pudo observar en el análisis fue que cuando las dos especies estaban expuestas a una leve deshidratación, esto podía ayudarles a comenzar a prepararse para la criptobiosis, pudiendo incluso sobrevivir a -80 grados Celsius.
Además, en ese proceso biológico los dos gusanos podían producir un azúcar llamada trehalosa, lo que les permitía enfrentar de mejor manera la deshidratación intensa.
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